1. Villaverde de la Cuerna 
  
    Un invisible limo de silencio se abate sobre este altísimo poblado de piedra
    y viento (sus 1.418 m. de altitud lo convierten en el techo de las tres
    Tercias de Arbolio), y la gasa de soledad con que se cubre al voltear el
    otoño, hace de este pueblo, el situado a mayor altura. Observando los
    parajes deshabitados que lo rodean, parece que nada queda más arriba.
    Belleza de soledades a veces  incomprendidas, hace que sus puertas se
    clausuren, las ventanas se atranquen, la piedra se contraiga. Villaverde se
    queda sola, o quizás un vecino resiste allí el embate del cierzo o de la
    nieve, y durante los meses del silencio, solo el recuerdo pasea aquellas
    callejas donde antaño la ronda de los mozos despertaba dulcísimos
    sentimientos. En Villaverde las lavanderas entonaban con singular cadencia
    los cantos alusivos a la famosa Dama de Arintero. El pueblo tenía los
    servicios comunitarios propios de la autarquía: Escuela, molino, situado
    sobre el Reguero Fargas, caleros, fuentes y las veceras de ganado que
    pastaban sus inabarcables puertos de montaña. Dos montes comunales que se
    adentran hasta frontera con la Puebla de Lillo, ´La Llama´ y ´Canto
    Salguero´, o el ´Abesedo´ y ´La Cuerna´, que caen hacia Tolibia de Arriba.
    El monte de La Cuerna prestó su nombre al pueblo, según lo apunta el Becerro
    de la Catedral de León, relacionando su parroquia como ´Sant Miguell de La
    Corna´.





