jueves, 11 de mayo de 2017

Holocausto Nazi " La Catástrofe 2ª Parte "


1. El antisemitismo / Hitler y el nazismo
En este contexto fue en el que surgió el Partido Nacional Socialista Obrero Alemán NSDAP, el partido nazi, fundado en Múnich en 1.919, cuyo programa oficial de 1.920 proponía la unión de todos los alemanes dentro de una Gran Alemania y que solo las personas de sangre o raza alemana pudiesen ser nacionales, ciudadanas del Estado y directores de medios de comunicación. Explícitamente, además, el NSDAP propugnaba un cristianismo constructivo y luchaba contra el espíritu judeomaterialista en el interior y el exterior del país. La primera declaración política conocida de su principal líder, el ex cabo del ejército alemán Adolf Hitler, expuesta en una carta del 16 de septiembre de 1.919, incidía sobre la cuestión judía partiendo de la base de que la comunidad judía era un grupo estrictamente racial y no religioso. Además,

describe las acciones de dicha colectividad como causantes de una tuberculosis racial de los pueblos. Desecha los pogromos como una respuesta meramente emocional al problema y exige un antisemitismo racional que imponga una ley de extranjería a los judíos, con el fin de revocar sus privilegios especiales. El objetivo final, según le escribe al destinatario de la carta, debe ser la extirpación Entfernung completa de los judíos.

 Indicé

Con sus fundamentos nacionalistas y antisemitas, el partido nazi se fue desarrollando poco a poco sobre la base de una intensa y llamativa actividad casi diaria de sus militantes. Entre 1.919 y 1.924, su zona de acción se reducía a Baviera, donde captó a una heterogénea masa de alemanes compuesta de antiguos soldados, de anticomunistas y antisemitas y, en general, de desclasados atraídos por la idea de una revolución nacional. Sus ideas antisemitas eran expuestas con frecuencia en diversos discursos pronunciados tanto por Hitler como por otros nazis, como Alfred Rosenberg, Julius Streicher o Hermann Esser, e insistían en la necesidad de tomar medidas contundentes contra los judíos de forma que su influencia sobre la sociedad alemana se eliminase por completo. En noviembre de 1.923, el NSDAP intentó hacerse con el poder para marchar, a continuación, sobre Berlín con el objeto de derrocar a la República de Weimar. El conocido como putsch de Múnich fracasó con la simple intervención de la policía, y Hitler fue detenido.
Sin embargo, el juicio subsiguiente se convirtió en una plataforma publicitaria para Hitler y su partido, y durante los nueve meses que pasó en la cárcel en 1.924, tuvo tiempo para escribir su autobiografía política, titulada Mein Kampf. Mi Lucha, que terminaría por convertirse en el libro de cabecera del movimiento nazi y en un texto esencial del antisemitismo, que el autor, según su propia confesión, había aprendido de personajes como el compositor Richard Wagner, Karl Lueger, alcalde de Viena, y el nacionalista extremista Georg von Schönerer.
Wagner, a quien musicalmente admiraba Hitler por encima de cualquier otro músico, había expuesto en numerosas ocasiones auténticas diatribas contra el papel corruptor de los judíos en el arte en general, a quienes consideraba la conciencia maligna de nuestra civilización moderna o el versátil genio corruptor de la humanidad. De Lueger tomaría la inspiración para utilizar el antisemitismo como un instrumento de movilización de masas, en tanto podía materializar los resentimientos del ciudadano común el judío como asesino de Cristo, el judío como usurero enriquecido mientras los demás se arruinan.
Y en cuanto a von Schönerer, Hitler había asumido íntegramente sus postulados radicales
sobre la necesidad de un antisemitismo étnico intransigente -basado en la sangre y la raza-, y adoptado su odio hacia la prensa judía y la socialdemocracia dirigida por judíos.
Además de estas influencias, determinadas experiencias personales del propio Hitler relatadas en Mi lucha, le llevaron a convertirse en un antisemita fríamente racional, comprendiendo, además, la naturaleza judaica de la socialdemocracia internacionalista austríaca. Como consecuencia de lo anterior.
Hitler llamó, desde principios de la década de 1.920, a una guerra sin cuartel contra la doctrina judaica del marxismo, que impugnaba la relevancia de la nacionalidad y la raza, negaba el valor de la personalidad y se oponía a las leyes eternas de la naturaleza con sus doctrinas igualitarias.
Hasta 1.924, la demagogia global antisemita era el tema principal en casi todos los discursos de Hitler y se dirigía, especialmente, contra los judíos por su supuesto papel como financieros, capitalistas, responsables del mercado negro y
aprovechados. Sin embargo, el impacto de la guerra civil rusa modificó esta línea discursiva hacia la identificación de los judíos con el bolchevismo y hacia un explícito antimarxismo que Hitler igualaba a la lucha contra los judíos.
Así, pues,
