1. La Catedral de León
La Catedral de León
es un templo de culto católico, sede episcopal de la diócesis de
León, consagrada bajo la advocación de la Virgen María. Fue el primer
monumento declarado en España mediante Real Orden de 28 de agosto de
1.844, confirmada por Real Orden el 24 de septiembre de 1.845.
Iniciada en el siglo XIII, es una de las grandes obras del estilo gótico,
de influencia francesa. Conocida con el sobrenombre de Pulchra leonina, que significa Bella Leonesa, se encuentra en pleno Camino de Santiago. La catedral de León es
conocida sobre todo por llevar al extremo la desmaterialización del arte
gótico, es decir, la reducción de los muros a su mínima expresión para ser
sustituidos por vitrales coloreados, constituyendo una de las mayores
colecciones de vidrieras medievales del mundo.
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2. Historia
Originariamente, en la actual ubicación de la catedral, la Legión VII
Gemina había construido unas termas, con un tamaño superior al del actual
edificio. Durante la gran restauración del edificio que se llevó a cabo en
el siglo XIX fueron descubiertos sus restos bajo la catedral, y en 1.996,
se exploraron otros junto a la fachada sur. Poco queda de estas primitivas
edificaciones, apenas algunos vestigios de mosaicos, tégulas y cerámicas,
hoy expuestas en el museo catedralicio. Otros, como el hipocausto,
permanecen aún bajo el solar catedralicio.
3. La Primitiva Catedral
Durante la reconquista cristiana, las antiguas termas romanas fueron
convertidas en palacio real. En el año 916, el rey Ordoño II de León, que
hacía pocos meses había ocupado el trono de León, venció a los árabes en la
batalla de San Esteban de Gormaz. Como señal de agradecimiento a Dios por la
victoria, cedió su palacio para construir la primera catedral. Bajo el
episcopado de Fruminio II, fue transformado el edificio en lugar sagrado. El
templo estaba custodiado y regido por monjes de la orden de San Benito, y es
muy probable que su estructura fuera muy similar a la de tantos otros
existentes durante la mozarabía leonesa. Siguiendo la tradición cristiana de
enterrar dentro de los templos a quienes encarnaban la autoridad "venida de
Dios", aquella sencilla catedral muy pronto se vio enriquecida con los
restos del rey Ordoño II, fallecido en Zamora el año 924.
Hablan las crónicas del paso de Almanzor por estas tierras a finales del
siglo X, devastando la ciudad y destruyendo sus templos. No obstante, parece
que los daños ocasionados en la fábrica de la catedral debieron de ser
inmediatamente reparados, ya que el año 999, era coronado en ella, en un
acontecimiento lleno de esplendor, el rey Alfonso V. Tras una sucesión de
revueltas políticas y de duras empresas bélicas, hacia el año 1.067, el
estado de la catedral era de suma pobreza. Ello conmovería al rey Fernando I
de León, quien, después de trasladar los restos de san Isidoro de Sevilla a
León, se volcó en favores a la misma. Con este rey se inició una época
pacífica, cosechando grandes triunfos en la expansión del reino cristiano.
Era el momento del florecimiento del arte Románico.
Reconstrucción de la fachada occidental hacia 1.890.
4. La Catedral Románica
La Catedral Románica, Con la ayuda de la infanta Doña Urraca de Zamora, hermana del rey, se
inicia la construcción de una segunda catedral, acorde con las
aspiraciones de la ciudad, y de estilo románico. Ocupaba la sede episcopal
Pelayo II. Cuando el arquitecto Demetrio de los Ríos, entre los años 1.884
y 1888, excavó el subsuelo de la catedral para reponer el pavimento y
cimentar los pilares, encontró parte de los muros y fábrica de aquella
segunda catedral. A través del plano que él mismo dibujó, podemos apreciar
como se configuraba todo dentro de la gótica, era de ladrillo y
mampostería, con tres naves rematadas en ábsides semicirculares, dedicado
el central a santa María, como en la iglesia anterior. También se
construyó un claustro en el lado norte. Esta nueva iglesia tuvo unas
dimensiones considerables, midiendo 60 metros de longitud y 40 metros de
anchura máxima. Aunque toda ella estuviese ejecutada dentro de las
corrientes internacionales del románico, contemplando lo que ha pervivido
de su estatutaria podemos averiguar que tenía su carácter autóctono,
utilizándose aún el arco de herradura, al menos como forma decorativa. Fue
consagrada el 10 de noviembre de 1.073, durante el reinado de Alfonso VI.
Es de suponer que en ella trabajasen los mismos canteros que estaban
construyendo la Basílica de San Isidoro de León. Esta catedral se mantuvo
en pie hasta finales del siglo siguiente. Cuando accede al trono el último
rey privativo de León, Alfonso IX, se asiste en la ciudad y en el reino a
un importante cambio social, de creatividad artística y desarrollo
cultural.
5. La Construcción de la Catedral Gótica
La construcción de la tercera catedral se inicia hacia el año 1.205, pero
los problemas constructivos de los cimientos hicieron que pronto las obras
quedaran paralizadas, y no se reemprendiera la tarea hasta el año 1.255,
bajo el pontificado del obispo Martín Fernández y el apoyo del rey Alfonso
X de Castilla, siendo esta nueva catedral de estilo enteramente
gótico.
El arquitecto de la catedral parece ser que fue el maestro Enrique, tal
vez natural de Francia, y que ya había trabajado anteriormente en la
catedral de Burgos. Es evidente que conocía la forma arquitectónica gótica
de la isla de Francia. Falleció en el año 1.277, y fue sustituido por el
español Juan Pérez. En el año 1.289, fallecía también el obispo Martín
Fernández, cuando la cabecera del templo ya estaba abierta al culto. La
estructura fundamental de la catedral se finaliza pronto, en el año 1.302,
abriendo el obispo Gonzalo Osorio la totalidad de la iglesia a los fieles,
aunque en el siglo XIV, aún se terminaría el claustro y la torre
norte, y la torre sur no se finalizó hasta la segunda mitad del siglo XV.
Esta prontitud en las obras le da una gran unidad de estilo
arquitectónico. La catedral de León, al igual que su hermana predecesora
la catedral de Burgos, se inspira en la planta de la catedral de Reims,
aunque de menor superficie, que bien pudo conocer el maestro Enrique. Al
igual que la mayoría de catedrales francesas, la de León está construida
con un módulo geométrico basado en el triángulo ad triangulum, cuyos
miembros se relacionan con la raíz cuadrada de 3, al que responden la
totalidad de sus partes y de todo. Este aspecto, como la planta, los
alzados, y los repertorios decorativos y simbólicos convierten esta
catedral en un auténtico edificio transpirenaico, alejado de la corriente
hispánica y perteneciente a la más pura escuela de la Champaña francesa,
que le ha merecido los calificativos de la más francesa de las catedrales
españolas, o el de Pulchra Leonina, pues si sus rasgos formales se
relacionan con el gótico champaniense, sus significados simbólicos y
programa arquitectónico están estrechamente ligados con los de la catedral
de Saint Denis, la catedral de Notre Dame de París y la catedral de Reims.
