La Primera Guerra Mundial, también conocida como Gran Guerra, fue una
guerra desarrollada principalmente en Europa, que dio comienzo el 28 de
julio de 1.914, y finalizó el 11 de noviembre de 1.918, cuando Alemania
aceptó las condiciones del armisticio. Tras seis meses de negociaciones en
la Conferencia de Paz de París, el 28 de junio de 1.919, los países aliados
firmaron el Tratado de Versalles con Alemania, y otros a lo largo del
siguiente año con cada una de las potencias derrotadas. Más de nueve
millones de combatientes y siete millones de civiles perdieron la vida, una
cifra extraordinariamente elevada, dada la sofisticación tecnológica e
industrial de los beligerantes. Está considerado el quinto conflicto más
mortífero de la historia de la Humanidad. Tal fue la convulsión que provocó
la guerra, que allanó el camino a grandes cambios políticos, incluyendo
numerosas revoluciones con un carácter nunca antes visto en varias de las
naciones involucradas.
Indicé |
Recibió el calificativo de mundial, porque en ella se vieron involucradas
todas las grandes potencias industriales y militares de la época, divididas
en dos alianzas opuestas. Por un lado se encontraba la Triple Alianza,
formada por las Potencias Centrales: el Imperio alemán y Austria-Hungría.
Italia, que había sido miembro de la Triple Alianza junto a Alemania y
Austria-Hungría, no se unió a las Potencias Centrales, pues Austria, en
contra de los términos pactados, fue la nación agresora que desencadenó el
conflicto. Por otro lado se encontraba la Triple Alianza, formada por el
Reino Unido, Francia y el Imperio ruso. Ambas alianzas sufrieron cambios y
fueron varias las naciones que acabarían ingresando en las filas de uno u
otro bando según avanzaba la guerra: Italia, Japón y Estados Unidos se
unieron a la Triple Alianza, mientras el Imperio otomano y Bulgaria se
unieron a las Potencias Centrales. En total, más de 70 millones de
militares, incluyendo 60 millones de europeos, se movilizaron y combatieron
en la guerra más grande de la historia hasta ese momento. Hasta el
comienzo de la Segunda Guerra Mundial, esta guerra era llamada Gran Guerra o
simplemente Guerra Mundial, expresión esta última que en Alemania comenzó a
utilizarse desde su comienzo Weltkrieg, aunque solo se generalizó en Francia
Guerre Mondiale, y en el Reino Unido World War, en la década de 1.930,
mientras que en Estados Unidos la denominación se impuso a partir del
momento de su intervención, ya que allí originalmente se la conoció como la
Guerra Europea.
Aunque el imperialismo que venían desarrollando desde hacía décadas las
potencias involucradas fue la principal causa subyacente, el detonante del
conflicto se produjo el 28 de junio de 1.914, en Sarajevo con el asesinato
del archiduque Francisco Fernando de Austria. Su verdugo fue Gavrilo
Princip, un joven nacionalista serbio. Este suceso desató una crisis
diplomática cuando Austria-Hungría dio un ultimátum al Reino de Serbia y se
invocaron las distintas alianzas internacionales forjadas a lo largo de las
décadas anteriores. En pocas semanas, todas las grandes potencias europeas
estaban en guerra y el conflicto se extendió a muchas otras áreas
geográficas.
El 28 de julio, los austro-húngaros iniciaron las hostilidades con el
intento de la invasión de Serbia. Mientras Rusia se movilizaba, Alemania
invadió Bélgica, que se había declarado neutral, y Luxemburgo en su camino a
Francia. La violación de la soberanía belga llevó al Reino Unido a declarar
la guerra a Alemania. Los alemanes fueron detenidos por los franceses a
pocos kilómetros de París, iniciándose una guerra de desgaste en las que las
líneas de trincheras apenas sufrirían variación alguna hasta 1.917. Este
frente es conocido como Frente Occidental. En el Frente Oriental, el
ejército ruso logró algunas victorias frente a los austro-húngaros, pero
fueron detenidos por los alemanes en su intento de invadir Prusia Oriental.
En noviembre de 1.914, el Imperio otomano entró en la guerra, lo que
significó la apertura de distintos frentes en el Cáucaso, Mesopotamia y el
Sinaí. Italia y Bulgaria se unieron a la guerra en 1.915, Rumania en 1916, y
Estados Unidos en 1.917.
Tras años de relativo estancamiento, la guerra empezó su desenlace en marzo
de 1.917, con la caída del gobierno ruso tras la Revolución de Febrero y la
firma de un acuerdo de paz entre la Rusia revolucionaria y las Potencias
Centrales después de la Revolución de Octubre, en marzo de 1.918. El 4 de
noviembre de 1.918, el Imperio austro-húngaro solicitó un armisticio. Tras
una gran ofensiva alemana a principios de 1.918, a lo largo de todo el
Frente Occidental, los Aliados hicieron retroceder a los alemanes en una
serie de exitosas ofensivas. Alemania, en plena revolución, solicitó un
armisticio el 11 de noviembre de 1.918, poniendo fin a la guerra con la
victoria aliada.
Tras el fin de la guerra, cuatro grandes imperios dejaron de existir, el
alemán, el ruso, el austro-húngaro y el otomano. Los Estados sucesores de
los dos primeros perdieron una parte importante de sus antiguos territorios,
mientras que los dos últimos se desmantelaron. El mapa de Europa y sus
fronteras cambiaron completamente y varias naciones se independizaron o se
crearon. Al calor de la Primera Guerra Mundial, también se fraguó la
Revolución rusa, que concluyó con la creación del primer Estado
autodenominado socialista de la historia, la Unión Soviética. Se fundó la
Sociedad de Naciones, con el objetivo de evitar que un conflicto de tal
magnitud se repitiese; sin embargo, dos décadas después estalló la Segunda
Guerra Mundial. Entre sus razones se pueden señalar: el alza de los
nacionalismos, una cierta debilidad de los Estados democráticos, la
humillación sentida por Alemania tras su derrota, las grandes crisis
económicas y, sobre todo, el auge del fascismo.
