1. Cascada de Nocedo
La cascada de Nocedo y la garganta
del arroyo de Valdecésar constituyen
un escenario de gran belleza y fácilmente accesible para cualquier
visitante sin movilidad reducida, hasta el punto de que se ha convertido
en uno de los mayores reclamos turísticos de la zona.
Existe en las
Montañas del Norte de León, cerca del
pueblo de Nocedo de Curueño, unas
foces de gran belleza encumbradas por un robledal que confiere al lugar un
aspecto mágico. Y así se dice que en él moran las xanas y las hadas del
bosque. Y destaca en dicho lugar un paraje idílico, la conocida cascada
llamada “cola de caballo”. Una
impresionante cortina de agua que cae de la montaña desde unos 20 metros
de altura. Cuando te acercas a ella, escondida en la cima de la misma,
parece que brama y el suelo retumba y cuando te asomas la belleza que
hallas es indescriptible y no hay foto que le haga justicia. Dicha cascada
es la muerte final del arroyo de
Valdecésar antes de desaguar y morir
en el río Curueño. Desde la apertura
superior hasta su lecho la cascada forma un juego continuo de espuma y de
luz. Los lugareños vienen hablando de ella generación tras generación y
comentan que en épocas de lluvias brama en el corazón de la montaña día y
noche como el relámpago en la tormenta y hay un viejo dicho que dice:
“cuando la niebla baja a la cascada, está segura la nevada”.