Geográficamente tampoco es ajena a aquel mundo, pues aunque levantada en
la vieja capital de los reyes leoneses, la ciudad era uno de los hitos más
importantes del Camino de Santiago, también llamado Camino Francés. Además
de la planta, la catedral de León también está inspirada en la de Reims en
la estructura y la forma de las capillas de la girola, aquí poligonales y
el desarrollo del crucero. La influencia de la catedral de Chartres puede
notarse en el pórtico occidental. La de León abandona el modelo de la
catedral de Reims en los alzados a partir del cuerpo del triforio, pues
aquí es diáfano y acoge los progresos técnicos conseguidos en la Sainte
Chapelle y la catedral de Amiens. También la influencia francesa es el
desarrollo del presbiterio, con la idea inicial de colocar allí el coro
según la costumbre de aquellos. Individual leonés es la ubicación del
claustro, sin articulación orgánica con el templo, la salida de la planta
de las torres de la fachada principal, que obliga a mostrar el alzado de
los arbotantes de la nave central, y la no continuidad de las cinco naves
de la cabecera en el cuerpo del templo, que se reducen a tres. Como rasgo
característico más importante, que goza la catedral leonesa de alcanzar el
summum lumínico de todas las catedrales, con un espacio inmenso de
vidrieras al reducirse la estructura pétrea de sustentamiento al mínimo
posible, llegando a superar así técnicamente a las mismas catedrales
francesas. El problema fue que gran parte del solar se asienta sobre
restos romanos, hipocaustos del siglo II, lo que dificultó la buena
cimentación de los pilares. La acumulación de humedades y la filtración de
aguas ocasionó graves inconvenientes a los maestros. Por otra parte, la
mayoría de los sillares de la catedral son de piedra de mediocre calidad,
de tipo calizo, con escasa resistencia ante los agentes atmosféricos.
Además, la sutilidad de su estilo es un desafío a la materia; los
numerosos soportes son sumamente frágiles, las líneas se reducen a una
depuración total, de modo que varios arquitectos de la época pusieron en
duda que tal proyecto pudiera mantenerse en pie. Esta estructura casi
inverosímil junto con la mala calidad de la piedra y la pobre cimentación,
provocaron que desde el siglo X sufriera constantes intervenciones y
restauraciones, convirtiendo al templo en el paradigma Europeo de
intervenciones de transformación, restauración y conservación.
6. La leyenda del topo
Sobre la puerta de san Juan, por el interior, cuelga un pellejo, a modo
de quilla, que la tradición leonesa ha identificado siempre como un topo
maligno. Según cuenta la leyenda, el topo destrozaba lo construido a lo
largo del día durante la noche en los primeros momentos de la magna obra
del templo. Impacientándose los leoneses porque la obra de la prometida
catedral no avanzaba, decidieron acabar con aquel ser maligno que no
dejaba avanzar los trabajos, algunos de ellos lo esperaron durante la
noche y acabaron con él a garrotazos. En recuerdo de aquel acontecimiento
y en agradecimiento a la Virgen María, titular del templo, la piel del
animal fue colgada en el interior de la catedral, sobre la citada puerta,
en la fachada oeste. La realidad que esconde la leyenda es que las obras
de la catedral de León se encontraron con numerosos problemas de
cimentación, sobre un terreno muy inestable que, ya por entonces, había
acogido muchas y diversas construcciones. Por su parte, lo que hoy podemos
contemplar en la penumbra sobre la ya mencionada puerta del templo
catedralicio demostró durante los años 90, ser en realidad un caparazón de
tortuga laúd, cuyo origen aún es incierto, aunque se presupone que se
trataría de la ofrenda realizada por algún hombre de poder a la catedral,
insertándose tal elemento en la antigua tradición clave en la constitución
de numerosos museos del coleccionismo de Antigüedades y Rarezas.
7. Época de reformas y problemas constructivos
La extrema fragilidad del edificio dio problemas muy pronto. En el siglo XV,
la construcción de torrecillas huecas por el maestro Justín en la zona sur
la silla de la reina y en la zona norte la limona, mejoró los empujes de los
arbotantes hacia la cabecera, pero la frágil estructura siguió con
problemas. Por entonces, el maestro Justín terminó la torre sur en estilo
gótico flamígero. También se construyeron los remates triangulares de los
hastiales norte y sur. En los últimos años del siglo XV, se lleva también a
cabo la construcción de la Librería, actual capilla de Santiago, por Juan de
Badajoz padre e hijo, en estilo gótico flamígero. También el coro es obra de
este siglo, así como las pinturas de Nicolás Francés y el retablo.
A principios del siglo XVI, Juan de Badajoz el Mozo, construyó el remate del
hastial occidental en estilo plateresco, excesivamente pesado y alto.
También construyó una sacristía plateresca para la catedral, en el lado
sur-este, y rehízo las bóvedas del claustro. En el interior del edificio
destacó la construcción del trascoro. En el siglo XVII, se reanudaron
los problemas. En el año 1.631, se derrumbó parte de la bóveda central del
crucero. El cabildo recurrió a Juan de Naveda, arquitecto de Felipe IV de
España, quien cubrió el crucero con una gran cúpula, rompiendo los
contrarrestos del sistema gótico, tan distintos de los del barroco. El
excesivo peso provocaría el desplazamiento de las cargas radiales hacia el
hastial sur ante la debilidad de los arcos torales y al fallar también los
cimientos. La linterna se cerró provisionalmente en el año 1.651, pero a
finales del siglo ya se advertían algunas fallas en la cúpula que desviaba
su eje hacia el sur. El quebrado hastial sur tuvo que ser reedificado por
Conde Martínez en el año 1.694, sustituyendo el hastial gótico por una
espadaña barroca.
Quiso poner remedio a estos desastres Joaquín de Churriguera levantando
cuatro grandes pináculos alrededor de la cúpula y sobre los pilares del
crucero, a principios del siglo XVIII, pero las consecuencias de esta
intervención serían nefastas. Por León fueron desfilando grandes
arquitectos, como Giacomo de Pavía, mientras los males seguían agravándose.
El terremoto de Lisboa del año 1.755, conmovió a todo el edificio, afectando
de manera especial a los maineles y a las vidrieras. Se abrieron grandes
grietas en la fachada sur, por lo que fue necesario cegar el triforio,
desmontar el rosetón, y sustituirlo por una ventana doble geminada. En el
año 1.830, aumentaron los desprendimientos de piedras en el hastial sur, y
para salvarlo, Fernando Sánchez Pertejo tuvo que reforzar los contrafuertes
de toda la fachada.
8. La gran restauración del siglo XIX
En el año 1.844, el mal estado del edificio hizo que el Estado
tuviera que acudir a su reparación, fecha en que la catedral de León
fue declarada Monumento Nacional, el primero del patrimonio español.
En el año 1.849, el jesuíta P. Ibáñez diseñó y colocó un nuevo rosetón
para el hastial sur. Poco después, el cabildo temió un desenlace fatal cuando en el año
1.857, comenzaron nuevamente a caer piedras del crucero y la nave central,
cundiendo el temor de una ruina total de la catedral, que se extendió
por España y por toda Europa. Intervino entonces la Real Academia de
Bellas Artes de San Fernando, y el gobierno encargó las obras a Matías
Laviña en el año 1.859. Sin embargo, este desconocía el funcionamiento
del edificio gótico al tener una formación clasicista. Desmontó la
cúpula de media naranja y los cuatro pináculos que la flanqueaban debido
a su excesivo peso, y prosiguió desmontando el crucero y toda la fachada
sur. Pero el peligro de un total hundimiento se hacía más inminente. Las
críticas que provocaron sus decisiones le llevaron a la muerte en el año
1.868. A su muerte se
responsabilizó de las obras Andrés Hernández Callejo, quien pretendía
seguir desmontando el edificio, cuando fue cesado en el cargo. En el año
1868, se encargó la obra a Juan de Madrazo, amigo de Viollet-le-Duc, el
gran restaurador francés, sin duda el mejor restaurador de España y buen
conocedor del gótico francés, que aplicaba las teorías de aquel. Para
contener el deterioro del edificio y, al mismo tiempo, proceder a su
reconstrucción, Juan de Madrazo proyectó su admirable sistema de
encimbrado de las bóvedas altas. El encimbrado fue una complejísima
trabazón de carpintería, que sirvió para sostener todos los empujes del
templo mientras se procedía a la reconstrucción de toda la fachada sur y
del crucero desmontados. Además, Madrazo modificó notablemente la
disposición de las bóvedas, y volvió a rehacer desde la arcada la fachada
sur, inspirándose en la norte, incluyendo el perdido rosetón. El nuevo
hastial triangular fue también inspirado por el existente en la fachada
norte. En general, planeó todo el templo tal y como lo encontramos hoy. El
objetivo era conseguir la Pulcra Leonina, es decir la catedral en su
estado primigenio de gótico puro, eliminando todo aquello que alterara esa
pureza. El momento más importante tuvo lugar en el año 1.878, cuando se
retiraron las cimbras y el edificio resistió inmutable. Los equilibrios
del gótico se habían repuesto. Pero el carácter progresista de Juan de
Madrazo le hizo tomar partido en los graves momentos sociales que sacudían
entonces España, el Sexenio Democrático o Revolucionario, enfrentándose
con el cabildo, el obispo y la sociedad conservadora leonesa, quienes le
acusaron de masón, protestante y anticatólico, declarándose él mismo como
deísta o ateo. Cuando estaba edificando el hastial sur y después de haber
sostenido toda la catedral con su asombroso encimbrado de madera que
provocó visitas de técnicos de toda Europa, fue destituido en el año
1.879, falleciendo de los disgustos pocos meses después. A Juan de Madrazo
le sucedió en el cargo Demetrio de los Ríos en el año 1.880. Purista, como
el anterior, continuó dando a la catedral el aspecto gótico primitivo,
según su pensamiento racionalista, y desmontó el hastial occidental
plateresco, que había sido hecho por Juan López de Rojas y Juan de Badajoz
el Mozo en el siglo XVI, sustituyéndolo por un diseño neogótico análogo al
recién construido en la fachada sur. También terminaría de reconstruir las
bóvedas del crucero y de la nave central, además de introducir algunos
nuevos diseños, perfiles y motivos ornamentales neogóticos en diversas
partes del edificio.
