domingo, 30 de octubre de 2016

La Primera Cruzada "1.095/6 - 1.099". 1ª Parte.

1. La Primera Cruzada

La Primera Cruzada, inició el complejo fenómeno histórico de campañas militares, peregrinaciones armadas y expansión colonial en Oriente Próximo que convulsionó esta región entre los Siglos XI y XIII, y que es denominado por la historiografía como las Cruzadas. Aprovechando la llamada de auxilio del Emperador Bizantino Alejo I, enfrentado con los Turcos Selyúcitas, el Papa Urbano II precedió en el año 1.095, en los diferentes Países Cristianos de la Europa Occidental la conquista de la llamada Tierra Santa. Al intento de Pedro el Ermitaño, siguió la movilización de un ejército organizado, inspirado por el ideal de la Guerra Santa y liderado por Nobles principalmente provenientes del Reino de Francia y del Sacro Imperio Germánico, que fue nutriéndose en su avance de Caballeros, soldados y numerosa población, hasta transformarse en un fenómeno de migración masiva. 

 Indicé

La Primera Cruzada supuso políticamente la constitución de los Estados Latinos de Oriente y la recuperación para el Imperio Bizantino de algunos territorios, a la vez que significó un punto de inflexión en la historia de las relaciones entre las sociedades del área mediterránea, marcado por un periodo de expansión del poder del Mundo Occidental y por el uso del fervor religioso para la Guerra. También permitieron aumentar el prestigio del pasado y el resurgir, tras la caída del Imperio Romano, del Comercio Internacional y del incremento de los intercambios que favorecieron la revitalización económica y cultural del Mundo Medieval.
2. Trasfondo Histórico 
Los orígenes de Las Cruzadas en general, especialmente la Primera Cruzada, provienen de los acontecimientos más tempranos de la Edad Media. La consolidación del sistema feudal en Europa Occidental tras la caída del Imperio Carolingio, combinada con la relativa estabilidad de las fronteras Europeas tras la Cristianización de los Vikingos y Magiares, había supuesto el nacimiento de una nueva clase de guerreros alfa "La Caballería Feudal", que se encontraban en continuas luchas internas, suscitadas por la violencia estructural inherente al propio sistema económico , social y político. Los Cruzados entraron en el llamado Sultanato de Rüm y avanzando hacia el sur, fueron apoderándose de diversas ciudades y rechazando las fuerzas enviadas en su contra por los Gobernadores divididos en sus disputas internas, hasta adentrándose en los territorios de la Dinastía Fatimí, que conquistaron en el año 1.099, la ciudad de Jerusalén.

Por otra parte, a comienzos del Siglo VIII, el Califato de los Omegas había logrado conquistar de forma muy rápida Egipto y Siria de manos del Cristiano Imperio Bizantino, así como el norte de África. Las conquistas se habían extendido hasta la Península Ibérica, acabando con el Reino Visigodo. Desde el mismo Siglo VIII, se pone freno en Occidente a esa expansión, con las Batallas de Covadonga " 722 " y de Poitiers " 732 ", y el establecimiento de los Reinos Cristianos del Norte Peninsular y del Imperio Carolingio, en lo que supusieron los primeros esfuerzos de los Caudillos Cristianos por capturar territorios perdidos frente a los gobernantes Musulmanes, y que se expresan ideológicamente a partir del Corpus Cronístico Astur - Leonés en lo que más tarde se denominó Reconquista Española. A partir del Siglo XII tuvo factores comunes con Las Cruzadas Orientales " bulas Papales, Órdenes Militares, presencia de Cruzados Europeos ".