hacia 1.924, el núcleo central de la visión del mundo de Hitler -la historia como lucha racial y la aniquilación tanto del judaísmo lo que quiera que eso pudiese significar en términos concretos, como de su más peligrosa manifestación política e ideológica, el marxismo - era una concepción firmemente instaurada en su pensamiento.
También en Mi lucha 1.925-1.926, habla de lo oportuno que hubiese sido gasear de doce mil a quince mil judíos o hebreos corruptores durante la Primera Guerra Mundial, convencido como estaba, al igual que otros muchos ex soldados, de que Alemania había sufrido en esa guerra la traición de pacifistas y marxistas, todos ellos incitados por los judíos. La fijación de esta culpa haría que a principios de 1.939, le expresase al Ministro de Asuntos Exteriores checo su pretensión de destruir a los judíos como castigo por lo que habían hecho el 9 de noviembre de 1.918, fecha de la rendición de Alemania y de la consecuente instauración de la República de Weimar. A través de su identificación del judío con el marxismo y el bolchevismo, también responsabilizaba a los judíos de lo que denominaba genocidio judeobolchevique durante la Revolución rusa. Haciendo uso de un lenguaje no solo extremo, sino también proto-genocida, era característico asimismo de los discursos de Hitler, cuando tocaba la cuestión judía, la deshumanización constante a la que sometía a los judíos
por medio de un lenguaje zoológico que los calificaba de raza inferior, de plaga de la que había que hacer limpieza o también de gérmenes, bacilos y microbios que atacaban y envenenaban el organismo hasta que se los erradicaba. Se presentaba a la comunidad judía como el equivalente de una peste bubónica medieval, con la salvedad que, en este caso, las metáforas médicas se habían modernizado y evocaban enfermedades mortales como el cáncer o la tuberculosis. Se percibía a los judíos como una contrarraza diametralmente opuesta a los arios alemanes, y se los consideraba intrínsecamente destructivos, parasitarios y agentes de descomposición, Zersetzung.
Todo este antisemitismo tuvo, además, diversas publicaciones como herramientas para llegar al gran público. Destacó entre ellas Der Stürmer, donde se acusaba habitualmente a los judíos de violar a jóvenes alemanas y explotarlas como prostitutas, de raptar a niños y luego asesinarlos ritualmente, y de pretender empozoñar la sangre alemana a través de las relaciones sexuales para destruir la familia y el Volk pueblo, alemanes. También entre 1.926 y 1.928, Hitler se fue interesando cada vez más por la cuestión del territorio, cuya escasez por parte de Alemania se habría de solventar sustentándose en su creencia en el darwinismo social y en su teoría de la historia racial, por lo cual el más débil debía caer en beneficio del más fuerte. Así las cosas,
según su punto de vista, hay tres valores decisivos en lo que al destino de un pueblo se refiere: el valor de la sangre o la raza, el valor de la personalidad y su espíritu guerrero o espíritu de supervivencia. Estos tres valores, encarnados por la raza aria, corrían, bajo el punto de vista de Hitler, un riesgo mortal por culpa de los tres vicios del marxismo judío: la democracia, el pacifismo y el internacionalismo.
Con todo, solo una minoría del partido nazi consideraba el antisemitismo como la cuestión principal, siendo un tema menos atractivo a la hora de conseguir seguidores como lo podían ser el anticomunismo, el nacionalismo o el desempleo. Aun así, constituyó un elemento clave en el reclutamiento entre los jóvenes, hasta el punto de convertirse en el trampolín para que los nazis pudiesen llegar a dominar las universidades alemanas ya hacia 1.930, y fue relativamente fácil propagarlo entre las clases médicas y profesorales, donde se fomentó la competitividad con los numerosos judíos presentes en ellas. El movimiento hitleriano fue un fenómeno minúsculo y marginal políticamente hablando hasta la elección del Reichstag en mayo de 1.928. Sin embargo, el nazismo se fue extendiendo en las zonas rurales y la clase media urbana ya a finales de la década, justo en plena crisis económica, permitiendo que en las elecciones de septiembre de 1.930, el partido se convirtiese en la segunda fuerza política de Alemania. Dos años después, sería la primera. Durante esos años, el mensaje nazi se centró más en la necesidad de un nacionalismo integral antes que en insistir en el antisemitismo, habida cuenta de que Hitler había percibido que no era el elemento más efectivo para captar votos por no ser una preocupación de primer orden entre el electorado.
No obstante, fue empleado con gran efectividad para exacerbar los agravios locales, para satisfacer los afanes anticapitalistas radicales de las bases de las SA y para reforzar las campañas callejeras contra los partidos marxistas.
En este contexto, en 1.931, el jefe de las SS Heinrich Himmler y Richard Darré fundaron la Oficina General de la Raza y la Repoblación, conocida por sus siglas RuSHA, de Rasse-und Siedlungshauptamt y en 1.932, un grupo de nazis fundó el Movimiento de la Fe de los alemanes cristianos, para radicalizar los ideales antisemitas, anticatólicos y antimarxistas en el nacionalismo alemán.