A su muerte fue nombrado arquitecto de la catedral Juan Bautista Lázaro, que
concluyó los trabajos de restauración arquitectónica en la mayor parte del
edificio. En el año 1.895, emprendió la ardua tarea de recomponer las
vidrieras. Estas llevaban varios años desmontadas y almacenadas, con grave
deterioro. Fue ayudado por su colaborador, Juan Crisóstomo Torbado. Se
reabrió un taller de vidrieras al estilo medieval para su restauración y
composición de otras nuevas. Se decidió también aislar la catedral de su
entorno urbano más próximo para resaltar su monumentalidad, lo que acarreó
la desaparición de varias dependencias anexas, y su conexión con el Palacio
Episcopal a través de la Puerta del Obispo.
Finalmente, concluida la restauración, en el año 1.901, la catedral fue
reabierta al culto. Ya no era un edificio en peligro, sino que había
recobrado el esplendor del gótico, principalmente con la sustitución de los
hastiales oeste y sur y la eliminación de la cúpula barroquizante. En aras
de mantener el delicado equilibrio, nunca se permitió elevar flecha alguna
sobre el crucero, pese a que hubo proyecto al respecto. Hoy la catedral de
León es el monumento gótico más armónico de España.
La gran restauración decimonónica verificó la recuperación de la estabilidad
de un edificio que había arrastrado graves problemas en su estructura a lo
largo de los varios siglos de su existencia. Puede afirmarse que esta
restauración fue una de las más complejas y arriesgadas realizadas en Europa
en el siglo XIX. Los minuciosos cálculos sobre la estabilidad de
bóvedas, los portentosos sistemas de carpintería armados a gran altura y los
sistemas de cantería puestos en práctica para la reparación y reconstrucción
de bóvedas de la catedral de León sirvieron de modelo para la restauración
posterior de otras grandes catedrales españolas, como la de Sevilla o
Burgos. Pero también fueron referencia imprescindible en toda Europa para
restaurar edificios que décadas más tarde resultarían dañados seriamente en
su esqueleto estructural como consecuencia de catástrofes bélicas. El
elevado mérito de estos trabajos fue reconocido en su momento, pues en el
año 1.881, Juan de Madrazo recibió a título póstumo la Medalla de Oro en la
Exposición Nacional de Bellas Artes por sus proyectos de restauración de la
catedral de León.
9. Restauraciones de los Siglos XX y XXI
Los trabajos de restauración continuaron levemente en el siglo
XX, sobre todo en las primeras décadas. En el año 1.911, Manuel
Cárdenas destruiría lamentablemente la Puerta del Obispo, edificio
civil que unía la catedral con el Palacio Episcopal. En el año 1.930,
Juan Crisóstomo Torbado terminaría la verja exterior iniciada en el
año 1.794, cerrando todo el atrio. Este arquitecto acometería después
la restauración del claustro. En el año 1.963, el arquitecto Luis Menéndez Pidal reharía la rosa
calada del remate triangular del hastial sur, imitando el del
norte.
El 27 de mayo de 1.966, un incendio motivado por la caída de una chispa
de un rayo arrasó toda la techumbre de las naves altas, aunque por
suerte las consecuencias no fueron graves gracias a la intervención del
maestro Andrés Seoane y la techumbre se pudo reparar. En las últimas décadas se ha
estado trabajando con gran intensidad en el refuerzo de las
estructuras y en el tratamiento y limpieza de la piedra con las más
novedosas técnicas, en un esfuerzo por conservar para la Humanidad
esta maravilla
arquitectónica. En esta última década también se están llevando a
cabo la restauración y consolidación de las vidrieras, usando las más
modernas técnicas. Se usan vidrios de protección para cerrar los vanos
y un acristalamiento isotérmico para proteger y conservar la vidriera
de los efectos atmosféricos, así como mallas metálicas protectoras
exteriores. La financiación ha sido llevada a cabo por el ministerio
de Cultura del Gobierno de España y por la consejería de Cultura de la
Junta de Castilla y León, mediante el proyecto cultural, Catedral de
León, el sueño de la luz. Este proyecto permitió la visita guiada para
conocer la restauración de
las vidrieras. Generalidades del gótico En la arquitectura gótica se generaliza el uso de los arcos
apuntados, o arcos ojivales y la bóveda de crucería, concentrando
así los empujes en puntos determinados y no en todo el muro, que
permiten hacer catedrales más esbeltas por una parte, el arco puede
alargarse sin ampliar su ancho como ocurría en el románico y reduce
los empujes haciendo cubiertas más ligeras, lo que permite abrir los
muros. Desaparece la tribuna románica y los empujes laterales que esta
resolvía se envían a los arbotantes, arcos que transmiten el empuje de
la cubierta a los contrafuertes exteriores, que solían estar rematados
con pináculos. Las grandes vidrieras son una muestra del interés del
gótico por comunicarse con el pueblo. Así mismo, la sensación de
verticalidad se corresponde a la idea del Jerusalén celeste, en
comparación contra la sensación de acogimiento y seguridad a los
fieles creada en el románico. Este tipo de construcciones solían tener
un número impar de naves 3 ó 5, sustentadas por una bóveda de crucería
cuatripartita, sexpartita, de terceletes, de abanico o estrellada. La
fachada principal se estructuraba generalmente en tres vanos
abocinados, constituidos por arquivoltas y jambas y enmarcados en un
gablete, una galería de reyes del Antiguo Testamento, un gran rosetón
situado en la nave central, un ándito, espacio mediante el cual se
accede a la fachada para realizar posibles reformas, y por dos torres
de características diferentes rematadas o no con un pináculo en forma
de flecha.
10. Planta
La planta es casi una réplica de la catedral de Reims, aunque en formato
algo menor. Tiene unas dimensiones de 90 m de longitud, 30 m de alto y 29
m de ancho. Dividida en tres naves, de la entrada al transepto, y cinco
naves del transepto al altar mayor. La catedral presenta macrocefalia, es
decir una cabecera de mayor tamaño que lo común, el ancho del transepto en
este caso, y que le resta algo de profundidad y perspectiva pero a cambio
le brinda mayor espacio para los fieles, debido a estar en el Camino de
Santiago su
afluencia era mayor. Las naves de la catedral de León se cubren con
bóveda de crucería cuatripartita en tramos rectangulares. El crucero lo
hace con una bóveda cuatripartita, que sustituyó a la cúpula barroca del
siglo XVII, en las obra acometidas a finales del siglo XIX, con el
fin de guardar coherencia con el resto de la construcción. En sus muros
presenta 125 ventanales, con 1.800 m² de vidrieras policromadas de origen
medieval, siendo consideradas de las mejores del mundo en su género. De
ellas, destacan el gran rosetón central situado en el pórtico central,
entre las dos torres de aguja, así como las de la Capilla Mayor, el
transepto norte y la Capilla de Santiago.