El factor desencadenante más visible que contribuyó al cambio de la actitud Occidental frente a los Musulmanes de Oriente ocurrió en el año 1.009, cuando el Califa Fatimí Huséin Al - Hakim Bi - Amrillah ordenó destruir la Iglesia del Santo Sepulcro. Otros Reinos Musulmanes que emergieron tras el colapso de los Omeya, como la Dinastía Aglabí, habían invadido Italia en el Siglo IX. El estado que surgió en esa región, debilitado por las luchas dinásticas internas, se convirtió en una presa fácil para los Normandos que capturaron en Sicilia en el año 1.091. Pisa, Génova y el Reino de Aragón comenzaron a luchar contra los Reinos Musulmanes en la búsqueda del control del mar Mediterráneo, ejemplos de lo cual podemos encontrar en la Campaña Mahdia y en las Batallas que tuvieron lugar en Mallorca y en Cerdeña. La idea de la Guerra Santa, contra los Musulmanes finalmente caló en la población y resultó una idea atractiva para poderes tanto religiosos como seculares de la Edad Media Europea, así como para el público en general. En parte, esta situación se vio favorecida por los éxitos militares de los Reinos Europeos en el Mediterráneo. A la vez, surgió una nueva concepción política que engloba a la Cristiandad en su conjunto, lo cual suponía la unión de los distintos Reinos Cristianos por primera vez y bajo la guía espiritual del pasado y la creación de un ejército Cristiano que luchase contra los Musulmanes. Muchas de las tierras Islámicas habían sido anteriormente Cristianas, y sobre todo aquellas que habían formado parte del Imperio Romano, tanto de Oriente como de Occidente - Siria, Egipto, el resto del Norte de África, Hispania, Chipre y Judea. Por último, la ciudad de Jerusalén, junto con el resto de tierras que la rodeaban y que incluían los lugares en los que Cristo había vivido y muerto, eran especialmente Sagradas para los Cristianos. En cualquier caso, es importante aclarar que la Primera Cruzada no supuso el primer caso de Guerra Santa entre Cristianos y Musulmanes, inspirada por el Papado.

Ya durante el pasado de Alejandro II, éste predicó la Guerra contra el infiel Musulmán en dos ocasiones. La primera ocasión fue durante la Guerra de los Normandos en su conquista de Sicilia en el año 1.061, y el segundo caso se enmarca dentro de las Guerras de la Reconquista Española, en la Cruzada de Barbastro del año 1.064. En ambos casos el Papa ofreció la Indulgencia a los Cristianos que participaron.


Cruzada de Barbastro " 1.064 ".

En el año 1.074, el Papa Gregorio VII llamó a los Milites Christi " Soldados de Cristo ", para que fuesen en ayuda del Imperio Bizantino. Éste Había sufrido una dura derrota en la Batalla de Mantzikert " 1.071 " a manos de los Turcos que abrió las puertas de Anatolia a los Turcos, que establecieron varios Sultanatos en la Península. La conquista de Anatolia había cerrado las rutas terrestres a los peregrinos que se dirigían a Jerusalén. Su llamada, si bien fue ampliamente ignorada e incluso recibió bastante oposición, junto con el gran número de peregrinos que viajaban a Tierra Santa durante el Siglo XI, sirvió para enfocar gran parte de la atención de Occidente en los acontecimientos de Oriente. Algunos Monjes como Pedro de Amiens el Ermitaño o Walter el indigente, que se dedicaron a predicar los abusos Musulmanes frente a los peregrinos que viajaban a Jerusalén y otros lugares Sagrados de Oriente, azuzaron todavía más el fuego de las Cruzadas. Alejo Comneno, que ya había empleado anteriormente a Mercenarios Normandos y de otros Países Occidente,
escribió una carta al Papa Urbano II, solicitando su apoyo y el envío de nuevos Mercenarios que luchan por Bizancio contra los Turcos. Finalmente sería el propio Urbano II, quien extendió entre el público la primera idea de una Cruzada para capturar la Tierra Santa. Tras su famoso discurso, en el Concilio de Clermont " 1.095 ", en el que predicó la Primera Cruzada, los Nobles y el Clero presente comenzaron a gritar las famosas palabras, Deus Vult " Dios lo Quiere " La predicación de Urbano II provocó un estallido de fervor religioso tanto en el pueblo llano como en la pequeña nobleza.