2. Las políticas antisemitas del nazismo
El acceso de Hitler al poder en enero de 1.933, marcó el final de la emancipación judía en Alemania. Durante los seis años que siguieron, un siglo entero de integración de los judíos en la sociedad germana iba a quedar anulado de forma completa y brutal. Desde el principio, los nazis instauraron una orgía de terror dirigida contra oponentes políticos y judíos, a quienes se sometió a la violencia arbitraria de los matones que integraban las bandas de merodeadores de las SA.
Entre 1.933 y 1.939, se aprobaron en Alemania más de 1.400 leyes contra los judíos.
Tras abrirse en marzo de 1.933, el campo de concentración de Dachau, adonde se enviarían, como en los otros 50 que se crearían durante el año hasta 1.945, los nazis construirían más de 1000 campos, a los miles de sospechosos enemigos del régimen, la primera gran actuación del gobierno nazi contra el, aproximadamente, medio millón de judíos alemanes menos del uno por ciento de la población fue la declaración oficial para el 1 de abril de 1.933 de un boicot económico contra las tiendas y negocios judíos:
En todo el país las Tropas de Asalto nazis y las SS colgaron carteles con los siguientes avisos: No compréis a los judíos y Los judíos son nuestra desgracia. Escribieron la palabra Jude judío y pintaron la estrella de seis puntas de David en amarillo y negro en miles de puertas y ventanas. Se apostaban de forma amenazante delante de las casas de abogados y médicos y en las entradas de las tiendas. Se animaba a los alemanes a que no entraran mientras los judíos eran arrestados, golpeados, hostigados y humillados.
La reacción de la población alemana fue desigual, pero la impresión causada en los judíos fue demoledora. El 4 de abril, el periódico Jüdische Rundschau incitó a los judíos alemanes a portar la estrella amarilla identificativa, como una forma de reivindicar con orgullo su identidad judía. Pocos días después, el 7 de abril, se aprobó la Ley para la Renovación de la Función Pública Profesional, que, en virtud de su párrafo tres o, como fue conocido después, su Párrafo ario, desplazó al retiro a todos los funcionarios de origen no ario exceptuando a los veteranos de guerra, esto es, cualquier persona que tuviera un padre o abuelo judío. Siguieron diversas leyes que excluyeron del ejercicio profesional a multitud de abogados, jueces, fiscales, notarios y médicos judíos estos, desde el 3 de marzo de 1.936, perdieron el derecho de ejercer en hospitales públicos, y diversas medidas contra intelectuales judíos universitarios, artistas, escritores, etc., muchos de los cuales en 1.933, unos 2.000, entre ellos Albert Einstein, emigraron. También hubo otro tipo de leyes encaminadas a entorpecer la vida social de los judíos: una ley que prohibía la preparación ritual judía de la carne; una ley que, pretendiendo reducir la masificación en las escuelas y universidades, limitaba la admisión de nuevos alumnos judíos, dejando obligatoriamente su número global por debajo del 5 %; una ley que prohibía a los médicos judíos trabajar en hospitales y clínicos públicos; una ley que impedía a los judíos optar a licencias para farmacias, etc. En cuanto a la ley que excluyó a los judíos de las asociaciones deportivas, impidió finalmente la participación de la casi totalidad de los atletas judíos alemanes en los Juegos Olímpicos de 1.936, con la excepción de Helena Mayer, que vivía en California y que estaba categorizada como Mischlinge además de ser, físicamente, alta y rubia. La iglesia luterana se opuso a las sanciones de empleo y económicas contra los judíos. Obviamente, este tipo de leyes implicaba algún tipo de mecanismo para certificar el carácter ario, o no, de la población. A tal efecto, se desarrolló una red de oficinas de investigación y de gestión del proceso. Por lo demás, alrededor de 37.000 judíos emigraron de Alemania en 1.933. A finales de abril, Hitler se reunió con los representantes de la iglesia católica en Alemania y les explicó que sus acciones contra los judíos remedaban las realizadas por el catolicismo a lo largo de la historia y que con ellas se hacía un gran servicio al cristianismo.
Durante la noche del 10 de mayo, se produjo una quema pública de más de 20.000 libros, muchos de ellos de autores judíos, en las plazas de ciudades de todo el país, lo que pretendía simbolizar el fin de la influencia intelectual del judaísmo en Alemania. En septiembre, Goebbels, a través de la Cámara de Cultura del Reich, inició un proceso de depuración en el ámbito artístico y cultural, negando la posibilidad de la actividad profesional a los judíos en la prensa, el teatro, el cine y la música. Hacia finales del mes, a través de otro decreto, se excluyó también a los judíos de la profesión de granjero. Como consecuencia de todo lo anterior, y con el respaldo del Acuerdo Haavara, el primer año de Hitler en el poder provocó la marcha de unos 40.000 judíos de Alemania, casi el 10 % de los que había; tras seis años de gobierno nazi, a finales de 1.938 se habían marchado del país 200.000 judíos. Paralelamente, durante 1.933, se crearon más asociaciones antisemitas y anticomunistas como la Asociación General de Sociedades Alemanas Anticomunistas y el Movimiento de Creyentes Cristianos Alemanes. En julio, después de que el Partido Nazi se convirtiese en el único partido legal de Alemania, se despojó de la ciudadanía a los judíos del este que vivían en el país y se aprobó la ley para la Prevención de Descendencia con Enfermedades Hereditarias, que estipulaba la esterilización, por un lado, para aquellas personas que pudiesen transmitir a su descendencia algún tipo de defecto en consecuencia, antes de 1.937, 200.000 personas fueron esterilizadas, y, por otro, la eutanasia para los defectuosos y las bocas inútiles, a los que se representaba en ocasiones como bajo el lema de idiotas o de vida sin esperanza. En junio de 1.935 se modificaría la ley para incluir la obligatoriedad del aborto en el caso de fetos incapacitados de hasta seis meses.
El 17 de septiembre se creó la organización nacional judía Reichsvertretung der Deutschen Juden Representación en el Reich de los judíos alemanes, con el objeto de aglutinar a los judíos alemanes y hacer, en la medida de lo posible, frente común para defender sus intereses. En octubre, una ley de Edición obligó a todo judío vinculado al periodismo a dimitir, en virtud de la necesidad de un periodismo racialmente puro. Aunque la experiencia del boicot de principios de 1.933, no muy seguido por la sociedad alemana, llevó a que la legislación incidiese en minar a los pequeños comerciantes y profesionales judíos, por provocar menos perjuicios a la economía en general, en 1.935, la cuarta parte de las empresas judías se habían ya arinizado. Y a partir de junio de 1.938, cuando la economía estaba recuperada, se inició el expolio y la expropiación de las propiedades judías, lo cual implicó la emigración de unos 120.000 judíos.