11. Fachada occidental
La fachada occidental es la principal de la catedral, y por la que
normalmente se accede al templo. Consta de un triple pórtico ojival
similar al de la catedral de Reims. En las jambas, arquivoltas, tímpanos y
parteluces de las portadas se desarrolla un trabajo escultórico de
destacado papel en el gótico español, actuando de filtro de la influencia
francesa. Encima del pórtico, se sitúa el gran rosetón central, con
vidrieras de finales del siglo XIII. El hastial triangular neogótico
actual fue construido por Demetrio de los Ríos a finales del siglo
XIX, durante su restauración, siendo desmontado el anterior
plateresco del siglo XVI.
Fachada occidental de la catedral con su iluminación nocturna.
12. Torres
La fachada se encuentra flanqueada por dos torres góticas de 65 y 68
metros respectivamente. El hecho que las torres sean diferentes, en forma
y altura, responde a momentos diferentes de la construcción y es bastante
típico del gótico. La torre norte o de las campanas fue iniciada en el
siglo XIII, y terminada en el siglo XIV, siendo más sobria y maciza,
terminada en una aguja cerrada. La torre sur o del reloj se inició también
en el siglo XIII, pero no fue concluida hasta finales del siglo XV,
momento en el que el maestro Justín le dio remate. Su estilo es gótico
flamígero, con una aguja calada, estando menos acorde con el resto del
edificio que su compañera. Las torres de la catedral de León presentan la
particularidad de estar adosadas a las naves laterales, en lugar de surgir
de ellas. Esto permite la curiosa vista de los arbotantes de las naves
laterales desde la fachada occidental.
13. Portadas
Realizadas en la segunda mitad del siglo XII, las riquezas de las portadas
de la catedral de León la convierten en el máximo exponente de la escultura
gótica española. El triple pórtico occidental se encuentra dedicado en los
laterales a San Francisco y a San Juan Bautista, mientras la portada
principal representa el Juicio Final. La influencia francesa se evidencia en
esta portada principal, realizada en torno a 1.270. De esta, destacan los
personajes de las jambas y Nuestra Señora La Virgen Blanca en el parteluz,
hoy sustituida por una copia ejecutada por Andrés Seoane. Las figuras
presentan el naturalismo propio del gótico que se impone sobre el simbolismo
y hieratismo románicos. El trabajo de los pliegues en los ropajes, la
expresión e individualización de los rostros y la sensación de movimiento
son las principales características. El modelo de Nuestra Señora La Blanca o
Virgen Blanca destaca por su humanidad, conseguida en gran parte, por la
sonrisa que recuerda al Ángel de la Anunciación de la catedral de
Reims.
La portada izquierda, o de San Juan, en el tímpano se muestra el Ciclo de la
Natividad de Jesús, Visitación, Nacimiento, Adoración de los Pastores,
Herodes, Epifanía y Matanza de los Inocentes, con un gran sentido de la
narratividad. En las Arquivoltas aparece una alusión del árbol de Jesé, en
relación con la genealogía de Cristo e historias relacionadas con la vida de
San Juan Bautista, dando el nombre a la puerta. Entre esta portada y la
siguiente, aparece el locus apellationis, columna ante la que se
administraba justicia en el Reino de León, según normas que se remontan al
Fuero Juzgo y al leonés de 1.020, y que provoca la asimilación de Alfonso X,
patrocinador del templo, con la figura del rey Salomón, representado al
fondo sobre la columna.
La portada central, de la Virgen Blanca o del Juicio Final, está presidida
por el Cristo Juez que muestra sus estigmas, mientras los ángeles portan los
instrumentos de su martirio y la Virgen y san Juan se arrodillan como
principales intercesores. Bajo el y en las arquivoltas se desarrolla el
juicio en el que san Miguel pesa las almas psicostasis y separa a los
bienaventurados que van al paraíso incluidos Alfonso X o san Francisco, que
aparecen con varios instrumentos de música, de los condenados que sufren los
tormentos del infierno, siendo devorados por demonios o siendo introducidos
en calderas hirviendo. En las arquivoltas aparecen escenas de la
resurrección de los santos. El parteluz de ambas puertas es presidido por
una reproducción de la Virgen Blanca con el Niño en las manos, la original
está guardada en el interior del templo, en la capilla del mismo nombre,
siendo la escultura más representativa de la catedral y una de las de más
calidad del gótico español. Junto a las puertas, aparecen esculturas de
santos, evangelistas y protagonistas del Antiguo Testamento. Destaca la
escultura de Santiago, reconocida por la concha de su gorro cuyo pedestal
está gastado, según la tradición, por las manos de los peregrinos a su paso
por León de camino hacia Santiago de Compostela.
La portada de la derecha, o de san Francisco, está dedicada a la Virgen,
relatando el tímpano la muerte y coronación de María y portando las
arquivoltas varios concejos de ángeles, y en el exterior, las cinco
vírgenes prudentes frente a las cinco necias. Las jambas albergan figuras
de varios profetas de distinta cronología.
14. Fachada sur de la catedral
Se extiende hacia Puerta Obispo, orientada al sur del templo. Fue la zona
que más sufrió los problemas constructivos de la catedral, llegando a ser
reconstruida en varias ocasiones. En el siglo XVII, el triforio
fue cegado, y se colocó un hastial barroco en forma de espadaña, y el siglo XVIII, tras el terremoto de Lisboa, su rosetón fue desmontado y sustituido por una ventana doble barroca.
Afortunadamente, durante las grandes restauraciones de finales del siglo
XIX, Matías Laviña
proyectó la fachada actual, construyendo un nuevo rosetón, triforio y
hastial neogóticos, imitando la fachada norte, que nunca fue retocada. A
la derecha del gran rosetón encontramos la torrecilla denominada silla de
la reina, realizada en el siglo XV, por el maestro Justín, y que servía para recoger los empujes de los
arbotantes hacia la cabecera.
La portada sur también cuenta con tres pórticos, al estilo de las catedrales
góticas francesas, realizados entre los años 1.265 y 1.275.
La portada izquierda es la denominada de la muerte, por la configuración que
acompaña al tamizado heráldico de Castilla y León. No posee decoración en el
tímpano, solo en las arquivoltas y jambas. El nombre de Puerta de la Muerte
procede de una figura de un esqueleto con alas, colocado en época posterior
en una de las ménsulas.
La central, llamada del sarmental, es muy similar a la puerta del sarmental
de la catedral de Burgos, representando a Cristo sedente como Pantocrátor
mostrando el Libro de la Ley, y rodeado del tetramorfos. El toro Lucas, el
águila san Juan, el león San Marcos y el hombre San Mateo. A sus lados
aparecen evangelistas sentados, escribiendo sobre pupitres. Ángeles y
ancianos del Apocalipsis que con instrumentos musicales adornan las
arquivoltas. El parteluz está ocupado por una estatua de San Froilán.
La portada derecha, llamada de san Froilán, muestra en su tímpano escenas
de la vida del santo, su muerte y el traslado de sus reliquias a la
catedral leonesa. Las arquivoltas están decoradas con ángeles. Esta
portada tuvo gran importancia en la Edad Media, pues por ella entraba el
obispo, al estar situado enfrente el Palacio Episcopal. Además, también
era empleada por todos los peregrinos que entraban por una puerta de la
muralla cerca de la catedral para visitar los restos del santo.
Actualmente se encuentra cegada.