3. Oriente  a Finales del Siglo XI
Hacia el este, el vecino más cercano de la Cristiandad Occidental, era la Cristiandad Oriental, el Imperio Bizantino, un Imperio Cristiano que desde el Cisma de Oriente de 1.054, había roto explícitamente sus vínculos con el Papa de Roma, cuya autoridad dejó de reconocerse " de hecho, nunca se había aceptado más que como la de una Primum Inter Pares junto a los Patriarcas ". Sutiles diferencias dogmáticas " la cláusula Filioque y la Eucaristía Acimita o Promocimita ", permitieron definir la oposición entre la Iglesia Católica Occidental y la Iglesia Ortodoxa Oriental. Las últimas derrotas militares del Imperio Bizantino frente a sus vecinos habían provocado una profunda inestabilidad que sólo se solucionaría con el ascenso al poder del General Alejo I Comneno como Basileus " Emperador ". Bajo su reinado, el Imperio estaba confinado en Europa la costa oeste de Anatolia se enfrentaba a muchos enemigos, con los Normandos al oeste y los Selyúcidas al este. Más hacia el este, Anatolia, Siria, Palestina y Egipto se encontraban bajo el control Musulmán, aunque hasta cierto punto fragmentadas por cuestiones culturales en la época de la Primera Cruzada. Este hecho contribuyó al éxito de esta campaña.