El 1 de enero de 1.934, se eliminaron oficialmente las fiestas judías del calendario alemán. El 24 de marzo, el mismo mes en que se produjo un violentísimo pogromo en Gunzenhausen, se retiró oficialmente la ciudadanía a los miembros de la comunidad judía. Paralelamente a las decisiones gubernamentales al respecto, se fueron incrementando las llamadas Einzelaktionen o acciones individuales contra los judíos por parte de elementos de las SA, actos violentos y sádicos contra ellos. Especialmente virulentos fueron los altercados producidos en el centro de Múnich el 18 y el 25 de mayo de 1.935, culminación de una larga campaña incitada por el gauleiter Adolf Wagner, ministro del Interior de Baviera. Con todo, el rechazo de la población obligó a señalar como culpables a unos supuestos grupos terroristas.
En mayo, Rudolph Hess creó la Oficina de política racial del Partido Nacional-Socialista Alemán de Trabajadores. En 1.934, se publicó también el libro de Ernst Bergmann titulado Veinticinco puntos de la religión , en el que se afirma que Jesús no era judío sino un guerrero nórdico asesinado por los judíos; por otro lado, se fundó el Instituto de Biología Hereditaria e Investigación sobre las Razas en la Universidad de Frankfurt del Meno. A finales de 1.934, unos 50.000 judíos emigraron de Alemania.Tras prohibir en abril que los judíos se pudiesen exhibir con la bandera de Alemania y expulsarlos en mayo del ejército, la mala imagen exterior que generaba todo este tipo de acciones, y la convicción de que se promovían desde el gobierno actos de vandalismo contra los judíos, se resolvió con la promulgación en septiembre de 1.935 de las leyes raciales de Núremberg, con las que se intentó contentar tanto a la burocracia del partido nazi como a sus elementos más radicales.
3. Leyes de Núremberg
Las leyes para la protección de la Sangre y el Honor Alemanes despojaron oficialmente a los judíos de los derechos ciudadanos que todavía conservaban; también proscribieron los matrimonios y las relaciones sexuales extramaritales entre judíos y súbditos del Estado que fueran de sangre alemana o afín, y vetaron a los judíos la posibilidad de emplear en sus casas a sirvientas alemanas de menos de 45 años presumiblemente por miedo a que los hombres judíos pudieran seducir a jóvenes alemanes y engendrar hijos con ellas; asimismo, prohibieron que los judíos enarbolaran la bandera nacional, la esvástica o los colores del Reich. La Ley de Ciudadanía del Reich proporcionaba igualmente una nueva definición de quién era judío y quién no lo era. El objetivo declarado de las leyes era, según el propio discurso de Hitler ante el Reichstag, "encontrar una solución civil definitiva eine einmalige säkulare Lösung para el establecimiento de una base sobre la cual la nación alemana pueda adoptar una mejor actitud hacia los judíos eine erträgliches Verhältnis zum jüdischen Volk.
Como comentario a las mismas, Hitler utilizó por primera vez expresiones tajantes respecto al futuro que les podría esperar a los judíos, si las leyes no llegasen a ser suficientes para controlarlos; en concreto, habló de la posibilidad de dejar el problema en manos del Partido Nacionalsocialista para que le buscase una solución definitiva, zur endgültigen Lösung. Las leyes de Núremberg y la celebración de los Juegos Olímpicos en Berlín hicieron posible un periodo de tranquilidad física para los judíos, que duraría hasta 1.938; en agosto de 1.935, Hitler y Hess habían llegado incluso a prohibir las acciones individuales contras los judíos. Sin embargo, los proyectos de recrudecimiento de la actitud de los nazis respecto de los judíos siguieron adelante. En esta línea, se emitió ese mismo mes de septiembre la primera orden de aplicación de la ley de Ciudadanía del Reich por la que ningún judío podía ser ya ciudadano del mismo, lo que implicaba que no podían votar sobre asuntos políticos, ni ejercer cargos públicos. Además, se distinguía a los judíos completos lo que tenían tres abuelos judíos, como mínimo de los parciales dos abuelos judíos y que no fuese practicante ni tuviese cónyuge judío, esto es, la categoría del mestizo o Mischlinge, categoría en la que entraron entre 250.000 y 500.000 ciudadanos. A su vez, el mestizo podía ser de primer y segundo grado un abuelo judío y ser practicante o tener cónyuge judío. El 7 de septiembre de 1.936, se creó un impuesto del 25 % sobre todos los bienes judíos de Alemania. En 1.937, Hitler declaró que durante los dos o tres años siguientes la cuestión judía se habría de arreglar de un modo u otro, y a finales de ese año, con la consecución del pleno empleo en Alemania, la intención de expropiar y eliminar a los judíos de la economía alemana se hizo clara. Consecuentemente,
a finales de 1.937, y bajo la presión constante, innumerables negocios judíos perdieron toda su clientela, se vieron obligados a hacer grandes liquidaciones, y emigraron o se trasladaron a ciudades más grandes, donde pudieron continuar una existencia entre las sombras durante algún tiempo, hasta acabar situándose al margen de la sociedad, retirados, amenazados y perseguidos.
El 28 de marzo de 1.938, todas las organizaciones judías perdieron definitivamente su estatus oficial y un mes después, el 21 de abril, un decreto excluyó a los judíos de la economía nacional, estipulando además la toma de sus bienes. Desde ese momento, los judíos hubieron de registrar todas sus propiedades y bienes por valor superior a los 5.000 marcos, con el objeto final de poder ser subastadas entre los no judíos. El 9 de junio la principal sinagoga de Múnich fue incendiada por los nazis y el 10 de agosto la de Núremberg. El 15 de junio todos los judíos con alguna condena previa, independientemente de su gravedad, fueron detenidos. El 25 se restringió la atención de los médicos judíos a pacientes judíos y un mes después se les cancelaron sus licencias. Al tiempo, se dio orden de que todos los judíos de Alemania solicitasen tarjetas especiales de identificación y que, como segundo nombre, los hombres judíos tomasen el genérico de Israel y las mujeres el de Sara un año después, en agosto de 1.939, se emitió por parte de las autoridades nazis un listado de nombres permitidos para los niños judíos. El 6 de julio se ordenó que desapareciese antes de fin de año cualquier negocio judío. El 20 de septiembre, todas las radios de propiedad judía fueron confiscadas y desde el 27 de septiembre, se les prohibió a los judíos ejercer la abogacía y desde el 5 de octubre todos sus pasaportes fueron marcados con una gran J roja. El 28 de octubre Alemania expulsó a los 17.000 judíos con ciudadanía polaca, que quedaron abandonados en la frontera, en Zbaszyn, al no aceptarlos Polonia. El 15 de noviembre todos los alumnos judíos fueron expulsados de las escuelas alemanas.
4. El Holocausto. La Noche de los cristales rotos y el comienzo de las deportaciones y los guetos
En marzo de 1.938, Alemania se anexionó Austria, y con ellos incorporó a su población a los cerca de 200.000 judíos austriacos. Como herramienta para alcanzar la aspiración nazi de liberar a Alemania de la población judía, Viena se convirtió en el primer lugar en el que se pondría en práctica la que sería, a partir de entonces, una constante política nazi: la deportación de la comunidad judía de su territorio. Previamente, hubo 