15. Fachada norte
La fachada norte de la catedral se encuentra poco visible debido a que se
encuentra justo encima del claustro, lo que impide su visibilidad total a no
ser desde el mismo o desde las alturas de la ciudad. Consta de un hastial
con triforio presidido por un gran rosetón con vidrieras de finales del
siglo XIII. El remate del hastial triangular y su rosa calada es del siglo
XV, y fue usado como modelo para la reconstrucción de los hastiales de los
lados sur y oeste en las restauraciones de finales del siglo XIX. A la
izquierda de la fachada está otra torrecilla, la limona, realizada en el
siglo XV, para recoger los empujes de los arbotantes hacia la cabecera.
Esta fachada no ha sido retocada por las grandes restauraciones,
permaneciendo inalterada desde su construcción.
16. Portadas
En su origen constaba, como en los casos anteriores, de una portada triple,
pero no da al exterior del templo, sino que está cubierta por la estancia de
acceso al claustro.
La portada izquierda fue cegada y desapareció con la construcción del
claustro.
La portada central, llamada de la Virgen del dado, se llevó a cabo en la
última década del siglo XIII, y aún conserva la mayoría de la
policromía, del siglo XV. En el tímpano, un Cristo bendice desde la almendra
mística que sujetan los ángeles y flanquean los Evangelistas. En el parteluz
aparece la escultura de la Virgen del dado, llamada así por la leyenda sobre
un soldado que arrojó sus dados a causa de una adversidad en el juego, hacia
el rostro del Niño, que sangró milagrosamente, frente a ella se representa
el milagro en una vidriera. En las jambas aparecen Pablo, Pedro, Santiago,
Mateo y la Anunciación a María.
La portada derecha se usa como entrada y salida a la estancia que da
salida al claustro. El tímpano no es escultórico, sino que posee una
pintura gótica de la Virgen con el Niño. En las arquivoltas hay figuras
vegetales. También conserva la policromía.
17. Naves
La catedral de León cuenta con tres naves y un transepto. La nave central
mide 90 metros de largo y 30 de altura, mientras que las dos naves
laterales miden 15 metros de altura, y se unen a través de la girola.
Desde el exterior, son perfectamente visibles todos los contrafuertes, los
arbotantes y los pináculos a lo largo de las naves, que sirven para
desviar los empujes del edificio al exterior y poder perforar las naves
con grandes ventanales. También existen gran cantidad de gárgolas, con
forma de animales o monstruos míticos, que servía para escupir al exterior
el agua que caía del tejado a través de los arbotantes.
De cara al exterior lo más importante es el reemplazo de los muros de
piedra por los vanos con vidrieras. Las dos naves laterales están
perforadas con vanos desde la fachada occidental hasta el transepto,
constituyendo los ventanales de la parte baja del edificio. La nave
principal está perforada con grandes ventanales que recorren todo el
edificio, incluido el transepto y el ábside, dando lugar al claristorio.
Justo debajo está el triforio calado que también recorre el edificio. Esta
aligeración de los muros es lo que da lugar a la desmaterialización del
arte gótico. Algunas volutas y adornos que se pueden observar en la piedra
entre los ventanales de la nave principal son obra de las restauraciones
de finales del siglo XIX.
18. Ábside
El ábside es la parte más antigua de la catedral, debido a que las
iglesias comenzaban a construirse por la cabecera para poder realizarse
culto antes de la conclusión definitiva del templo. La vista de la
catedral desde el ábside es una de las más impresionantes, porque es en
esta zona donde los arbotantes alcanzan su mayor espectacularidad. Los
arbotantes desvían los empujes hacia el exterior permitiendo aligerar los
muros, que pueden ser perforados por grandes ventanales. Durante gran
parte del año, los pináculos del ábside de la catedral leonesa son usados
como posadero y nidos por numerosas cigüeñas. Algunas de ellas pasan el
invierno en León.
Ábside de la catedral de León, visto desde el barrio de El Ejido.
19. Interior
En cuanto a su alzado interior, la catedral sigue con el modelo francés en
tres pisos o registros. El primero es el de los arcos formeros apuntados con
pilares fasciculares, cuyos baquetones se insertan en los nervios de las
bóvedas creando un eje que marca la verticalidad del interior. El segundo
piso cuenta con un triforio y el tercero es el claristorio, o conjunto de
vidrieras.
En León, también según la costumbre extranjera, estaba situado originalmente
en la cabecera, delante del altar mayor. En el año 1.746, finalmente fue
trasladado al centro de la nave mayor. El arquitecto Cárdenas en el año
1.915, abriría el gran arco central con unos enormes cristales que
recuperan, en parte, la vieja perspectiva de la nave central y la vista del
altar mayor.
La sillería actual, quizá sustituta de una anterior, fue realizada entre los
años 1.461 y 1.481, en estilo gótico en madera de nogal. Se trata de una de
las sillerías más antiguas de España. A un primer maestre Enrique,
carpintero que planearía el trabajo, sucedieron Juan de Malinas y el maestro
Copín, imagineros de las principales tallas, testeros y respaldos. Un
riquísimo elenco de motivos congrega a los habituales personajes del Antiguo
Testamento y a los santos en los lugares más visibles, contraponiéndolos a
varias figuras profanas de tono burlesco y costumbrista, a la moda nórdica.
Los autores no se recataron en utilizar figuras de clérigos para satirizar
vicios, en mordaces escenas que llegan a veces a la obscenidad.
20. Trascoro
Primeramente un antecoro que miraba a los fieles desde el altar clausurado e
inaccesible, fue trazado por Juan de Badajoz el Mozo en estilo plateresco.
La obra se remataría entre los años 1.560 y 1.590, en plena contrarreforma,
elevando su envergadura con imágenes laterales y un gran arco triunfal.
Esteban Jordán labró los cuatro relieves de alabastro con escenas de la
Anunciación, Nacimiento y Adoración.
21. Altar mayor
El altar mayor o capilla mayor de la catedral está actualmente ocupado por
un retablo neogótico montado por Juan Bautista Lázaro con cinco tablas
procedentes del retablo perdido realizado por Nicolás Francés a mediados del
siglo XV, y otras de procedencia diversa Palanquinos, etc. Representan la
vida de san Froilán, el traslado del cuerpo de Santiago y la Presentación de
la Virgen, en una mezcla de estilo gótico internacional y gótico flamenco.
Destacan las tablas laterales, en especial el Descendimiento de la
izquierda.
En el altar, el arca de san Froilán, obra maestra del platero Enrique de
Arfe (1.519-1.522), con algunas modificaciones barrocas. El altar está
cerrado por una verja de estilo plateresco, obra de Juan de Badajoz el
Mozo.
22. Girola y capillas
Alrededor de la parte trasera del altar mayor se encuentra la girola o
deambulatorio. En el caso de la catedral de León, como en muchas otras del
Camino de Santiago, la girola tiene un gran espacio, para permitir el paso
de abundantes peregrinos y evitar aglomeraciones. Consta de nueve capillas
de forma hexagonal, dispuestas alrededor del deambulatorio, y delimitadas
por rejas. Cada una de estas capillas está presidida por un ventanal doble
con vidrieras.
23. Capilla del Carmen
Dispuesta en la nave sur, justo después del crucero, e inmediatamente antes
de llegar a la girola. Alberga el sepulcro del obispo Rodrigo Álvarez y
posee un pequeño altar.
24. Capilla del Cristo
También anterior a la girola, está centrada en torno a un retablo
renacentista con calvario, obra de Juan de Valmaseda (1.524).
25. Capilla de acceso a la sacristía
Se encuentra vacía, solamente permite el paso al edificio de la sacristía,
anexo a la catedral, y obra plateresca de Juan de Badajoz el Mozo.
26. Capilla de la Consolación
Conserva pinturas murales del siglo XVI.