Antecedentes
Toda fuerza se agota, la facultad de dirigir la historia no es una
propiedad perpetua. Europa, que la heredó de Asia hace 3.000 años, tal vez
no la conservará siempre.
Ernest Lavisse, 1.890.
2. Imperialismo
En 1.914, Europa estaba en el cenit de su dominio mundial. Tras la
Revolución Industrial y la explosión demográfica, Europa había logrado
establecer una dominación política, económica y militar a nivel mundial,
basada en una abrumadora superioridad técnica e intelectual. Reunía a una
cuarta parte de la población mundial y cada año cientos de miles de europeos
emigraban a países de Ultramar, una emigración, la mayor del mundo, que no
hacía sino cimentar el dominio europeo sobre el resto del mundo. A
principios del siglo XX, el mundo estaba configurado para beneficio de
Europa y la explotación económica de los territorios fuera del continente se
guiaba sobre la máxima: dirigida por Europa y para Europa. Sin embargo, en
su interior aún existían muchas diferencias: Francia y Reino Unido poseían
el 70 % de la mano de obra cualificada y capacidad industrial de todo el
continente, por lo que la dominación de Europa era más bien la de Europa
occidental; un selecto grupo de países: Estados Unidos, Reino Unido,
Alemania y Francia, eran responsables de más del 60 % de las exportaciones
mundiales y detentaban en la práctica el monopolio en la fabricación de
productos manufacturados. En vísperas de la Primera Guerra Mundial, Londres
ejercía de centro de la economía mundial y Europa, la fábrica del mundo,
poseía el dominio absoluto del comercio internacional y los mercados
financieros. Sin embargo, antes de 1.914, está hegemonía ya amenazaba con
resquebrajarse, producto de las tensiones imperialistas entre las grandes
potencias, el ascenso de Japón en Asia y Estados Unidos en América y en su
interior la creciente influencia del marxismo y la agitación en aumento de
la clase obrera europea, que amenazaban con subvertir el capitalismo liberal
y el orden social existente.
El colonialismo europeo afectó a todo el mundo y tan solo China, a muy
duras penas, pudo mantener su independencia, y solo se dieron casos de
descolonización exitosos en algunos dominios británicos habitados por
colonos o descendientes de colonos blancos y en las antiguas colonias
españolas en América tras la Guerra hispano-estadounidense de 1.898. El
establecimiento del protectorado francés sobre Túnez de 1.881, la ocupación
británica de Egipto de 1.882, o el reparto más o menos pactado de África
tras la Conferencia de Berlín, animó a las potencias europeas a la
dominación de vastos territorios. Sin embargo, las crecientes tensiones en
la carrera por la conquista de nuevos territorios fuera de Europa acabaron
volviendo al continente, sobre todo desde la década de 1.890, ya que la
división del mundo estaba prácticamente completa y a ella habían llegado
tarde Italia y el Imperio alemán, por lo que su parte era muy pequeña en
relación a su poder recientemente adquirido.
3. Sistema de alianzas
Durante todo el siglo XIX, las principales potencias europeas hicieron un
gran esfuerzo por mantener el equilibrio de poder en toda Europa, dando
como resultado una compleja red de alianzas políticas y militares en
todo el continente para comienzos del siglo XX. Aunque sus orígenes pueden
remontarse a 1.815, con la formación de la Santa Alianza entre Prusia,
Austria y Rusia, fue en octubre de 1.873, con la negociación de la Liga de
los Tres Emperadores, cuando se empezó a fraguar el sistema de alianzas
puesto en marcha durante la Gran Guerra. Ideado por el canciller alemán,
Otto von Bismarck, la Liga de los Tres Emperadores prometía ser una
alianza entre las monarquías de Austria-Hungría, Rusia y Alemania, aunque
finalmente fracasó por la falta de acuerdo entre Austria-Hungría y Rusia
sobre la política a seguir en los Balcanes. Esto condujo a la formación de
la Doble Alianza entre Austria-Hungría y Alemania en 1.879, vista como una
forma de contener la influencia rusa en los Balcanes, donde el Imperio
Otomano continuaba debilitándose. En 1.882, Italia se unió a la alianza,
por lo que se convirtió en la Triple Alianza. A lo largo de su gobierno, Bismarck había trabajado por mantener a Rusia
del lado alemán, en un esfuerzo por evitar una guerra en dos frentes,
contra Francia y Rusia. A pesar de ello, cuando Guillermo II llegó al
trono y se convirtió en Kaiser, sus diferencias con Bismarck obligaron a
este último a retirarse y su sistema de alianzas fue progresivamente
desmantelado, incluido el Tratado de reaseguro con Rusia, que el emperador
se negó a renovar en 1.890. Así pues, solo dos años más tarde se creaba la
Alianza franco-rusa para contrarrestar a la Triple Alianza. Francia
deseaba la revancha tras la derrota sufrida frente a Prusia en la guerra
franco-prusiana de 1.870-1.871. Mientras París estaba asediada, los
príncipes alemanes habían proclamado el Imperio el llamado Segundo Reich
en el Palacio de Versalles, lo que significó una ofensa para los
franceses. La III República perdió Alsacia y Lorena, que pasaron a ser
parte del nuevo Reich germano. Su recuperación era ansiada por el
presidente francés, Raymond Poincaré, lorenés. En general, las
generaciones francesas de finales del siglo XIX y, sobre todo, los
estamentos militares, crecieron con la idea nacionalista de vengar la
afrenta recuperando esos territorios. Como ejemplo de los aires que se
respiraban en Francia en 1.914, solo un 1,5 % de los reclutas del Ejército
francés se resistieron a la movilización, en comparación con el 30 % de
1.870. Aunque manteniendo las distancias respecto a sus potenciales
aliados, Reino Unido temía cada vez más la expansión militar y naval
alemana, por lo que en 1904, firmó una serie de acuerdos con Francia,
conocidos como la Entente Cordiale y tres años después firmó la Entente
anglo-rusa 1.907. Si bien estos acuerdos no representaban una alianza
formal entre el Imperio Británico, Francia y Rusia, y en la práctica eran
sobre todo un arreglo respecto a cuestiones coloniales, dieron pie a la
posibilidad de que Gran Bretaña pudiera entrar de parte de Francia o Rusia
en futuros conflictos, por lo que este sistema de acuerdos bilaterales
pasó a conocerse como la Triple Entente.