una campaña de intimidación particularmente violenta y brutal, [en la que] las SA obligaron a los judíos a fregar las calles de la ciudad con pequeños cepillos bajo la mirada de una multitud que se mofaba de ellos, los negocios pertenecientes a aquella minoría fueron expropiados a la velocidad del rayo y los matones nazis austríacos saquearon sin contemplaciones los hogares judíos. El antisemitismo ya presente en Austria sirvió para desbordar las medidas antijudías, hasta el punto de que llegaron a servir de modelo para las tomadas en la propia Alemania. Una campaña de detenciones provocó el traslado de unos mil judíos a campos de concentración, entre ellos el de Mauthausen. Entre las medidas y acciones tomadas contra los judíos de Austria más destacables, estuvieron que se les privó de la ciudadanía, que sus organizaciones y congregaciones perdieron toda financiación gubernamental y que, además, en los primeros meses de anexión, los bancos vieneses de propiedad judía pasaron a manos de los nazis. La consecuencia inmediata de ello fue una oleada de emigración judía tanto de Alemania como de Austria el 4 de junio, por ejemplo, emigró de Viena Sigmund Freud, con 82 años. La Conferencia internacional de Evian, promovida por Estados Unidos en Francia con el objeto de tratar el tema de los refugiados judíos, se resolvió con pretextos generales por parte de todos los países presentes, los que terminaron por no acoger a un número sustancial de judíos que solicitaban refugio. Al frente de la gestión del procedimiento industrial para la emigración forzada de los judíos de Viena, se situó desde la misma primavera de 1.938, a Adolf Eichmann. En seis meses, expulsó a cerca de 45.000 judíos y antes de mayo de 1.939, más del 50 % de la población judía unos 100.000 se había ido de Austria. En octubre de 1.939, invadida ya Polonia, se inició la deportación de los judíos austriacos hacia campos de trabajos forzados en ese país. En febrero de 1.941 se inició la deportación a guetos en Polonia ocupada, como los de Kielce y Lublin, adonde se fueron enviando unos 1000 judíos de Viena cada semana. La primera deportación en masa se produjo en octubre de 1938, cuando 16.000 judíos de origen polaco fueron expulsados de Alemania, siendo abandonados en la frontera con Polonia, que les negó la entrada. El hijo de uno de ellos, Herschel Grynszpan, que residía en París, reaccionó asesinando al tercer secretario de la embajada alemana en París. La propaganda nazi calificó la acción como declaración de guerra y como un acto más de la conspiración judeomasónica mundial. Así, un día después de la muerte del diplomático, el 10 de noviembre, tuvo lugar la Noche de los cristales rotos Kristallnacht, pogromo instigado por el ministro de propaganda Joseph Goebbels, pero con la expresa aprobación de Hitler, que constituyó la exhibición pública de antisemitismo más violenta en Alemania desde la época de las cruzadas y marca el inicio del Holocausto. A lo largo y ancho de Alemania, ardieron más de cuatrocientas sinagogas y se saquearon más de siete mil quinientos negocios y otras propiedades judías; por lo menos cien judíos fueron asesinados, muchos más resultaron heridos, y a treinta mil se los despachó de modo sumario a campos de concentración en los cuales sufrirían indecibles ultrajes. Otra consecuencia directa del pogromo fue que Reinhard Heydrich asumió la coordinación centralizada de la Cuestión Judía. Las agresiones no solo fueron realizadas por los fanáticos ideológicos del partido nazi, sino también por alemanes corrientes. No hubo esta vez protestas públicas significativas por parte de las iglesias. Dos días después, el gobierno alemán reforzó las consecuencias del pogromo imponiendo una multa de mil millones de marcos alemanes a la comunidad judía alemana por lo que se calificó como una actitud hostil hacia el Reich y su pueblo. Durante la reunión en la que se decidió la medida, se sugirieron diversas medidas discriminatorias muchas de las cuales serían aprobadas por Hitler el mes siguiente. Mediante ellas se puso prácticamente fin a la actividad empresarial de los judíos, a su libertad de movimiento y a sus relaciones con el resto de la población alemana. Además, 30.000 judíos fueron detenidos y llevados a campos de concentración, donde llegaron a morir unos 10.000. La radicalización de la actitud hacia los judíos fue reflejada por un artículo del 24 de noviembre de 1.938, en el periódico de las SS, Das Schwarze Korps, en el que se afirmaba que tendríamos que enfrentarnos a la necesidad irrevocable de exterminar el submundo judío del mismo modo que, bajo nuestro gobierno de Ley y Orden, solemos exterminar a cualquier otro criminal, es decir, con el fuego y la espada. El resultado debería ser la eliminación práctica y definitiva de los judíos que hay en Alemania, su aniquilación absoluta. Dos meses después, en el plazo de una semana, haría dos declaraciones explícitas sobre sus intenciones respecto de los judíos: por un lado, el 21 de enero de 1.939, en palabras dirigidas al ministro de Asuntos Exteriores checoslovaco, Hitler indicó que los judíos serían destruidos y que su provocación del 9 de noviembre de 1.918, no les habría de salir gratis, sino que sería vengada; por otro lado, el 30 de enero, pronunció un discurso en el Parlamento alemán que habría de gravitar sobre todas las decisiones que en adelante se tomarían sobre la cuestión judía. Alardeando de una aptitud profética, afirmó: Durante la época de mi lucha por el poder, fue en primer lugar la raza judía la que no hizo sino recibir a carcajadas mis profecías cuando dije que algún día asumiría la dirección del Estado y, con ella, la de toda la nación, y que entonces, entre muchas otras cosas, resolvería el problema judío. Sus carcajadas fueron escandalosas, pero creo que, de un tiempo a esta parte, ya solo ríen por dentro. Hoy seré profeta una vez más: si los financieros judíos internacionales de Europa y de fuera de ella logran sumir de nuevo a las naciones en una guerra mundial, ¡el resultado no será la bolchevización de la tierra y, por lo tanto, la victoria de los judíos, sino la aniquilación de la raza judía en Europa. Hitler recordaría su profecía dos veces en 1.942 y tres en 1.943, aunque asociándola a una fecha equivocada, el 1 de septiembre de 1.939, como forma de vincular el inicio de la guerra a los judíos. Previamente, en el contexto de sus iniciativas diplomáticas para conseguir que la comunidad internacional se hiciese cargo de la población judía alemana, Hitler había declarado dos meses antes al ministro de Defensa de Sudáfrica, Oswald Pirow, que ya había adoptado una decisión irrevocable sobre ellos y que un día habrían de desaparecer de Europa. Como consecuencia de esta situación, y tras el establecimiento, además, en enero de la Oficina de Emigración judía dirigida por el jefe de la Gestapo Heinrich Müller, la emigración judía aumentó considerablemente, tanto la legal como la ilegal, la cual llevó hacia Palestina a unos 27.000 judíos antes del fin de 1.940.
Insignia amarilla. Introducida en Polonia ocupada desde 1.939, a partir de 1.941 fue obligatorio para los judíos alemanes y austríacos portar una estrella amarilla con la inscripción Jude, judío en alemán expresada en caracteres pseudo - hebreos.
A partir del 21 de febrero de 1.939, los judíos de Alemania se vieron obligados a entregar a las autoridades todo el oro y la plata que tuviesen en posesión. El 15 de marzo de 1.939, Alemania inició la ocupación de Checoslovaquia; las SS hubieron de ocuparse de unos 120.000 judíos. En menos de seis meses, más de 30.000 emigraron y 19.000 dejaron Europa, tras haber sido hacinados en Praga. Al final, del total restante solo sobrevivirían 10.000. 