27. Capilla de la Virgen Blanca
Guarda la imagen original de la Virgen Blanca desde el año 1.954. A la
izquierda de la escultura se sitúa el sepulcro de la condesa Sancha
Muñiz, y a la derecha el de Alfonso de
Valencia, hijo del infante Juan de Castilla el de Tarifa y nieto de Alfonso
X, ambas del siglo XIV. Frente a esta capilla, y justamente detrás del altar
mayor, se sitúa el sepulcro de Ordoño II obra del siglo XIII, reformada
con un tímpano en el siglo XV. De este momento son también los dos murales
que miran hacia la girola, con temas de la piedad y Ecce-homo, obra de
Nicolás Francés, que también pintó un mural del Juicio Final en el muro
occidental, obra que fue picada a principios de siglo XIX, por sus
desnudos.
28. Capilla de la Concepción
Está presidida por una virgen gótica del siglo XIV, y guarda tablas
hispano-flamencas. Dentro se encuentra el sepulcro de san Alvito.
29. Capilla del Nacimiento
Consta de un pequeño altar y de una maqueta de un nacimiento, de estilo
Gótico flamenco del siglo XV. Dicho retablo fue elegido para ilustrar los
décimos de lotería del Sorteo Extraordinario de Navidad de 2.016.
30. Capilla de Santiago
Ya se encuentra fuera de la girola, en la nave norte. Por aquí se accede a
la antigua Librería o Capilla de Santiago, o la de la Virgen del Camino, y a
la de san Andrés, por el magnífico arco, obras respectivas de Juan de
Badajoz padre e hijo. La obra se inició en los años finales del siglo
XV, y se terminó en el año 1.504. Destacan los cuatro ventanales con
vidrieras.
31. Capilla de santa Teresa
Situada cerca del brazo norte del crucero, posee una talla de la escuela de
Gregorio Fernández. En el muro, una pintura mural de Nicolás Francés de
1.459, que representa el Martirio de san Sebastián, recientemente
restaurada.
Vista del claustro catedralicio.
32. Claustro
La catedral de León fue diseñada sin claustro, pero finalmente se levantó
entre finales del siglo XIII, y principios del siglo XIV. Esta
construcción cubrió la entrada norte que, desde entonces, quedó resguardada.
Este claustro tiene una planta cuadrada de 30 metros de lado, posee seis
intercolumnios por lado y 24 pilares en total, respondiendo a las
proporciones establecidas en los claustros cistercienses. A su alrededor se
agrupan diversas dependencias, entre ellas, el actual Museo
Catedralicio.
Los arcos apuntados y capiteles del muro interior presentan escenas bíblicas
y de la vida cotidiana, mostrando de nuevo el diálogo de lo divino y lo
humano, típico del gótico. Los murales entre las arcadas del claustro fueron
pintados con los episodios de la vida de Cristo, por Nicolás Francés en los
años 60 del siglo XV, aunque algunos de ellos son de obra posterior, de
Lorenzo de Ávila y otros.
A comienzos del siglo XVI, Juan de Badajoz el Mozo rehízo las bóvedas del
claustro. Aprovechó los lienzos y los arcos formeros y montó 28 bóvedas de
crucería complicadas y decoradas. Filacterias y medallones presentan un
complejo programa iconográfico, vinculado con la Virgen de Regla. Bajo las
bóvedas puede observarse una completísima colección de sepulcros que revelan
las etapas de la actividad escultórica catedralicia, pero siendo en su
mayoría obras tanto del siglo XIII, como del siglo XIV.
En el centro del patio y por diversos lugares del claustro se conservan
restos de los hastiales oeste y sur, que fueron desmontados durante las
restauraciones del siglo XIX, por los arquitectos purificadores de la
catedral.
33. Sepulcro de don Martín el Zamorano
En el claustro y en la iglesia propiamente dicha, se pueden encontrar
multitud de enterramientos, algunos procedentes de la vieja catedral
románica, y por tanto, anteriores al actual edificio.
34. Sepulcro del obispo don Rodrigo
Uno de los más valiosos es el de don Rodrigo, obispo leonés muerto en el año
1.232. Está situado en el lado sur, en la capilla del Carmen, cerca de la
girola. El yacente está rodeado por clérigos que ofician el funeral y un
grupo de gente que llora. En el tímpano está representado un calvario. En la
parte frontal del sarcófago, los criados del finado reparten pan a un grupo
de pobres. Este modelo de sepulcro tuvo un éxito extraordinario, pues de él
se hicieron dos copias en la misma catedral y se extendió fuera de
León.
Sepulcro del Obispo Don Rodrigo
Pese a ser una de las imitaciones del de don Rodrigo, la obra maestra de la
escultura funeraria es el sepulcro de don Martín el Zamorano, muerto en el
año 1.242, llamado así por haber sido obispo de Zamora. Está situado en el
lado norte del crucero, junto a la entrada al claustro. Está atribuido al
Maestro de la Virgen Blanca, de una calidad excepcional, alcanzado un nivel
de expresión y detalle de los rostros difícilmente superable. La iconografía
general es la misma que el de don Rodrigo, aunque desgraciadamente el
calvario está perdido por la corrosión de la piedra, conservándose solo la
figura de san Juan.
Sepulcro de Don Martín el Zamorano
35. Sepulcro de Martín Fernández
El sepulcro del brazo sur, simétrico al anterior, también es del maestro
de la Virgen Blanca. No se sabe con seguridad quien está enterrado allí,
tal vez pertenezca a Munio Álvarez o a su sucesor, Martín Fernández,
obispo iniciador de la catedral. En favor de esta hipótesis está la imagen
de san Martín en uno de los tres tímpanos. Los otros están ocupados por
una crucifixión y una flagelación. El deterioro de este sepulcro es
grande, sobre todo en la parte baja, motivado por las corrientes de agua
en los cimientos de esa parte del templo, debido a las calderas de las
antiguas termas romanas en el subsuelo.
36. Sepulcro del rey Ordoño II
Ordoño II, rey de León al que se debe la construcción de la primera catedral
leonesa en el siglo X, tiene una abigarrada sepultura en el trasaltar, justo
detrás del altar mayor y frente a la capilla de la Virgen Blanca. Aunque la
mayor parte de la obra es del siglo XV, el yacente es del siglo XIII,
contemporáneo a la catedral. Tiene aspecto sereno y una postura equivocada
pues alguno de sus rasgos parece más propio de una figura erguida que
yacente.
En la capilla de la Virgen Blanca, se encuentran otros dos sepulcros, a
ambos lados de la escultura de la Virgen. Uno de ellos contiene los restos
del infante Alfonso de Valencia, hijo del infante Juan de Castilla el de
Tarifa y nieto de Alfonso X. En el otro, se encuentra la condesa Sancha
Muñiz, ambos del siglo XIV. En los dos, la forma es la de un sarcófago con
la escultura del yacente encima, ambos empotrados en la pared de la
capilla.
También destacan los variados enterramientos de obispos y personajes
leoneses destacados del claustro, de entre los siglos XIII y XIV.
37. Pintura
En la catedral de León, la pintura, quizás desplazada por la grandiosidad de
la vidriera, no aparece hasta el siglo XV. En esta centuria surgen diversos
maestros que configuran un variado muestrario.
La más antigua es la del trasaltar que representa una piedad con influencia
italiana. Muy cerca de ella hay un mutilado ecce-homo, pintura bella a
excepción del Cristo, pintado para sustituir al antiguo por la puerta que se
abrió en su lugar.
En el brazo norte del crucero existe una tabla pintada al temple sobre el
martirio de san Erasmo. Los personajes ofrecen aspecto apacible pese a la
brutalidad de la escena.
38. La obra de Nicolás Francés
De todos los maestros que trabajaron en León durante el siglo XV, Nicolás
Francés destaca principalmente, hasta el punto de caracterizar la pintura
catedralicia. Debió de nacer en Francia, de ahí su nombre, pero vino joven a
León, y aquí trabajó hasta su muerte en el año 1.468.