4. La Paz armada
Tras la unificación alemana y la fundación del Imperio alemán en 1.871,
después de la victoria teutona en la Guerra franco-prusiana, el poder
industrial y económico alemán creció enormemente y con él la carrera de
armamentos se puso en marcha. Desde mediados de la década de 1.890, el
gobierno del emperador Guillermo II empezó a dedicar cuantiosos recursos
económicos para la construcción de la Marina Imperial alemana. Bajo el
mando del almirante Alfred von Tirpitz, la marina alemana pretendía
rivalizar con la Royal Navy británica por la supremacía naval en el mundo.
Como resultado, las dos naciones empezaron a competir y a dedicar
esfuerzos cada vez mayores en la construcción de buques capital. La
construcción en 1.906, del HMS Dreadnought, un acorazado revolucionario
para la época que volvió obsoletos todos los diseños anteriores a él,
amplió la ventaja del Imperio Británico sobre su rival alemán. La carrera
armamentista entre Reino Unido y Alemania, aunque los germanos
consideraban a Francia su principal rival dentro de las fronteras
europeas, acabó extendiéndose al resto de Europa, y todas las grandes
potencias dedicaron su industria a la producción de equipos y armas
necesarias para un futuro conflicto europeo.
Así pues, desde mediados de la década de 1.870 y hasta 1.913, los gastos militares de Alemania e Inglaterra se triplican, se doblan los franceses y suponen una gran carga en los presupuestos gubernamentales de Rusia e Italia; entre 1.908 y 1.913, la carrera armamentística llegó a su apogeo y se estima que los gastos militares aumentaron en ese lustro en un 50 %. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que el gasto estatal era escaso en comparación con el crecimiento experimentado en las décadas posteriores; por ejemplo, en plena carrera de armamentos con Alemania, el gasto total del Estado británico apenas suponía un 8 % de la renta nacional y en otros países industriales ajenos a este rearme era mucho menor, como en el caso de Estados Unidos, cuyos gastos del gobierno federal apenas supusieron el 2,5 % de la renta nacional entre 1.900 y 1.916.
5. Conflictos y equilibrio de poderes. Crisis Balcánica
Austria-Hungría precipitó la crisis bosnia con la anexión oficial de la
provincia de Bosnia y Herzegovina, un antiguo territorio otomano ocupado
desde 1.878, por Austria. Esto enfureció al Reino de Serbia y a su
protector, el Imperio ruso, que seguía una política basada en el
paneslavismo y compartía la religión ortodoxa con sus aliados eslavos. Las
maniobras de la diplomacia rusa en los acuerdos de paz provocaron que la
región se desestabilizara, lo que sumado a la fracturación que ya existía
en los Balcanes, hizo que la región fuese conocida como el polvorín de
Europa. Entre 1.912 y 1.913, la Liga de los Balcanes y el Imperio Otomano
libraron la Primera Guerra de los Balcanes, cuyo resultado, plasmado en el
Tratado de Londres de 1.913, redujo aún más las fronteras del Imperio
Otomano, y aumentó las ganancias territoriales de Bulgaria, Serbia,
Montenegro y Grecia, al tiempo que se creaba un nuevo estado albanés
independiente. La Segunda Guerra de los Balcanes, producto del ataque
búlgaro a Serbia y Grecia del 16 de junio de 1.913, desestabilizó aún más
la región y la contienda acabó con un reparto territorial principalmente
favorable a los vencedores: Serbia obtuvo el grueso de la Macedonia
septentrional, Grecia de la meridional incluyendo Salónica, Rumanía la
Dobruja meridiona y el Imperio otomano Tracia oriental con Adrianópolis.
Bulgaria, a pesar de considerar la guerra como una catástrofe, obtuvo una
pequeña parte de Macedonia, la Tracia occidental y territorios al sur de
los montes Ródope. Mientras, las grandes potencias europeas soslayaron la
situación y fueron capaces de contener los conflictos
balcánicos. En vísperas de la deflagración que daría comienzo a la guerra, las
Potencias Centrales tenían una producción industrial y un gasto militar
significativamente inferior al de la Entente. En 1.914, las Potencias
Centrales, incluyendo a Turquía, tenían una población de 138 millones de
personas, de las que unos 33 millones de hombres podían ser reclutados
para el combate; por su parte, la Entente y sus colonias agrupaban a 708
millones de habitantes y unos 179 millones de hombres válidos para la
guerra. El gasto militar total de la Entente en 1.913, era aproximadamente
el doble que el de las Potencias Centrales, sin embargo, Alemania tenía un
arsenal de artillería mucho más moderno que el de todos sus oponentes, lo
que le daría una ventaja significativa en la futura e inesperada guerra de
trincheras. El armamento ligero de la infantería era de una calidad
similar en todos los países y tan solo los británicos poseían rifles
superiores a la media. En el mar, la Entente, gracias al Imperio
Británico, era muy superior a sus oponentes y un bloqueo naval sobre
Alemania era más que posible. Sin embargo, el aislamiento de Rusia
respecto a sus mayores aliados y las ventajas geoestrátegicas de las
Potencias Centrales por su situación geográfica, diluyó la superioridad de
la Entente.
6. Preludio.
Asesinato de Sarajevo.