El 30 de abril de 1.939, se promulgó una ley que prohibía a judíos y no judíos compartir el mismo bloque de pisos; como consecuencia de ello, se crearon casas judías y guetos en las grandes ciudades que hicieron aumentar el aislamiento social de la población judía. La obligatoriedad de portar la insignia amarilla que entró en vigor en 1.939, asentó definitivamente ese aislamiento y condujo a la segregación de los judíos de un modo drástico.
En 1.939, 78.000 judíos abandonaron Alemania y se confiscó por todo el país objetos de valor pertenecientes a los judíos. Finalmente, el 12 y 13 de febrero de 1.940, comenzaron las deportaciones de los judíos de Alemania, especialmente desde Pomerania. Los pocos que fueron quedando vieron como se deterioraba completamente su vida civil en el país: prohibición de la emigración, octubre de 1.941, disolución de la Liga Cultural Judía. septiembre de 1.941, leyes que prácticamente condenaban a la pena de muerte por cualquier infracción, diciembre de 1.941, y marcado con una estrella de papel blanco de todo hogar judío, marzo de 1.942.

Estos trabajadores esclavos soviéticos, polacos y holandeses, internados en el campo de concentración de Buchenwald, ingresaron en el campamento con un promedio de 73 kg cada uno. Después de 11 meses, su peso promedio era de 31 kg, 16 de marzo de 1.945.

5. Políticas genocidas en Europa
Tras las distintas anexiones e invasiones de países y otros territorios durante la guerra, el principal objetivo de Hitler fue el genocidio racial de los mismos, en tanto que habían pasado a formar parte de la Gran Alemania. Como corolario de este objetivo y de las consecuencias naturales de una guerra, dos fueron los grandes problemas con lo que se encontró el nazismo: el reasentamiento de los deportados y de los prisioneros de guerra, y la manutención de los mismos. Y aunque, en parte, la política de exterminio fue una salida a ambos problemas, ya en septiembre de 1.939, había constancia de las ideas de Hitler sobre la administración de Polonia:

 

 

El 12 de septiembre de 1.939, el almirante Canaris le comentó al general Keitel que tenía conocimiento de las ejecuciones en masa Füsilierungen que estaban planificándose para Polonia y que tenían que ser exterminados ausgerottet la nobleza y el clero especialmente. Keitel le respondió que el Führer ya lo había decidido personalmente. La Wehrmacht tenía que aceptar el exterminio racial y la limpieza política de las SS y la Gestapo, aun sin querer tener nada que ver con ellas. Ésa fue la razón por la cual, junto con los comandantes militares, hubo también nombramientos de comandantes civiles, sobre quienes recaería el exterminio racial Volkstums-Ausrottung.
La conquista de Polonia, en este sentido, provocó una transformación en el tratamiento de la Cuestión Judía. De repente, Alemania se había encontrado con tres millones de judíos más que gestionar. El trato que se le dio, como judíos del este que eran y por tanto especialmente despreciados y deshumanizados, fue especialmente bárbaro, bastante más allá del trato dado a los judíos de Alemania y Austria. En parte, ello fue debido a la mayor libertad, dado que quedaba lejos la opinión pública alemana y las restricciones legales correspondientes, que se dio al partido y a la policía para tomar iniciativas individuales autónomas. La invasión de Yugoslavia y Grecia en abril de 1.941, terminó por ser, también, un desastre para los miles de judíos que allí vivían. Esto quiere decir que durante el periodo 1.939-1.941, los nazis no llegaron a elaborar una política clara y coherente sobre qué hacer con los judíos, los polacos y el medio millón de germanos de pura cepa que fueron «repatriados» a territorios anexionados por Alemania. Solo cuando el Warthegau empezó a colapsarse con los judíos llegados de Alemania y cuando la invasión de la URSS multiplicó el problema del movimiento y la manutención de personas, se empezó a pensar más seriamente en la elaboración de planes más o menos precisos para solucionar tales problemas. En este sentido,
Fue Himmler quien, por medio de incesantes órdenes verbales dictadas a sus subordinados, llevó a cabo la transición hasta el asesinato indiscriminado de los judíos de uno y otro sexo y todas las edades en julio y agosto de 1.941. No obstante, está claro que el asesinato en masa de los judíos de Europa oriental que empezó en ese entonces fue por encima de todo un reflejo de los propios deseos y creencias personales de Hitler, repetidamente formulados tanto en público como en privado durante esos meses.
Al poco de ser nombrado ministro de los Territorios Ocupados del Este, en noviembre de 1.941, Rosemberg explicitó estas ideas declarando que esos territorios estaban llamados a ser el lugar de resolución de la cuestión judía; en su opinión, tal cuestión solo podía resolverse mediante la erradicación biológica de todos los judíos de Europa, expulsándolos al otro lado de los Urales o erradicándolos de alguna otra manera. Mapa del Holocausto en Polonia ocupada durante la Segunda Guerra Mundial , con seis campos de exterminioAuschwitz BirkenauBelzecChelmnoMajdanekSobibór y Treblinka. Marcados en rojo figuran tres sitios remotos donde se perpetuaron matanzas en masa: Bronna Gora, Ponary y Polonka. La estrella de seis puntas indica veinte ciudades polacas con guetos. Con cuadrados negros figuran seis de los principales campos de concentración.