Anatolia y Siria se hallaban bajo dominio de los Selyúcidas Suníes, que antiguamente habían  formado un gran Imperio, pero que en ese momento estaban divididos en Estados más pequeños. El Sultán Alp Arslan había derrotado al Imperio Bizantino en la Batalla de Manzikert, en el año 1.071, y había logrado incorporar gran parte de Anatolia al Imperio. Sin embargo, el Imperio se dividió tras su muerte al año siguiente. Malik Shah I sucedió a Alp Arslan y continuaría reinando hasta el año 1.092, periodo en el que el Imperio Selyúcida se enfrentaría a la rebelión interna. En el Sultanato de Rüm, en Anatolia, Malik Shah I sería sucedido por Kilij Arslan I, y en Siria por su hermano Tutush I, que murió en el año 1.095. Los hijos de este último, Radwan y Duqaq, heredaron Alepo y Damasco, respectivamente, dividiendo Siria todavía más, entre distintos emires enfrentados entre ellos y enfrentados también con Kerbogha, el atabeg de Mosul. Todos estos Estados estaban más preocupados en mantener sus propios territorios y controlar los de sus vecinos que en cooperar entre ellos para hacer frente a la amenaza Cruzada. En otros lugares de lo que nominalmente era territorio Selyúdida se había consolidado también la Dinastía Artúquida. En particular, esta nueva dinastía dominaba el noroeste de Siria y el norte de Mesopotania, y también controló Jerusalén hasta el año 1.098. Al este de Anatolia y al norte de Siria se fundó un nuevo Estado, gobernado por la que se conocería como la Dinastía de los Danisméndidas, por haber sido fundada por un mercenario Selyúcida conocido como Danishmend. Los Cruzados no llegaron a tener ningún contacto significativo con estos grupos hasta después de la Primera Cruzada. Por último, también hay que tener en cuenta a los Nizaríes, que por entonces estaban comenzando a tener cierta relevancia en los asuntos Sirios. Mientras la región de Palestina estuvo bajo dominio Persa y durante la primera época Islámica, los peregrinos cristianos fueron, en general, tratados correctamente. Uno de los primeros gobernantes Islámicos, el Califa Umar Ibn Al -Jattab, permitía a los cristianos llevar a cabo todos sus rituales salvo cualquier tipo de celebración en público. No obstantes, a comienzos del Siglo XI, el Califa Fatimí Huséin Al - Hakim Bi - Amrillah empezó a perseguir a los cristianos en Palestina, persecución que llevaría en el año 1.009, a la destrucción del Templo más sagrado para ellos, la Iglesia del Santo Sepulcro. Más adelante suavizo las medidas contra los cristianos, y en lugar de perseguirles, creó un impuesto para todos los peregrinos de esa confesión que quisiesen entrar en Jerusalén. Sin embargo, lo peor estaba todavía por llegar. Un grupo de Turcos Musulmanes, los Selyúcidas, muy poderosos, agresivos y fundamentalistas en cuanto a la interpretación y cumplimiento de los preceptos del Islam, comenzó su ascenso al poder. Los Selyúcidas veían a los peregrinos cristianos como contaminadores de la fe, por lo que decidieron terminar con ellos. En ese momento empezaron a surgir historias llenas de barbarie sobre el trato a los peregrinos, que fueron pasando de boca en boca hasta la cristiandad Occidental. Estas historias, no obstante, en lugar de disuadir a los peregrinos, hicieron que el viaje a Tierra Santa se tiñese de un aura mucho más sagrada de la que ya tenía con anterioridad.
Egipto y buena parte de Palestina Sur se encontraban bajo el control del Califato Fatimí, de origen Árabe y de la rama Chií del Islam. Su imperio era significativamente más pequeño desde la llegada de los Selyúcidas, y Alejo I llegó incluso a aconsejar a los cruzados que trabajasen conjuntamente con los Fatimíes para enfrentarse a su enemigo común, los Selyúcidas. Por entonces, el Califato Fatimí era gobernado por el Califa Al - Musta'li, y tras haber perdido la ciudad de Jerusalén frente a los Selyúcidas en el año 1.076, la habían recuperado de manos de los artúquidas en el año 1.098, cuando los cruzados ya estaban en marcha. Los Fatimíes, en un principio, no consideraron a los cruzados como una amenaza, puesto que pensaron que habían sido enviados por los Bizantinos, y que se concentrarían con la captura de Siria y dejarían Palestina tranquila. No enviaron un ejército contra los cruzados hasta que éstos no llegaron a Jerusalén.
En Marzo de 1.095, Alejo I Comneno envió mensajeros al Concilio de Piacenza para solicitar al Papa Urbano II ayuda frente a los Turcos. La solicitud del Emperador se encontró con una respuesta favorable de Urbano II, que esperaba reparar el Cisma de Oriente y Occidente, que había ocurrido cuarenta años antes, y reunificar a la Iglesia bajo el mando del Papado como " Obispo Jefe y Prelado en todo el Mundo " mediante la ayuda a las Iglesias Orientales en un momento de necesidad.

Al Concilio de Piacenza, que permitió asentar la autoridad Papal en Italia en un periodo de crisis, asistieron unos 3.000 Clérigos aproximadamente, treinta mil Laicos, así como Embajadores Bizantinos que imploraban toda " la ayuda de la cristiandad contra los no creyentes ". Habiendo asegurado su autoridad en Italia, el Papa se encontraba libre para concentrarse en la preparación de la Cruzada que le habían pedido los Embajadores Orientales. Urbano II también sabía que Italia no iba a ser tierra que " se despertase a una explosión de entusiasmo religioso " a las convocatorias de un Papa que, además tenía un título discutido. Sus intenciones de persuadir " a muchos para prometer, mediante juramento, ayudar al Emperador lo más fielmente posible y tan lejos como pudieran contra los paganos " no llegaron a muchos. La invitación a una Cruzada masiva contra los Turcos arribaría en forma de embajadas Francesas e Inglesas a las Cortes de los reinos medievales más importantes, Francia, Inglaterra, Alemania y Hungría, que no habría podido en listarse en las Primeras Cruzadas por el luto que se guardaba tras la muerte del Rey San Ladislao I de Hungría " 1.046 - 1.095 ", que duraría cerca de tres años. El Papa Urbano II eventualmente consideró a Ladislao I como un candidato apropiado para comandar la Primera Cruzada, puesto que el Rey Húngaro era ampliamente conocido por su porte Caballeresco y sus luchas contra los invasores Rumanos, sin embargo, éste falleció escasos meses antes, mientras llevaba a cabo una campiña militar contra el reino de Bohemia en el año 1.095. El anuncio formal sería en el Concilio de Clermont, que se reunió en el corazón de Francia el 27 de Noviembre de 1.095, el Papa Urbano II pronunció un inspirado sermón frente a una gran audiencia de Nobles y Clérigos Franceses. Hizo un llamamiento a su audiencia para que arrebatasen el control de Jerusalén de las manos de los