Asesinato del archiduque Francisco Fernando de Austria
El 28 de junio de 1.914, el archiduque Francisco Fernando de Austria
visitó Sarajevo, la capital de Bosnia. Allí, un grupo de seis militantes,
Cvjetko Popović, Muhamed Mehmedbašić, Nedeljko Čabrinović, Trifko Grabež,
Vaso Čubrilović y Gavrilo Princip, de la organización nacionalista Joven
Bosnia, grupo juvenil de la organización secreta Mano Negra, se habían
reunido en la calle donde estaba previsto que pasara la caravana del
archiduque con la intención de asesinarlo. Cuando la comitiva pasó por la
calle, Čabrinović lanzó una granada al coche de Francisco Fernando, pero
falló. Algunos viandantes resultaron heridos en las inmediaciones por la
explosión, pero el convoy de Fernando continuó su marcha y los demás
asesinos no actuaron cuando el coche pasó por delante de ellos. Una hora
más tarde, cuando Francisco Fernando regresaba del ayuntamiento de
Sarajevo en dirección a un hospital para visitar a los heridos por el
atentado, la caravana se equivocó y giró hacia una calle donde,
casualmente, se encontraba Gavrilo Princip. Al paso del coche del
archiduque, Princip sacó su pistola, una FN Modelo 1.910, y disparó y mató
en el acto a Fernando y a su esposa Sofía; Princip intentó suicidarse,
pero la turba que había presenciado el magnicidio se lo impidió y fue
posteriormente detenido. Al contrario de lo que cabría esperar en vista de los acontecimiento
posteriores, la reacción de la población en Austria fue débil, casi
indiferente. El historiador Zbyněk Zeman escribiría más tarde:
El evento no provocó ninguna impresión en absoluto. El domingo y lunes,
días 28 y 29 de junio, las multitudes en Viena escucharon música y bebieron
vino, como si nada hubiera sucedido.
Las autoridades austro-húngaras animaron una serie de disturbios anti
serbios en Sarajevo, en los que croatas y bosnios asesinaron a dos personas
de origen serbio y dañaron numerosos edificios de propiedad serbia. Se
organizaron acciones violentas contra serbios fuera de Sarajevo y en la
ciudad se produjeron más de un centenar de detenciones de sospechosos de
haber participado o ayudado en el asesinato del archiduque; los ataques se
extendieron a otras grandes ciudades del Imperio austrohúngaro en las
actuales Bosnia, Croacia y Eslovenia. Las autoridades encarcelaron o
extraditaron en toda Bosnia a unos 5.500 prominentes serbios, de los cuales
entre 700 y 2.200 murieron en prisión. Más de 460 serbios fueron condenados
a muerte y una milicia especial de mayoría bosnia conocida como Schutzkorps
comenzó a perseguir a los serbios de forma sistemática.
7. Crisis de julio
El asesinato condujo a un mes de maniobras diplomáticas entre las
principales potencias europeas: Austria-Hungría, Alemania, Rusia, Francia
y Reino Unido, conocidas como crisis de julio. Creyendo correctamente que
funcionarios del gobierno de Serbia estaban involucrados en el complot
para asesinar al archiduque y con la intención de terminar definitivamente
con la intromisión de Serbia en Bosnia, Austria-Hungría entregó a Serbia
un ultimátum el 23 de julio donde hacía diez demandas imposibles de
aceptar de forma intencionada, para justificar una guerra contra Serbia.
Al día siguiente, después de celebrarse un consejo de ministros en Rusia
presidido por el mismo zar, Rusia ordenó la movilización general de sus
tropas en los distritos y flotas del mar Báltico, el mar Negro, Odesa,
Kiev, Kazán y Moscú. También se pidió a otras regiones acelerar los
preparativos para una inminente movilización general. El día 25, Serbia
decretó la movilización general y esa misma noche declaró que aceptaba
todos los términos del ultimátum, excepto el artículo sexto, que exigía el
envió de una delegación austriaca a Serbia para participar en la
investigación del asesinato. Al día siguiente, Austria rompió sus
relaciones diplomáticas con Serbia y un día después ordenó la movilización
parcial; el día 28, Austria-Hungría declaró la guerra a
Serbia. El 29 de julio, Rusia salió en ayuda de su protegido serbio y declaró, de
forma unilateral y fuera de los procedimientos previstos en los acuerdos
militares franco-rusos, la movilización parcial contra el Imperio
austrohúngaro. El canciller de Alemania, Theobald von Bethmann-Hollweg,
decidió retrasar su respuesta hasta el día 31, pero no daría tiempo a
meditarla, pues el día 30 Rusia ordenó una movilización general contra
Alemania, y en respuesta, esta se declaró en estado de peligro de guerra.
El Kaiser Guillermo II de Alemania, pidió a su primo, el zar Nicolás II de
Rusia, que detuviera la movilización general de su país, a lo que este se
negó y a lo que Alemania respondió con un ultimátum donde exigía la
desmovilización rusa y el compromiso de no apoyar a Serbia. Otro fue
enviado a Francia, donde se pedía que no apoyase a Rusia si esta salía en
defensa de Serbia. El 1 de agosto, tras la respuesta negativa de Rusia,
Alemania se movilizó y declaró la guerra a Rusia, y por su parte
Austría-Hungría ordenaría la movilización general el 4 de
agosto. El gobierno alemán debía decidir que plan de despliegue militar ponía en
práctica mientras trataba de mantener a Francia neutral. Alemania planeaba
poner en marcha una versión modificada del Plan Schlieffen, el Aufmarsch
II West, que al contrario que el original (que contemplaba desplegar el 80
% del ejército en el frente occidental) desplegaría un 60 % de las tropas
en el oeste y el 40 % restante en el frente oriental, ya que era lo máximo
que el sistema ferroviario prusiano podía soportar. Los franceses no
respondieron, pero su decisión de retirar a sus soldados a diez kilómetros
de sus fronteras para evitar incidentes confundió a los alemanes. Sin
embargo, los franceses decretaron la movilización de sus reservistas, a lo
que Alemania respondió movilizando a los suyos y poniendo en marcha su
plan. Alemania invadió Luxemburgo el 2 de agosto y el día 3 declaró la
guerra a Francia. El 4 de agosto, ante la negativa de Bélgica de permitir
el paso de las tropas alemanas en su camino a Francia, Alemania también
declaró la guerra a Bélgica, lo que provocó que Reino Unido declarase el
mismo día 4 a las 19:00, UTC, la guerra a Alemania, tras el ultimátum
británico para mantener la neutralidad de Bélgica.