6. La política antisemita en Polonia ocupada. Ocupación de Polonia (1.939-1.945), Crímenes de guerra alemanes en Polonia. Territorios polacos anexionados por la Alemania
Los planes nazis para la reformulación racial de Europa encontraron en los 3.300.000 judíos de Polonia un campo de experimentación para el genocidio en masa. Para el nazismo, los polacos eran seres inferiores y los judíos polacos lo eran aún más. La mayoría de los judíos europeos vivía en Polonia y Europa Oriental. El Gobierno General Polonia ocupada fue el país donde se establecieron los principales campos de exterminio: Auschwitz-Birkenau, Chelmno, Belzec, Treblinka, Sobibór y Majdanek. A Auschwitz-Birkenau los primeros prisioneros no judíos llegaron el 14 de junio de 1.940. Por lo demás, en el área ocupada por el Ejército Rojo desde el 17 de septiembre, la suerte de los judíos tanto los residentes como los refugiados ante el avance alemán fue también mala: 100.000 de ellos murieron en los procesos de deportación a Siberia y muchos se hubieron de resignar a regresar a la zona ocupada por los alemanes, debido a la situación insostenible con los soviéticos.
Al tiempo que entre el 1 de septiembre y el 25 de octubre de 1.939, se desarrollaba en todo el país la Operación Tannenberg, ejecutada por las SS Einsatzgruppen, cuyo resultado fue el asesinato de cerca de 10.000 intelectuales y miembros de la nobleza y el clero polacos con el objeto de eliminar la resistencia local, desde principios de la invasión las acciones contra los judíos se fueron sucediendo. Por ejemplo, el 8 de septiembre, el grupo operativo especial del Servicio de Seguridad de las SS, que repetiría acciones similares en otras zonas, asesinó en Bedzin a un grupo de niños judíos e incendió la sinagoga y casas vecinas, al tiempo que disparaba indiscriminadamente con los judíos con los que se encontraba por la calle. El resultado fue de 500 judíos muertos. El 11 de septiembre, en una reunión en Cracovia, se le comunicó a Udo von Woyrsch, jefe del mencionado Grupo Operativo, una orden de Himmler por la cual instaba a tomar las medidas más duras posibles contra los judíos para que, movidos por el terror, se desplazasen hacia el este abandonando la zona controlada por los alemanes. El 21 de septiembre, Reinhard Heydrich, jefe de las SS, ordenó a los Einsatztruppen que, en colaboración con las autoridades civiles y militares, iniciasen una serie de concentraciones de los judíos en guetos y deportaciones masivas de ciudadanos hacia el Este, desde el 29 de noviembre, la pena de muerte era el castigo para quien no se presentase a la deportación. Toda comunidad judía por debajo de los 500 individuos quedó disuelta y enviada a guetos y campos de concentración. A tal efecto, se estableció un departamento de las SS, el Rasse-und Siedlunghauptamt. Oficina Principal - o central - para la Raza y el Reasentamiento, para gestionar la germanización de la zona conquistada y el bienestar de los colonos allí enviados. Sus miembros contaban con cuatro semanas de adiestramiento para la evaluación racial y biológica, que se basaba en veintiún criterios físicos, quince eran fisonómicos. La clasificación obtenida utilizaba descripciones como.
muy apropiado» en el extremo superior, en los casos en que los inmigrantes fuesen puramente nórdicos, puramente fálicos o nórdico fálicos, sin defectos de intelecto, de carácter o de naturaleza hereditaria» reseñables, y étnica o biológicamente inapropiado en el extremo inferior, cuando los consideraban de sangre no europea, o bien por adolecer de malformaciones físicas o pertenecer a familias socialmente débiles o sin aptitudes.
El 7 de noviembre comenzaron las deportaciones de judíos del oeste de Polonia, procedimiento reforzado por la orden de Heydrich dada el 12 de ese mismo mes para que todos los judíos del Warthegau fuesen trasladados para dejar sitio a los asentamientos de alemanes de raza aria. Entre el 26 de octubre y principios de febrero de 1.940, los nazis deportaron y reasentaron a unos 78.000 judíos en una reserva situada en el sudeste de Polonia, en la región Lublin-Nisko. Los testimonios de los alemanes de clase media que se encargaron de desalojar y preparar las granjas polacas para los colonos, subrayan la idea de que para ellos el sufrimiento de polacos y judíos era «o bien invisible o bien aceptable, cuando no justificado.
El 11 de noviembre, en las afueras de Ostrow Mazowiecka, se produjo uno de los primeros asesinatos masivos de judíos polacos por parte de los nazis. Acusados por la población local de haber incendiado parte de la ciudad, la policía alemana mató entre 162 y 500 judíos. El 12 de diciembre se instauró en el este de la Gran Alemania un periodo obligatorio de trabajos forzados para los judíos de entre 14 y 60 años. Unos meses después, en mayo de 1.940, se lanzó una nueva ofensiva contra los intelectuales polacos denominada Operación de Pacificación Extraordinaria.
En resumen, con la invasión de Polonia en septiembre de 1.939, los nazis se encontraron con que el imperio alemán había incorporado a su población a dos millones de judíos polacos posteriormente, un millón de ellos, de la Polonia oriental, como resultado del pacto nazi-soviético pasarían a formar parte de la Rusia comunista. Esta situación, que se repitió en menor medida con cada conquista alemana 120.000 judíos más de los territorios checos, por ejemplo, etc., puso a los nazis ante el problema de cómo lograr territorios judenrein, esto es, libres de judíos.