Una de sus obras más importantes fue el retablo del altar mayor, lugar donde
permaneció trescientos años, hasta que en el año 1.741, fue desarmado para
ser sustituido por otro barroco, de descomunal tamaño, diseñado por Narciso
Tomé, autor del transparente de la catedral de Toledo, y elaborado por su
primo Gavilán Tomé y el suegro de este, José de Sierra. A finales del
siglo XIX, los restauradores, viendo que la obra barroca atentaba tanto
contra la estética del templo como contra los elementos estructurales de la
cabecera, lo desmontaron y lo enviaron a la iglesia de los Padres
capuchinos. En su lugar, fue colocado en el altar mayor uno compuesto de las
tablas del retablo de Nicolás Francés que aún se conservaban, y se añadieron
otras suyas de Palanquinos y de la iglesia de Nuestra Señora del Marcado de
León, sobre todo las seis pequeñas pinturas con escenas de la vida de la
Virgen. De la iglesia de Palanquinosson, las dos de la parte que centran con
los seis apóstoles y la deposición del cuerpo de Cristo. Las conservadas
está dedicadas a la Virgen, a san Froilán y a Santiago.
39. El arte de la vidriera en la catedral de León
Otra obra fundamental suya son las pinturas murales que decoran gran
parte de las paredes del Claustro. Fueron realizados hacia la década
del año 1.460, y de los veintinueve existentes, más de veinte
pertenecen a la mano de Nicolás Francés. Representan escenas de la
vida de la Virgen y de Cristo, con dibujo ágil y una gran
expresividad. La exposición a los agentes meteorológicos en el
Claustro había deteriorado su policromía, por lo que tuvieron que
ser restauradas a finales del siglo XIX, por Juan Crisóstomo
Torbado, recuperando su pintura original. También destaca la pintura
mural del martirio de san Sebastián, recientemente restaurada, en la
capilla de santa Teresa.
La catedral de León es conocida sobre todo por su conjunto de vidrieras,
quizás el más importante del mundo junto con el de la catedral de Chartres.
Conservadas la mayoría de las originales, hecho extraño en catedrales de
esta época, fueron construidas entre los siglos XII y XVI. La técnica
de la vidriera tiene su origen, según se cree, en la cultura musulmana. De
ella fue tomada por el arte cristiano, que los utilizó desde el siglo
XI, para alcanzar su auge dos siglos más tarde. En el siglo
XVI, entró en una total decadencia, y más tarde, con la pérdida de
interés por lo medieval, los vitrales fueron eliminados de muchos templos.
Esto, junto con la fragilidad propia del vidrio, es la causa de que se
conserven tan pocas colecciones. En su época de esplendor no se tenían como
meros elementos decorativos, sino que eran una parte fundamental del
edificio. La técnica del arbotante permitía prácticamente eliminar los muros
como elemento de sostén, por lo que se podían perforar para abrir grandes
ventanales, que recubiertos con vidrieras, daban al templo una mágica
apariencia. En este sentido, la catedral de León fue uno de los edificios
que más metros cuadrados dedicó a la creación de vanos para vidrieras en
proporción a su tamaño. En metros cuadrados se distribuyen de la siguiente
manera, 464 metros en su parte baja, 282 en el triforio y 1.018 metros en la
zona superior, lo que hace un total de al menos 1.764 metros cuadrados de
superficie, según las mediciones de Demetrio de los Ríos. El conjunto cuenta
con 134 ventanales y 3 grandes rosetones. Esta enorme superficie cobra mayor
importancia debido a las dimensiones contenidas de la catedral.
No obstante, parece ser que entre los siglos XV y XVI, fueron
tapiados parte de los ventanales inferiores, de las que solo se conservaron
las partes superiores y las rosas originales, y del triforio para dar mayor
consistencia al edificio por sus problemas constructivos, si bien estas
zonas acristaladas fueron recuperadas en las restauraciones de finales del
siglo XIX, por Demetrio de los Ríos y Juan Bautista Lázaro con la
creación de otras nuevas, usando la técnica constructiva medieval.
Pese a todo, se conserva el programa iconográfico original, el cual estaba
pensado de forma tripartita, en función del pensamiento de la sociedad
medieval. Los ventanales altos o claristorio, constan de escenas bíblicas,
representando el cielo. Los ventanales medios o triforio, constan de escudos
nobiliarios y eclesiásticos, representando a la nobleza. Los ventanales
inferiores de las naves laterales, constan de representaciones vegetales,
representando la tierra, y de tareas mundanas, representado a los hombres
pecheros.
En las ventanas altas o claristorio, hay distinta temática en función de si
es el lado norte o el sur. Los ventanales del lado norte, que reciben menos
luz, tienen tonos más fríos y su temática del Antiguo Testamento destaca que
aún no han conocido la luz Cristo. Los del lado sur, más luminosos,
representan el Nuevo Testamento y presentan colores más cálidos.
El triforio de la catedral de León también está perforado con ventanales
exteriores que incluyen vidrieras, tapiadas durante la Edad Moderna y
recuperadas durante las restauraciones del siglo XIX, momento en el que se
crearon nuevas vidrieras que respetaban el conjunto iconográfico original,
en este caso, todas las vidrieras del triforio son representaciones de
escudos reales y nobiliarios, además de ciudades españolas.
Se puede clasificar el estilo de las vidrieras en función de su momento
constructivo. Habría tres épocas principales.
40. Vidrieras góticas
Realizadas en los siglos XIII, XIV y XV. Son la inmensa mayoría de las
vidrieras de la catedral, destacando sobre todo las de la parte alta. Se
realizaban con pequeños trozos de cristal de colores que se componían y
emplomaban.
Detalle de dos vidrieras del claristorio en la parte norte.
41. Vidrieras renacentistas
Realizadas en la primera mitad del siglo XVI. Su estilo es muy diferente,
siendo más una pintura sobre vidrio que una composición, y también son de
gran calidad. Destacan algunas de las capillas de la girola y las de la
capilla de Santiago. Durante los siglos posteriores, no se realizaron nuevas
vidrieras, debido a la decadencia de este arte, y los maestros vidrieros se
dedicaron a duras penas a mantener los existentes.
42. Vidrieras neogóticas
Realizadas a finales del siglo XIX, durante las grandes restauraciones
por maestros vidrieros al estilo medieval, imitando las de estilo gótico. Su
trabajo fue tan concienzudo que es muy difícil distinguir a simple vista las
realizadas en esta época a las realizadas en época medieval. Corresponden a
la mayoría de las del triforio y las partes inferiores de las vidrieras de
las naves laterales, además del rosetón del sur. Aparte, se realizó una gran
restauración de todas las vidrieras del templo, deterioradas con el paso de
los siglos, recomponiendo los vidrios rotos o perdidos.
43. Vidrieras destacadas
Se cree que una vidriera, llamada la cacería, no fue hecha para el edificio
y procede de un palacio real. Puede verse en el muro norte de la nave
central. Es el quinto gran ventanal superior comenzando a contar por los
pies de la iglesia. Su nombre alude a los distintos jinetes y hombres
armados dispuestos para la caza que en ella puede verse. Además, contiene
otras escenas que representan algunas ciencias, entre ellas la de la
alquimia, ciencia medieval con la que se creía relacionada a los
constructores de catedrales.
Detalle de la vidriera de Simón el Mago.
Junto con la cacería, otras vidrieras del siglo XIII, más o menos
restauradas, se diseminan por los ventanales, destacando las rosas situadas
en los ventanales de las capillas del ábside. Destaca también aquí, por su
originalidad, la vidriera de Simón el Mago, de temática profana. También
destacan las apariciones de reyes en los ventanales, sobre todo Alfonso X el
Sabio, en cuyo reinado se inicia la catedral. De espectacular efecto por sus
brillantes tonos azules son los ventanales más altos de la nave central en
el lado norte, sobre todo encima del coro, realizadas a principios del siglo
XIV.
El gran rosetón occidental se realizó a finales del siglo XIII, y fue
bastante restaurado a finales del siglo XIX. En su centro, aparece la Virgen
con el Niño, rodeado por doce ángeles a su vez sucedidos por motivos
ornamentales.