 Musulmanes, y para enfatizar su llamamiento, explicó que Francia sufría sobrepoblación, y que la Tierra de Canaán se encontraba a su disposición rebosante de leche y de miel. Habló de los problemas de la violencia entre Nobles y que la solución era girarse para ofrecer la espada al servicio de Dios " Haced que los ladrones se vuelvan Caballeros " Habló de las recompensas tanto terrenales como espirituales, ofreciendo el perdón de los pecados a todo aquel que muriese en la misión divina. Urbano II hizo esta promesa investido de la legitimidad espiritual que le daba el cargo Papal, y la multitud se dejó llevar en el frenesí religioso y en el entusiasmo por la misión interrumpiendo su discurso con gritos de ¡ Deus Vult ! " Dios lo Quiere " que habría de convertirse en el lema de la Primera Cruzada. El sermón pronunciado por Urbano II se encuentra entre los discursos más importantes de la Historia Europea. Existen cinco versiones de su discurso en distintos escritos, pero es difícil saber con exactitud sus verdaderas palabras puesto que todos esos escritos proceden de épocas en las que Jerusalén ya había sido capturada. Por ese motivo, no es posible distinguir con claridad entre los hechos verídicos y aquellos que fueron recreados a la luz del resultado exitoso de la Cruzada. En cualquier caso, lo que sí está claro es que la respuesta al discurso fue mucho más amplia de la que se esperaba. Durante los años 1.095 y 1.096, Urbano II extendió el mensaje a lo largo y ancho de Francia, mientras que urgía a sus Obispos y legados para que extendiesen sus palabras por cualquier otro rincón de Francia, así como de Alemania y de Italia. Urbano II intentó prohibir a ciertas personas " incluyendo a mujeres, monjes y enfermos " que se unieran a la cruzada, pero se encontró con que esto era imposible.
Para atender el éxito de la convocatoria a la Primera Cruzada, debe tenerse en cuenta también la situación en la que se encontraban por aquel entonces los miembros de la Nobleza Europea. Su estilo de vida, guerreando continuamente unos contra otros, y enfrentados de forma más o menos habitual con diversas instituciones eclesiásticas " con las que por otra parte estaban estrechamente vinculados, dada la común condición privilegiada de ambos estamentos y la identidad familiar entre alto Clero y Nobleza ", suponía para ellos una amenaza espiritual muy seria, pues todos se veían en mayor o menor medida incursos en comportamientos que la Iglesia calificaba de pecados castigados con las penas eternas del infierno, y que en ocasiones acarreaban la más inmediata y visible pena terrenal de la excomunión, equivalente a la muerte civil. La Cruzada significaba para ellos una vía de salvación a través de una actividad que conocían y dominaban, la guerra. En ese sentido, el historiador Pierre Tucoo - Chala escribe lo siguiente.