Entre septiembre y diciembre se establecieron las divisiones administrativas para Europa del este, de donde se intentaría expulsar a la fuerza a los judíos: la Gran Danzig, norte de Polonia, Prusia Occidental norte de Europa en el Báltico, la Gran Prusia Oriental norte de Europa en el Báltico y la zona del oeste de Polonia anexionada, que los nazis denominaron Warthegau, Reichsgau Wartheland, cuya capital era Posen Poznan, y que desempeñaría un papel crucial en la génesis de la Solución Final. Se creó también el conocido como Gobierno Genleral en Polonia, zona administrativa que no quedó incorporada a la Gran Alemania y donde los nazis situarían sus campos de concentración y exterminio; fue nombrado jefe Hans Frank y Cracovia, importante comunidad judía, sería designada como su capital. De acuerdo con las indicaciones expresas de Hitler, el Gobierno General se constituyó como un territorio autónomo con respecto del Reich, y en él, lugar de destino del resto de judíos de Polonia, se puso en práctica una lucha étnica sin límites.
En líneas generales,
la invasión alemana de Polonia trajo consigo de inmediato la sádica humillación de la comunidad judía polaca -a menudo se vejó en público a los judíos ortodoxos arrancándoles la barba y los bucles - y el asesinato intermitente de judíos, que causó, durante los tres primeros meses de la campaña, un número cercano a las siete mil.
Las figuras más importantes en la administración del territorio fueron Arthur Greiser, gobernador del Reich y gauleiter del partido nazi, y Wilhelm Koppe, jefe de las SS y la policía de la región, que sería, probablemente, quien tomara la iniciativa de empezar el genocidio en la zona. En septiembre de 1.939, se expusieron, en distintas directrices del Jefe de la Policía de Seguridad Reinhard Heydrich, las líneas definitorias de lo que entonces se entendía como objetivo final en relación a los judíos: concentrarlos en las grandes ciudades polacas para a continuación deportarlos hacia una reserva al este del Vístula. A estas alturas, estaba ya claro que,
Hitler era quien marcaba las pautas y era asimismo la autoridad final en cuanto a decidir el grado de brutalidad de la política racial; y dejan claro también que tenía ideas de gran repercusión, aunque imprecisas, sobre pasos futuros, utilizando al menos en parte las iniciativas sugeridas por Himmler, que rápidamente demostraron ser irrealizables e impracticables. Fue precisamente debido a que los crueles imperativos de Hitler no ofrecía más que unos objetivos amplios, pero débilmente formulados, y sancionaban acciones de lo más brutales, por lo que se abrió la puerta a iniciativas salvajes de los organismos del partido y del Estado y, por encima de todo, naturalmente, de las SS.
El 21 de septiembre se emitió un decreto administrativo en el que Heydrich, distinguiendo entre un objetivo final a largo plazo y unas medidas preliminares a corto plazo, ordenaba, en el ámbito de estas últimas, que los judíos de Polonia fuesen concentrados en las ciudades más grandes, cerca de los cruces de líneas de tren con vistas a la deportación. Una semana después, Himmler especificó en otra orden que todos los judíos del oeste de Polonia el Warthegau debían ser deportados al centro del país con el fin de dejar sitio a los alemanes que iban a ocupar la zona.
En la primera quincena de diciembre, se llevó a cabo la primera deportación: se detuvo en Psen a 88.000 polacos y judíos y se les trasladó hasta el Gobierno General los hombres aptos y sanos eran, sin embargo, enviados a Alemania a trabajar forzosamente. Por otro lado, estas deportaciones de cientos de miles de judíos supuso que desde finales de 1.939, se empezasen a establecer guetos por toda Polonia; el primero, erigido en diciembre, estuvo en la ciudad de Lodz en la que entre el 15 y 17 de noviembre los nazis habían destruido todas las sinagogas, precisamente en el Warthegau. Simultáneamente, se establecieron trabajos forzados para todos los judíos de la Polonia anexionada; los no aptos para el trabajo niños, mujeres y enfermos fueron confinados en guetos. Sin embargo, avanzado 1.940, Hans Frank recibió una petición, a la que se negó, para albergar en la zona de su jurisdicción a un cuarto de millón de judíos provenientes del gueto de Lodz, de los que quería librarse el Warthegau. A su vez, Göring tuvo que prohibir en marzo del mismo año que los judíos de las zonas orientales del Reich fuesen deportados sin más a la Polonia anexionada. La imposibilidad de hacerse cargo de ellos, tanto en uno como en otro caso, hizo pensar ya que la solución al problema judío tendría que ser otra. En este sentido, en junio, Heydrich informó a Ribbentrop de que la solución para los tres millones y cuarto de judíos bajo dominio de Alemania habría de ser territorial. El 25 de mayo de 1.940, Himmler le había presentado a Hitler un memorándum secreto titulado Reflexiones sobre el trato a los pueblos de raza extranjera del Este en el que hablaba del pueblo subhumano del Este y de la necesidad de utilizarlos como mano de obra. Explícitamente, rechazaba el exterminio físico por antialemán y bolchevique, prefiriendo el reasentamiento y división de grupos sobre la base de un criterio racial. Respecto de los judíos, expresaba su esperanza de que estos desapareciesen de Europa a través de una gran emigración de los mismos a África o alguna otra colonia. 

Entre las soluciones alternativas, que les fueron presentadas a los representantes judíos tras la crisis en el proceso de deportaciones materializada en una reunión celebrada el 31 de julio de 1940, en Cracovia donde, ante la evidencia expuesta por parte de Greiser de la masificación en el Warthegau en el gueto de Litzmannstadt-Lodz había ya 2.500.00 judíos, se sugirió la posibilidad de la emigración a Palestina o la de enviarlos a Madagascar. Esta última idea estaba en el aire desde que en 1.937, el gobierno polaco había tratado de llegar a un acuerdo con franceses y británicos para enviar allí a un millón de judíos polacos. Tras la capitulación de Francia, Franz Rademacher, responsable alemán de asuntos judíos en la Cancillería, elaboró un memorándum que preveía la deportación de cuatro millones de judíos de Europa a la isla. La idea quedó descartada a principios de 1.942. 
Entre mayo y diciembre de 1.940, miles de judíos de Polonia fueron enviados a la nueva frontera soviética para construir fortificaciones.

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