8. La guerra. Guerra de movimientos
En 1.914, los europeos pensaban que la guerra sería corta. Pero los
generales, que habían estudiado las guerras napoleónicas, estaban
equivocados en su enfoque inicial del enfrentamiento, basado en el uso
masivo de la infantería. Respondiendo a la enorme eficacia de las armas,
fusiles, armas automáticas y artillería pesada, las fortificaciones fueron
reforzadas. La caballería sería inútil como medio para romper el
frente. Al comienzo de la guerra los dos bandos trataron de obtener una victoria
rápida mediante ofensivas fulminantes. Los franceses agruparon sus tropas
en la frontera con Alemania, entre Nancy y Belfort, divididas en cinco
ejércitos. Previendo un ataque frontal en Lorena, organizaron el Plan
XVII. Los alemanes tenían un plan mucho más ambicioso. Contaban con la
rapidez de un movimiento de contorno por Bélgica para sorprender a las
tropas francesas y marchar hacia el este de París, Plan Schlieffen de
1.905, y luego enfrentarse a las fuerzas enemigas y empujarlas hacia el
Jura y Suiza. Tan sólo ubicaron 2/7 de sus tropas sobre la frontera para
resistir el ataque frontal en Alsacia-Lorena. El comienzo del plan transcurrió perfectamente para el Reich. Sus tropas
avanzaron sobre Bélgica el 4 de agosto, lo cual provocó la intervención
inglesa. Posteriormente derrotaron al ejército francés en diversas
batallas. Los franceses lanzaron simultáneamente el Plan XVII, pero
resultó un fracaso debido a las armas automáticas que frenaron cualquier
asalto y a un repliegue prematuro de las tropas hacia sus líneas. Semanas
después los alemanes estaban ya ubicados en el río Marne, donde chocaron
con el Fuerza Expedicionaria Británica (BEF) y el ejército francés,
quienes frenaron el avance imperial. La derrota germana frustró el plan
original y acabó con las expectativas de una conflagración breve, marcando
el abandono definitivo de los planes anteriores a la guerra. En ese
momento comenzó la carrera hacia el mar: los dos ejércitos marcharon hacia
el mar del Norte; ataques y contraataques se sucedieron. La contienda se
desarrollaría en territorio francés y belga. Las tropas británicas no
tardaron en intervenir en mayor número, junto a los restos del ejército
belga. Mientras tanto, Austria-Hungría fracasó en su intento de tomar Belgrado,
lo cual lograría después con ayuda alemana, en agosto de 1.915. Rusia
invadió Prusia Oriental, pero los generales de estado mayor prusianos
Hindenburg y Ludendorff los batirán contundentemente en
Tannenberg. En el curso de 1.915, dos nuevos países entraron en la guerra: Italia del
lado de los Aliados y Bulgaria al lado de las Potencias Centrales, que con
este apoyo derrotaron y ocuparon Serbia. Desde el comienzo de la guerra,
la Santa Sede y Suiza intentaron infructuosamente sondeos por la
paz.
9. Estabilización del Frente Occidental en 1.914.
Véase también: Guerra de trincheras
El 4 de agosto de 1.914, el ejército alemán abrió el Frente Occidental
invadiendo Bélgica y Luxemburgo, con un ataque a la ciudad de Lieja, y luego
obteniendo el control militar de regiones industriales importantes del este
de Francia, derrotando al ejército francés en la batalla de Lorena, la
batalla de Charleroi del 21 de agosto y en la batalla de Maubeuge una semana
más tarde. La fuerza del avance fue contenida drásticamente con la primera
batalla del Marne en septiembre de 1.914, donde enfrentaron a la Fuerza
Expedicionaria Británica compuesta por cinco divisiones experimentadas y las
tropas de reserva francesas, parte de las cuales llegaron al frente gracias
a los taxis de París. El equilibrio de fuerzas y las nuevas armas
facilitaron la defensa frente al ataque e impusieron la estabilización del
frente. Ambos contendientes se atrincheraron en una línea sinuosa de
posiciones fortificadas que se extendía desde el mar del Norte hasta la
frontera suiza con Francia. Esta línea permaneció sin cambios sustanciales
durante casi toda la guerra.
Un asalto presentaba tal desventaja frente al adversario que los ataques
aliados fueron infructuosos y Alemania pudo resistir a pesar de combatir
en dos frentes. En estos ataques se recurrió a bombardeos masivos de
artillería y al avance masivo de la infantería. Sin embargo, la
combinación de las trincheras, los nidos de ametralladoras, el alambre de
espino y la artillería infligían cuantiosas bajas a los atacantes y a los
defensores en contraataque. Como resultado, no se conseguían avances
significativos. Las condiciones sanitarias y humanas para los soldados
eran muy crudas y las bajas elevadísimas. En otoño de 1.915, el general Joseph Joffre intentó una ofensiva, con
apoyo inglés, que concluyó en un gigantesco fracaso. Después de este éxito
defensivo, a finales de año, el general Von Falkenhayn, jefe de Estado
Mayor, propuso al káiser su proyecto de atacar Verdún, plaza fuerte e
impenetrable según la propaganda francesa, pero que estaba en posición
delicada por no poseer un camino o vía férrea para su reavituallamiento.
Los alemanes esperaban que su caída debilitaría la moral de los soldados
franceses. El 21 de febrero de 1.916, el ataque se inició con la
artillería bombardeando violentamente las posiciones aliadas. Los alemanes
avanzaron poco, pero las pérdidas francesas fueron enormes. El 25 de
febrero, el general Langle de Cary decidió abandonar la ciudad, pero el
mando francés no estaba dispuesto a perder Verdún y nombró en su lugar a
Philippe Pétain, quien organizó una serie de violentos
contraataques.
El 1 de julio, los británicos desataron una gran lucha paralela en la
batalla del Somme, a fin de dividir las tropas alemanas y reducir la presión
sobre Francia. Los alemanes retrocedieron escasos kilómetros, pero en orden.
Al final, el frente casi no se modificó ni en Verdún ni en el Somme, pese a
los centenares de miles de bajas.
En un esfuerzo por romper este callejón sin salida, este frente presenció
la introducción de nuevas tecnologías militares, incluyendo el gas
venenoso y los tanques. Pero solo tras la adopción de mejoras tácticas se
recuperó cierto grado de movilidad. A pesar del estancamiento de este frente, este escenario resultó
decisivo. El avance inexorable de los ejércitos aliados en 1.918,
convenció a los comandantes alemanes de que la derrota era inevitable, y
el gobierno se vio obligado a negociar las condiciones de un
armisticio.