Que algunos Señores hayan tenido el pensamiento de a la vez asegurarse la salvación en el más allá y de obtener en estas tierras lejanas una suerte más envidiable que la que tenían antes de partir es una evidencia. No fue seguramente el caso del Vizconde de Bear. Es probable que su fe profunda haya sido confortada por la ocasión que se presentaba por fin por vez primera a los milites " Caballeros " de poner su estilo de vida al servicio de sus convicciones religiosas. Los eclesiásticos no tenían palabras suficientemente fuertes para condenar la vida practicada por estos guerreros. Para ellos milites, militia, implicaba malitia, maldad. A mediados del Siglo XV, los potentes " poderosos " se han convertido en dueños de castillos especializados en el combate a caballo y persiguen asegurarse los ingresos necesarios para dedicarse únicamente al arte de la guerra. Para ello oprimen a sus campesinos y acaparan los bienes del clero, que denuncia su violencia incontrolada. Para intentar limitarla, la iglesia había desarrollado la Paz de Dios y después la Tregua de Dios. A pesar de estas iniciativas el clérigo manifestaba aun una gran desconfianza hacia su estilo de vida. Finalmente. la mayoría de los que contestaron a su llamada no eran caballeros, sino campesinos sin riquezas y con muy poca preparación militar. Por otra parte, era en este público en el que más calaba un mensaje que no sólo les ofrecía la redención de sus pecados, sino que también les aportaba una forma de escapar a una vida llena de privaciones, en lo que acabaría siendo una explosión de fe que no fue fácilmente manejable para aristocracia. De resultas de esta explosión de fe, muchos abandonaron sus posesiones y se pusieron en marcha hacia Oriente. A los Nobles, la Iglesia les prometía que sus bienes serían respetados hasta su vuelta, si bien, para armar un ejército, muchos de los cruzados poderosos " así llamados por la cruz que se tejían en sus vestiduras " tuvieron efectivamente que liquidar sus bienes y prepararse para un viaje sin retorno. Mucha gente humilde, en cambio, se limitó a ponerse en marcha, llevando consigo a sus familias y todas sus escasas posesiones. Éstos fueron los primeros en partir.
4. La Cruzada de los Pobres, La Convocatoria
Simultáneamente a Urbano II, varios predicadores, entre los que destaca Pedro el Ermitaño, consiguieron inflamar a una gran multitud de gente humilde, " entre ellos campesinos y artesanos, además de siervos " que aunque el Papa Urbano II había planeado la partida de la Cruzada para el 15 de Agosto de 1.096, coincidiendo con la festividad de la Asunción de María, se puso en marcha antes de dicha fecha formando un ejército desorganizado y mal provisto formado por campesinos y pequeños Nobles bajo la dirección de Pedro el Ermitaño con la intención de conquistar Jerusalén por su cuenta. Dirigidos por los predicadores, la respuesta de la población superó todas las expectativas. Si bien Urbano II había contado con la adhesión a la Cruzada de unos pocos miles de Caballeros, se encontró con una verdadera migración de unos cuarenta mil Cruzados, si bien dichas cifras estaban compuestas en su mayor parte por soldados sin experiencia, mujeres y niños.

