Fuente de Neptuno
1.Ciudad de León
La ciudad de León, a mediados del Siglo XVIII, no era el
reflejo de una urbe con un progresivo crecimiento monumental o una visible
intervención urbanística en sus calles o plazas. El aspecto que presentaba
era muy similar al de cien o doscientos años atrás en el tiempo, pues la
urbe leonesa en esa época se materializaba básicamente en un perímetro
amurallado romano y medieval. Habrá que esperar a finales del Siglo XIX,
para empezar a contemplar alguna transformación en sus calles y trazado
urbano, sobre todo con la puesta en marcha del plan urbanístico del
ensanche, cuya ejecución trajo consigo la prolongación de las calles más
allá del río Bernesga, Esta presentación de escaso progreso urbanístico y
arquitectónico que se respiraba en la ciudad leonesa, se vislumbraba en
otras poblaciones españolas, incluso la capital, hasta bien avanzado el
Siglo XVIII, no había experimentado evolución y mejora urbanística. Cuando
Carlos III, accede a la corona española, se encuentra con un Madrid que
denotaba un aspecto descuidado y carente de los elementos urbanísticos más
esenciales. La ausencia de monumentos, plazas, fuentes y calles no soló
afectaba a lo estético sino a lo práctico.