10. Frente oriental, (Primera Guerra Mundial)
La estrategia de guerra alemana funcionó contra Rusia. El ejército ruso
contaba con 8 millones de hombres en 1.914, pero estaba compuesto
principalmente por campesinos sin ninguna formación militar, mal armados y
equipados. El mando ruso era también mediocre. Los dos ejércitos se
enfrentaron en la batalla de Tannenberg, Prusia Oriental del 26 al 30 de
agosto de 1.914, y en la batalla de los lagos Masurianos del 6 al 15 de
septiembre de 1.914. Los rusos sufrieron grandes derrotas en los dos casos
y fueron obligados a replegarse. Los comandantes alemanes en esta exitosa
campaña defensiva fueron Paul von Hindenburg y Erich
Ludendorff. Austria-Hungría, en cambio, no pudo repeler la invasión de Galitzia. En
junio de 1.916, tiene éxito una ofensiva rusa, dirigida por el general
Alexéi Alexéievich Brusílov, que se interna en las líneas austro-húngaras.
Regimientos enteros se pasaron a las filas rusas, demostrando la
fragilidad del Imperio austro-húngaro. Motivada por esta circunstancia,
Rumanía declara la guerra a los Imperios Centrales, y tras unas victorias
iniciales es derrotada debido a la superioridad numérica alemana y
austro-húngara, lo que hace que firme un tratado de paz, lo que compromete
aún más la posición rusa. El Imperio de los Romanov no volvería a intentar
ninguna ofensiva de relevancia en el resto de la contienda. Alemania pasó a la ofensiva y conquistó el golfo de Riga, destruyendo o
capturando a buena parte de los contingentes rusos. El frente oriental
estuvo en constante movimiento y no conoció la guerra de trincheras. La
caballería jugó aún cierto papel en esta guerra de movimientos.
11. Otros frentes
Si bien los principales esfuerzos de los beligerantes se concentraron en
los frentes occidental y oriental, la guerra se libró con mayor o menor
intensidad en distintas partes del globo. Se combatió en los Balcanes, en
los Dardanelos, en Oriente Medio, en el Cáucaso, en los Alpes italianos, en
África, en Extremo Oriente, en el Pacífico y en el Atlántico.
12. Frente balcánico
En la región de los Balcanes, tuvieron lugar una serie de campañas
militares entre las Potencias Centrales, Austria-Hungría, Alemania, el
Imperio Otomano y Bulgaria, por un lado y los aliados Serbia, Montenegro,
Rusia, Francia, Reino Unido y más tarde Rumanía y Grecia, por otro. En este
teatro de operaciones la guerra comenzó con la invasión austro-húngara a
Serbia en 1.914, que acabó con la conquista de Serbia y Montenegro a fines
de 1.915. Las fuerzas serbias fueron atacadas desde el norte y el este y se
vieron obligadas a retirarse del país, sin embargo, el ejército serbio se
mantuvo operativo, aunque emplazado en Grecia.
En el otoño de 1.915, los aliados intentaron ir en ayuda de los serbios,
por medio de una expedición franco-británica que se estableció en el
puerto de Salónica, en Grecia. El plan aliado consistía en socorrer a los
serbios desde el sur, abriendo un frente en Macedonia. La expedición llegó
demasiado tarde y con insuficiente fuerza para evitar la caída de Serbia,
y se vio complicada por la crisis política interna en Grecia. No obstante,
se logró mantener estable el frente macedonio, desde la costa albanesa al
río Estrimón, en Bulgaria, hasta 1.918. En 1.916, Rumanía entra en guerra contra las Potencias Centrales, pero
esta decisión resultó desastrosa para los rumanos. Poco después de la
declaración de guerra rumana, una ofensiva combinada entre los alemanes,
austro-húngaros, búlgaros y otomanos conquistó dos tercios del país en una
rápida campaña que finalizó en diciembre de 1.916. Sin embargo, los
ejércitos ruso y rumano consiguieron estabilizar el frente y mantenerlo en
Moldavia. En 1.917, Grecia entró en la guerra del lado aliado, y en
septiembre de 1.918, se produjo la gran ofensiva aliada de una fuerza
multinacional acantonada en el norte de Grecia, que dio lugar a la
capitulación de Bulgaria y a la liberación de Serbia.
13. Frente de Oriente Medio. Batalla de Galípoli
Los Aliados contaban con la debilidad del Imperio otomano para abrir una
vía directa y apoyar a sus aliados rusos. La campaña de los Dardanelos fue
iniciada por los ingleses, a sugerencia de Winston Churchill, para
controlar el estrecho de los Dardanelos, lo que permitiría a Francia y al
Imperio británico revitalizar a Rusia, neutralizar al Imperio otomano y
encerrar a los imperios centrales. El ambicioso proyecto comenzó con el
despliegue de una imponente flota inglesa y el desembarco de tropas en
Galípoli, pero los otomanos, mandados por Mustafa Kemal Atatürk, se
defendieron con una eficacia inesperada. Los aliados no consiguieron
penetrar en el Imperio otomano y fracasaron en las sucesivas ofensivas. La
operación fue un sangriento desastre, convirtiéndose en una nueva batalla
de trincheras, para colmo, esta vez con el mar a espaldas de los Aliados.
Después de unos meses de inútiles tentativas, el mando inglés decidió
evacuar Galípoli y dirigir su cuerpo expedicionario a Salónica, Grecia.
Este ejército sostendría enseguida a los serbios que no se rindieron. Ante
todo, se mantuvo a la espera de nuevas oportunidades, como convencer a
Grecia de entrar en la guerra. Durante todo el conflicto, los británicos fomentaron el sublevamiento de
las tribus árabes para perturbar a los otomanos. En esta misión destacó el
célebre oficial T. E. Lawrence, Lawrence de Arabia. La Declaración Balfour
propuso el establecimiento de un Estado judío en Palestina, para motivar a
los judíos estadounidenses a que apoyaran el ingreso de ese país en la
guerra. En 1.916, los británicos atacaron Palestina, cuyo control
mantendrían hasta 1.948.