5. El paso a través del Reino de Hungría

Sin tener ningún tipo de disciplina militar, y cunado se encontraban en lo que a los cruzados probablemente les parecía una tierra extraña " Europa del Este ", pronto se vieron en problemas, todavía en territorio cristiano. El problema principal era el del aprovisionamiento, así como una gran cantidad de gente sin escrúpulos que vio en la cruzada una oportunidad para saquear otros territorios. De esta forma, los ejércitos cruzados cometieron numerosos robos y matanzas a mediados del año 1.096, cuando entraron en el Reino de Hungría. Primeramente, en Marzo de 1.096, se adentraron los Caballeros Franceses de Valter Gauthier, quienes azotaron la región de Zimony, y rápidamente fueron repelidos por las fuerzas del Rey Colomán de Húngria " sobrino del fallecido San Ladislao I de Hungría quien había aceptado el llamamiento a las cruzadas antes de morir en Junio de 1.095 ". Hungría guardó un luto de tres años por San Ladislao, esto, además de la débil posición inicial del recién coronado Rey Colomán, fue lo que impidió que el reino Húngaro se sumase a las primeras cruzadas " fue en la quinta cruzada cuando Andrés II de Hungría llevaría el ejército más grande de la historia de los cruzados ". Tras los estragos de los Caballeros Franceses  de Gauthier, entraría el ejército de Pedro de Amiens, el cual sería escoltado a través del reino por la fuerzas Húngaras de Colomán. Sin embargo, después que los cruzados de Amiens atacasen a los soldados escoltas y matasen a cerca de cuatro mil Húngaros, el Rey Colomán mantuvo una posición hostil contra los cruzados que atravesasen el reino en dirección a Constantinopla. Por otra parte, considerando la situación, el Rey Húngaro Colomán permitió la entrada a los ejércitos cruzados de Volkmar y Gottschalk, a quienes eventualmente también tuvo que enfrentarse y derrotarlos cerca de Nitra y Zimony, ya que igual que los otros grupos anteriores causaron incalculables estragos y asesinatos en Hungría. Seguidamente, los húngaros detuvieron las fuerzas del Conde Emiko cerca de la ciudad de Mosony, y al poco tiempo, el Rey Húngaro forzó a Godofredo de Bouillón a firmar un tratado en la Abadía de Pannonhalma, donde los cruzados se comprometían a pasar por el territorio húngaro con un buen comportamiento. Tras esto, las fuerzas salieron de los territorios húngaros escoltados por los ejércitos de Colomán y continuaron hacia Constantinopla.
6. Arribo a Asia Menor
En el difícil trayecto murieron unas diez mil personas, cerca de un cuarto de las tropas iniciales de Pedro, si bien el resto llegó a Constantinopla en Agosto en relativas buenas condiciones. Una vez ahí volvieron a surgir tensiones debidas a las diferencias Culturales y Religiosas y a las reticencias a repartir provisiones entre un número tan grande de personas. Para complicar aún más las cosas, los seguidores de Pedro se unieron a otros Cruzados provenientes de Francia e Italia. Finalmente, el Emperador Alejo Comneno decidió embarcar rápidamente a los treinta mil cruzados para que cruzaran el Bósforo, quitándose cuando antes ese problema de encima. Tras cruzar a Asia Menor, los Cruzados comenzaron a discutir entre ellos y el ejército se dividió en dos partidas separadas. Desde allí, la multitud se internó en territorio Turco, consiguiendo una victoria inicial, pero descuidando absolutamente la retaguardia. La experiencia Militar de los Turcos era demasiado para el inexperto Ejército Cruzado, sin conocimientos prácticos en el arte de la Guerra. Finalmente, fueron masacrados y esclavizados fácilmente, poco después de haberse internado en territorio Selyúcida. Pedro el Ermitaño consiguió volver a Bizancio y unirse a la Cruzada de los Príncipes. Otro Ejército de Bohemios y Sajones, no logró atravesar Hungría antes de desbandarse.
7. Persecución de los Judíos