Frente a este gran rosetón occidental, al otro lado de la iglesia, en el
centro del ábside, se alza en árbol de Jesé, realizado en la misma época,
representando el árbol genealógico de Cristo. El rosetón del lado norte es
del mismo período, aunque con añadidos del siglo XV. En el centro aparece
Cristo, rodeado por doce formas de rayos de luz, a su vez rodeadas por doce
músicos.
El rosetón del sur fue realizado en su totalidad a finales del siglo XIX,
debido a la pérdida del anterior con motivo de los cambios de fachada. Es
una copia de los motivos temáticos del lado norte, esta vez con la Virgen
presidiendo el centro rodeado por los rayos de luz y los músicos.
A partir del siglo XVI, el arte de la vidriera empezó a decaer, y se
transformó en poco más que pintura sobre vidrio. Las grandes restauraciones
del siglo XIX, dejando de lado cierta falta de rigor, tuvieron el valor de
resucitar temporalmente la técnica medieval de su elaboración, hasta
entonces caída en el olvido.
Es importante también el efecto día en las vidrieras, teniendo en cuenta que
en sol sale por el este, vidrieras del ábside, ilumina las naves durante el
día, y se pone por el oeste, rosetón occidental, por tanto la incidencia de
la luz en los ventanales va a variar según en momento del día. El brillo de
las vidrieras puede cambiar también en función de la meteorología, entrando
más cantidad de luz en los días más luminosos y menos en los más oscuros o
nublados.
Si las vidrieras son objetos signos de ser admirados como unidades aisladas,
su efecto en conjunto con la arquitectura ojival hace de esta catedral una
de las construcciones más espirituales jamás diseñada.
Restos de la puerta este del campamento de la Legión VII en la cripta
de Puerta Obispo.
44. Cripta arqueológica de Puerta Obispo
La actual catedral gótica, al haber sido construida en el mismo
emplazamiento que las antiguas termas romanas, iglesias primitivas e incluso
una catedral románica, posee en el subsuelo importantes restos arqueológicos
de las anteriores construcciones. En el interior de la llamada cripta
arqueológica de Puerta Obispo, situada justo frente a la fachada sur de la
catedral, se albergan importantes restos del campamento de la Legión VII
Gemina, que fueron hallados en las excavaciones arqueológicas de 1.996,
durante la peatonalización del entorno de la catedral.
La Puerta del Obispo junto a la catedral, antes de su derribo.
45. La Porta Principalis Sinistra y la puerta medieval
La porta principalis sinistra, era una puerta romana de acceso al campamento
de la Legión VII, y fue construida con grandes sillares de piedra caliza y
flanqueada por ambos extremos con dos torres rectangulares, de 12,80 metros
de longitud por 5 metros de anchura, de las cuales solo los restos de la
situada más al norte se muestra en la cripta, mientras que la contraria
subyace bajo la calle. Esta entrada doble permitía el acceso al campamento
desde el este. El tránsito se realizaba mediante sendos pasajes en cuyos
extremos se abrían arcos de medio punto. Los exteriores se cerraban mediante
puertas de madera de doble hoja. Una construcción similar, la porta
principalis dextra, existió al extremo contrario del campamento, donde hoy
se ubica el Palacio de los Guzmanes. Ambas se unirían por medio de la vía
principalis, cuyo trazado hereda la actual calle Ancha. A finales del siglo
III, o comienzos del IV, se realizan reformas en la puerta, como la
clausura de uno de los vanos. Durante toda la Edad Media, la puerta siguió
funcionando como acceso a la ciudad, pese a la desaparición de las termas y
la construcción de diferentes iglesias en la zona.
A mediados del siglo XIII, con la construcción de la catedral gótica, se
erige una puerta de estilo gótico civil levantada sobre el trazado de la
muralla romana bajo imperial. Se trataba de una puerta-puente, con un macizo
de sillería en su tramo inferior y dos crujías en su parte superior.
Presentaba una vistosa galería jalonada de ventanillas geminadas, ya que su
función era la de permitir el tránsito desde el palacio episcopal a la
catedral. A finales del siglo XV, esta puerta ya se había clausurado,
lo que motivó la apertura del llamado paso de carruajes, anexo al palacio
episcopal y en uso hasta la demolición en el año 1.910-1.911, de todas las
construcciones que ocupaban la zona, debido a la búsqueda de un
aislacionismo monumental de la catedral de otras construcciones
anexas.
46. Las termas romanas
El primer edificio que aparecía en el interior del campamento, al cruzar las
puertas y a la derecha de la
vía pricipalis
eran las grandes termas interiores de la Legión VII Gemina. De sus grandes proporciones da idea el hecho de que se extendían sobre
buena parte del solar que ocupa actualmente la catedral e incluso buena
parte de la actual plaza de Regla. Según el arqueólogo García Marcos, si
las termas leonesas son similares a las de Britania y Germania, existe la suposición de que contarían con una basílica thermarum o zona dedicada a ejercicios gimnásticos con una, dos o tres naves, en
sustitución de la palestra al aire libre. La basílica thermarum estaría
situada en la zona sur de la catedral, entre el costado sur y la verja. A
diferencia de otros hipocaustos romanos, el localizado en el costado
septentrional del templo gótico tiene bóvedas de arista y muros
enteramente de ladrillo y no de piedra. Ángel Morillo, profesor titular de
la Universidad Complutense de Madrid, y uno de los mayores expertos en arqueología romana de España,
descubrió en la cripta de Puerta Obispo piezas relacionadas con el culto a Mercurio. Con seguridad, el complejo termal sobre el que se asienta la catedral
tendría en su día un ninfeo o santuario de culto a las ninfas y otras
divinidades curativas.
Los primeros restos de esta construcción fueron descubiertos a mediados del
siglo XIX, bajo la catedral con motivo de las obras de restauración que
se efectuaban en el templo. Bajo el pórtico de la fachada principal sabemos
de la existencia de tres espacios sobre hipocausto, según dibujos que
realizó el arquitecto autor del hallazgo, Demetrio de los Ríos.
Al complejo termal se asocian los restos de las letrinas que se albergan en
la cripta arqueológica, que ocupaban una de las esquinas de los baños. Esta
zona experimentó profundas reformas a lo largo de su dilatada existencia. En
un primer momento existió un depósito de agua de forma rectangular, al que
corresponden los muros de hormigón hidráulico del exterior y el pavimento de
pequeños ladrillos puestos en espiga, opus spicatum. Reformas posteriores
motivaron la construcción de muros de mampostería y ladrillo, configurando
unas letrinas de las que conservamos los canales por los que discurrían las
aguas residuales, acometiendo a una pequeña cloaca encargada de evacuarlas
al exterior del campamento.
Como fecha inicial de las termas se ha propuesto el siglo II d.C.,
tomando como apoyo una inscripción incisa dedicada al emperador Antonino Pio
(138-161 d.C.), en un ladrillo que apareció en el lugar. Las excavaciones en
Puerta Obispo, además de afirmar esta datación, han determinado que el
conjunto termal aún estaba en uso en el siglo IV. Para su construcción se
aprovechó una estructura precedente, posiblemente una piscina o un depósito.
También han permitido establecer dos límites este y sur de esta imponente
construcción.
La envergadura y calidad constructiva de las termas legionenses hicieron que
el rey Ordoño I de Asturias, situara en ellas su palacio, tras arrebatarles
la ciudad a los musulmanes en el año 856. Más tarde, en el año 916, fueron
donadas por el rey Ordoño II de León, para la sede de la iglesia episcopal
de Santa María, utilizándose una parte del antiguo edificio romano como
panteón real, hasta que esta función se trasladó en tiempos de Ramiro II de
León a Palat de Rey.
Asimismo, existen más restos de las termas romanas y de la antigua catedral
románica bajo la actual catedral. En la zona norte está la llamada cripta de
Menéndez Pidal, descubierta por este historiador y no abierta al público,
que correspondería al caldarium de las termas, utilizada como cámara
funeraria en la Edad Media, donde se conservan cinco sepulcros.
Restos de las termas de la Legión VII en la cripta de Puerta Obispo.
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