14. Frente Italiano
En 1.915, Italia se une a los Aliados y ataca a Austria. Sin embargo, una
larga serie de ofensivas sobre el río Isonzo fracasa. En 1.917, son los
austro-húngaros, reforzados por tropas alemanas, los que baten duramente a
los italianos en Caporetto. Este desastre casi saca a Italia de la guerra,
pero el frente se estabiliza sobre el río Piave.
15. La guerra en África
En África, británicos y franceses atacaron desde todos los frentes a las
colonias alemanas, rodeadas por sus posesiones. Las fuerzas germanas en
Togolandia y Camerún se rindieron rápidamente a las tropas anglo-francesas,
mientras que la colonia de África del Sudoeste Alemana fue invadida por el
ejército sudafricano y ocupada totalmente en 1.915. Sólo la colonia de
Tanganica, bajo la dirección del general Paul von Lettow-Vorbeck, resistió
bajo dominio alemán hasta el final de la contienda.
16. La guerra en el Extremo Oriente y el Pacífico
Tras el estallido de la guerra, el Imperio japonés envió un ultimátum a
Alemania, solicitándole la evacuación de Jiaozhou, noreste de China.
Alemania se negó a cumplirlo, por lo que Japón entró en la guerra del lado
de los aliados el 23 de agosto de 1.914. Las tropas japonesas ocuparon las
posesiones alemanas en las islas Carolinas y Marianas. En 1.915, Japón
presentó las Veintiuna exigencias a China que obligaban a China a no
alquilar ni ceder ningún territorio frente a Taiwán a ningún país, excepto
a Japón. En 1.919, China cedió los derechos comerciales de Mongolia
Interior y Manchuria a Japón. Mientras tanto, en el Pacífico también hubo movimientos aunque no
batallas de importancia. Las tropas australianas estacionadas en Papúa
ocuparon sin problemas la Nueva Guinea Alemana, mientras que Japón y Nueva
Zelanda dirigieron ataques contra las bases alemanas en las Islas
Marianas. El puerto chino de Qingdao, principal base alemana en Extremo
Oriente, fue ocupado por los japoneses.
17. La Guerra en el mar.
Batallas navales en la Primera Guerra Mundial
La guerra naval en la Primera Guerra Mundial, se caracterizó por los
esfuerzos de los Aliados, especialmente Gran Bretaña, de imponer un
bloqueo marítimo a los Imperios Centrales, utilizando sus grandes flotas
navales; y por el empeño de estos de romper el bloqueo o establecer ellos
mismos uno efectivo hacia el Reino Unido y Francia. Los alemanes, que
contaban con una importante flota de submarinos, intentaron imponer un
bloqueo completo a estas potencias ya nombradas, interceptar el apoyo de
sus colonias y romper las rutas de aprovisionamiento entre América, carne
de Argentina, armamento estadounidense y Europa. El mar del Norte y el canal de la Mancha fueron los principales teatros
de operaciones de la guerra en el mar. En ellos se enfrentaron la Gran
Flota británica y la Flota de Alta Mar alemana, que protagonizaron tres
grandes batallas. En agosto de 1.914, se encontraron en la batalla de
Heligoland, en enero de 1.915, en la batalla del Banco Dogger, ambas a
favor del Reino Unido. A mediados de 1.916, ambas flotas se encontraron en
pleno frente a la península de Jutlandia. En la batalla de Jutlandia,los
alemanes, dirigidos por los almirantes Reinhard Scheer y Franz von Hipper,
tenían como objetivo impedir el abastecimiento británico desde Noruega. La
batalla comenzó el 31 de mayo, y fue el mayor combate naval registrado
durante la guerra. No hubo un total ganador, ya que la Marina Real
Británica, bajo mando de los almirantes John Jellicoe y David Beatty,
perdió más hombres y naves, pero los alemanes no pudieron romper el
bloqueo y tuvieron más buques dañados.
Además la guerra en el mar se disputó en otros escenarios. En el Atlántico
la actividad alemana se caracterizó por la guerra submarina. En el
Mediterráneo, las flotas aliadas británica, francesa e italiana, se
enfrentaron a la Armada Austro-Húngara en el Adriático, siendo el mayor
enfrentamiento la batalla del canal de Otranto en 1.917, y a la Armada
Otomana durante la campaña de los Dardanelos. En el océano Pacífico se
enfrentaron, el Escuadrón Alemán del Lejano Oriente, comandado por el
almirante Graf von Spee, con el 4° Escuadrón de la Real Marina Británica, la
Real Marina Australiana y algunas unidades de la Marina Imperial Rusa y de
la Armada Francesa. Las principales batallas de este teatro de operaciones
fueron la batalla de Coronel y la batalla de las Malvinas.
El epílogo a la contienda naval, lo puso el hundimiento de la flota alemana
bajo el mando de Ludwig von Reuter por sus propios tripulantes mientras se
encontraba internada en Scapa Flow, para evitar que la Flota de Alta Mar
fuera repartida entre los aliados.
18. 1.917: entrada de Estados Unidos en la guerra y derrota de Rusia
En 1.917, el Estado Mayor alemán tomó la decisión de aguantar a los
Aliados en el oeste y hundir de una vez a las desalentadas tropas zaristas
después de la victoria táctica de los británicos en Arras. Los franceses,
tras el fracaso total de su ofensiva de Chemin des Dames, no fueron
capaces de retomar la iniciativa y se limitaron a resistir. El 7 de junio,
los británicos lanzaron una ofensiva en Flandes, pero no consiguieron
romper el frente. El conflicto se estancó y el desaliento cundió en la
retaguardia mientras la población civil padecía restricciones, sobre todo
en Alemania, bloqueada por los aliados. En abril de 1.917, los Estados Unidos le declararon la guerra a los
Imperios Centrales, lo que le dio a la contienda el carácter mundial. No
obstante, sus efectos no se sentirían sino hasta 1.918. El hundimiento por
un submarino alemán del RMS Lusitania el 7 de mayo de 1.915, donde
murieron 128 estadounidenses había generado un sentir popular antialemán
entre los estadounidenses, pero fue el anuncio alemán de una guerra
submarina sin restricciones junto con la confirmación de la autenticidad
del telegrama Zimmermann lo que provocó un flujo de sentimientos
antialemanes en Estados Unidos, y fue el detonante de su entrada oficial
en guerra al lado de los aliados.