La Primera Cruzada fue la chispa que inició una tradición de violencia organizada contra el pueblo Judío en Europa desde hacía Siglos. En Alemania, ciertos líderes interpretaron que esta lucha contra el Infiel debía ser llevada no sólo contra los Musulmanes ubicados en Tierra Santa, sino también contra los Judíos que habitaban en sus propias tierras. Los sermones que predicaban la Cruzada inspiraron un antisemitismo todavía mayor, Según algunos predicadores, los Judíos y los Musulmanes eran enemigos de Cristo, y era deber de la cristiandad enfrentarse a esos enemigos o convertirles a la fe cristiana. El público en general entendió que el " enfrentamiento " al que hacían mención los predicadores era sinónimo de luchar a muerte o darles muerte. La conquista cristiana de Jerusalén y el establecimiento de un Imperio cristiano supuestamente instigaría el " Fin de los Tiempos ", durante el cual los Judíos deberían supuestamente convertirse al cristianismo. Por otro lado, en algunos lugares de Francia y Alemania se consideró a los Judíos como culpables de la Crucifixión de Jesús, y se trataba de un colectivo mucho más visible y cercano que el de los Musulmanes. Muchas personas se preguntaron por qué debían viajar miles de Kilómetros para luchar contra los infieles si ya había no creyentes cerca de sus casas. Partiendo a comienzos del verano de 1.096, un ejército Alemán compuesto por unos diez mil cruzados y dirigido por los Nobles Gottschalk, Volkmar y Emicho se dirigió hacia el norte, siguiendo el Rin, en dirección opuesta a Jerusalén, para comenzar una serie de pogromos que algunos historiadores han llegado a llamar " el primer holocausto ". Los Cruzados viajaron al norte a través del Valle del Rin en busca de las comunidades Judías más conocidas como Colonia, para luego dirigirse al sur. A las comunidades Judías se les daba la opción de convertirse o ser masacradas. Muchas se negaron a la conversión, y a medida que se extendían las noticias de las masacres, se dieron algunos casos de suicidios en masa. Esta interpretación de la Cruzada como Guerra contra todo tipo de infiel, sin embargo, no fue algo universal, y existe constancia de que los Judíos encontraron refugio en algunos Santuarios Cristianos. Uno de esos casos fue el del Arzobispo de Colonia, que se esforzó por proteger a los Judíos de la ciudad de la matanza llevada a cabo por la propia población. En cualquier caso, miles de Judíos fueron asesinados a pesar de los intentos de algunas autoridades Eclesiásticas y Seculares de protegerles. Todas estas masacres se justificaron a través del argumento de que los discursos del Papa Urbano habían prometido la recompensa divina a los que matasen a infieles, sin importar qué tipo de no Cristianos fuesen. En ese sentido, el llamamiento no se dirigía exclusivamente a la Guerra Santa contra los Musulmanes. Aunque el Papado aborreció y predicó en contra de estas acciones locales contra Judíos y Musulmanes, estos actos se repitieron en todos los Movimientos Cruzados posteriores.
8. La Primera Cruzada, Cruzada de los Barones
El fracaso de la Cruzada de los pobres no sería más que el preámbulo de lo que se identifica habitualmente como Primera Cruzada, que es conocida también como la Cruzada de los Barones. Mucho más organizada que la anterior, la Cruzada de los Barones estaba compuesta por miembros de la Nobleza Feudal, y se dividieron en cuatro grupos principales, según su origen utilizaron distintas rutas para llegar a Constantinopla.
* El primer grupo, compuesto por Caballeros de origen Lorenés y Flamenco, estaba comandado por Godofredo de Bouillón junto con sus hermanos Balduino y Eustaquio, se dirigió a Constantinopla a través de Alemania y Hungría.
* El segundo grupo estaba compuesto por Caballeros Normandos septentrionales comandados por Hugo de Vermandois, hermano del Rey Felipe I de Francia y que llevaba el estandarte Papal, Esteban II de Blois, cuñado del Rey Guillermo II de Inglaterra, por el Conde Roberto II de Flandes y por Roberto II de Normandía, se dirigió a Constantinopla vía marítima partiendo desde Bari.

* El tercer grupo lo componían los Caballeros Normandos meridionales a cuyo frente se encontraba Bohemundo de Tarento junto con su sobrino Tancredo que tras reunirse con los Normandos septentrionales partieron juntos hacia Constantinopla.
* El cuarto grupo estaba compuesto por Caballeros Occitanos dirigidos por Raimundo de Tolosa y a quien acompañaba Ademar de Le Puy, legado Pontificio y jefe espiritual de la excepción. Este contingente se dirigió a Constantinopla atravesando Eslovenia y Dalmacia.
En total, el Ejército Cruzado estaba compuesto por entre treinta y treinta y cinco mil Cruzados, incluyendo a unos cinco mil Caballeros. Raimundo de Tolosa era el líder del contingente más numeroso, compuesto por unos ocho mil quinientos hombres de Infantería y mil doscientos de Caballería.

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