El 16 de enero de 1.917, el ministro alemán de Asuntos Exteriores, Arthur
Zimmermann, envió un telegrama, interceptado por la inteligencia británica,
al embajador en México, Heinrich von Eckardt, con indicaciones precisas para
convencer al presidente Venustiano Carranza, de que México entrase en la
guerra del lado de los Imperios Centrales si Estados Unidos le declaraba la
guerra a Alemania. A cambio, el telegrama prometía a México la restitución
de los territorios anexionados por Estados Unidos en la guerra de
1.847-1.848, por el Tratado de Guadalupe-Hidalgo. Dicho telegrama también
sugería que el presidente Carranza se comunicase con Tokio para llegar a un
acuerdo que hiciera que el Imperio japonés se pasase al lado alemán.
Carranza no aceptó la oferta, puesto que México estaba inmerso en la
Revolución mexicana y no se encontraba en condiciones económicas adecuadas.
Además, el mandatario se encontraba preocupado por la Expedición Punitiva
estadounidense. México no solo no entró en la guerra, sino que envió a
Francisco León de la Barra como alto comisionado mexicano de la Paz.
En febrero de 1.917, estalló la Revolución rusa, la cual obligó a abdicar
al zar Nicolás II, quedando el país posteriormente bajo el mando de
Aleksandr Kérenski, quien continuó en guerra contra Alemania. Sin embargo en
noviembre estallaría la Revolución bolchevique, que depuso al gobierno de
Kérenski. Este clima de inestabilidad permitió a los alemanes avanzar
considerablemente en ese país.
Los bolcheviques tomaron el control total y firmaron el armisticio con los
Imperios Centrales en diciembre, después de la Paz de Brest-Litovsk,
negociada por León Trotski en marzo de 1.918. Para obtenerla consintieron
enormes sacrificios económicos y territoriales. Además, Alemania ocupó
Polonia, Ucrania, Finlandia, los países bálticos y parte de Bielorrusia. El
Reich aprovechó esta victoria para enviar casi todo su ejército oriental al
Frente Occidental e intentar obtener una victoria rápida antes de la llegada
masiva de los estadounidenses. Era su baza definitiva, ya que
Austria-Hungría, Bulgaria y el Imperio otomano daban muestras de desaliento
ante las mayores reservas financieras y de hombres de los Aliados.
Finalmente el 17 de julio de 1.918, el zar Nicolás II, fue asesinado con
toda su familia en Ekaterimburgo, por temor a que el avance de la Legión
Checoslovaca hacia la ciudad, pudiera liberarlo. La Revolución rusa, en
particular luego del tratado de Brest-Litovsk, dio paso a una guerra civil,
que se extendió hasta 1.923, provocada por el levantamiento de grupos
antibolcheviques dentro y fuera de Rusia, que se organizaron para actuar
contra el nuevo régimen.
19. Fin de la guerra
Reforzados por las tropas provenientes del frente este, los alemanes
ponen todas sus fuerzas en su última ofensiva, nombrada por el general de
Infantería Erich Ludendorff como Kaiserschlacht, nombre clave Michael, a
partir de marzo de 1.918, sobre el río Somme, en Flandes y en Champaña.
Esta comenzó el 21 de marzo y se extendió hasta el 5 de abril, aunque con
el final de esta los alemanes continuaron con una serie de cuatro
ofensivas hasta el 17 de junio. Pero, mal alimentadas y cansadas, las
tropas alemanas no pudieron resistir la contraofensiva de Foch y fallan
frente al objetivo final: París, quedando a 120 km de la capital gala. El
general Foch comanda sus tropas francesas y estadounidenses hacia la
victoria, en la segunda batalla del Marne. Los primeros tanques británicos
entraron en combate y la superioridad aérea aliada era
evidente. Es el principio del fin para los Imperios Centrales. En los Balcanes, las
tropas francesas atacan las líneas búlgaras en Macedonia. Después de pocos
días de lucha, Bulgaria comprende que no puede hacerles frente y pide el
armisticio. El Imperio otomano está al límite de sus fuerzas y no puede
contener a los británicos que han tomado ya Jerusalén y Bagdad y avanzan
hacia Anatolia. Franceses y británicos ocupan el Oriente Próximo e Irak y
el Imperio otomano también se rinde. El duelo entre italianos y austríacos está asimismo por resolverse. El
general Díaz se ve presionado por su gobierno, que necesita de una
victoria en el frente alpino para poder negociar. Los italianos derrotan a
Austria-Hungría en Vittorio Veneto. Este hecho se suma al descalabro del
ejército imperial en los Balcanes, y la monarquía de los Habsburgo se
hunde.
El Reich está en una situación desesperada: se ha quedado sin aliados, su
población civil sufre draconianas restricciones, su ejército está al límite,
sin reservas y desmoralizado. Ludendorff y Hindenburg son partidarios de la
capitulación inmediata, pues creen que el frente se derrumbará en cualquier
momento. En efecto, tropas estadounidenses de repuesto no paran de
desembarcar e incluso Italia se prepara para enviar un contingente a
Francia. El 8 de agosto un ataque aliado cerca de Amiens tiene éxito y rompe
el frente alemán; los aliados penetran en Bélgica. El Alto Mando pide al
brazo político iniciar inmediatamente negociaciones de paz. Cunde la
convicción de que la guerra está perdida. Wilson proclama que Estados Unidos
sólo negociará con un gobierno alemán democrático. Los Hohenzollern tienen
los días contados. Tras una revolución obrera en Berlín, el Káiser huye a
Holanda. El gobierno de la nueva República alemana firma el armisticio de
Compiègne el 11 de noviembre de 1918. La guerra termina con la victoria de
los Aliados.
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