1. La Primera Cruzada
La Primera Cruzada, inició el complejo fenómeno histórico de campañas
militares, peregrinaciones armadas y expansión colonial en Oriente Próximo
que convulsionó esta región entre los Siglos XI y XIII, y que es denominado
por la historiografía como las Cruzadas. Aprovechando la llamada de auxilio
del Emperador Bizantino Alejo I, enfrentado con los Turcos Selyúcitas, el
Papa Urbano II precedió en el año 1.095, en los diferentes Países Cristianos
de la Europa Occidental la conquista de la llamada Tierra Santa. Al intento
de Pedro el Ermitaño, siguió la movilización de un ejército organizado,
inspirado por el ideal de la Guerra Santa y liderado por Nobles
principalmente provenientes del Reino de Francia y del Sacro Imperio
Germánico, que fue nutriéndose en su avance de Caballeros, soldados y
numerosa población, hasta transformarse en un fenómeno de migración
masiva.
Indicé |
La Primera Cruzada supuso políticamente la constitución de los Estados
Latinos de Oriente y la recuperación para el Imperio Bizantino de algunos
territorios, a la vez que significó un punto de inflexión en la historia
de las relaciones entre las sociedades del área mediterránea, marcado por
un periodo de expansión del poder del Mundo Occidental y por el uso del
fervor religioso para la Guerra. También permitieron aumentar el prestigio
del pasado y el resurgir, tras la caída del Imperio Romano, del Comercio
Internacional y del incremento de los intercambios que favorecieron la
revitalización económica y cultural del Mundo Medieval.
2. Trasfondo Histórico
Los orígenes de Las Cruzadas en general, especialmente la Primera
Cruzada, provienen de los acontecimientos más tempranos de la Edad
Media. La consolidación del sistema feudal en Europa Occidental tras la
caída del Imperio Carolingio, combinada con la relativa estabilidad de
las fronteras Europeas tras la Cristianización de los Vikingos y
Magiares, había supuesto el nacimiento de una nueva clase de guerreros
alfa "La Caballería Feudal", que se encontraban en continuas luchas
internas, suscitadas por la violencia estructural inherente al propio
sistema económico , social y político. Los Cruzados entraron en el llamado Sultanato de Rüm y avanzando
hacia el sur, fueron apoderándose de diversas ciudades y rechazando
las fuerzas enviadas en su contra por los Gobernadores divididos en
sus disputas internas, hasta adentrándose en los territorios de la
Dinastía Fatimí, que conquistaron en el año 1.099, la ciudad de
Jerusalén.
Por otra parte, a comienzos del Siglo VIII, el Califato de los Omegas
había logrado conquistar de forma muy rápida Egipto y Siria de manos del
Cristiano Imperio Bizantino, así como el norte de África. Las conquistas
se habían extendido hasta la Península Ibérica, acabando con el Reino
Visigodo. Desde el mismo Siglo VIII, se pone freno en Occidente a esa
expansión, con las Batallas de Covadonga " 722 " y de Poitiers " 732 ", y
el establecimiento de los Reinos Cristianos del Norte Peninsular y del
Imperio Carolingio, en lo que supusieron los primeros esfuerzos de los
Caudillos Cristianos por capturar territorios perdidos frente a los
gobernantes Musulmanes, y que se expresan ideológicamente a partir del
Corpus Cronístico Astur - Leonés en lo que más tarde se denominó
Reconquista Española. A partir del Siglo XII tuvo factores comunes con Las
Cruzadas Orientales " bulas Papales, Órdenes Militares, presencia de
Cruzados Europeos ".
El factor desencadenante más visible que contribuyó al cambio de la
actitud Occidental frente a los Musulmanes de Oriente ocurrió en el año
1.009, cuando el Califa Fatimí Huséin Al - Hakim Bi - Amrillah ordenó
destruir la Iglesia del Santo Sepulcro. Otros Reinos Musulmanes que
emergieron tras el colapso de los Omeya, como la Dinastía Aglabí, habían
invadido Italia en el Siglo IX. El estado que surgió en esa región,
debilitado por las luchas dinásticas internas, se convirtió en una presa
fácil para los Normandos que capturaron en Sicilia en el año 1.091. Pisa,
Génova y el Reino de Aragón comenzaron a luchar contra los Reinos
Musulmanes en la búsqueda del control del mar Mediterráneo, ejemplos de lo
cual podemos encontrar en la Campaña Mahdia y en las Batallas que tuvieron
lugar en Mallorca y en Cerdeña. La idea de la Guerra Santa, contra los
Musulmanes finalmente caló en la población y resultó una idea atractiva
para poderes tanto religiosos como seculares de la Edad Media Europea, así
como para el público en general. En parte, esta situación se vio
favorecida por los éxitos militares de los Reinos Europeos en el
Mediterráneo. A la vez, surgió una nueva concepción política que engloba a
la Cristiandad en su conjunto, lo cual suponía la unión de los distintos
Reinos Cristianos por primera vez y bajo la guía espiritual del pasado y
la creación de un ejército Cristiano que luchase contra los Musulmanes.
Muchas de las tierras Islámicas habían sido anteriormente Cristianas, y
sobre todo aquellas que habían formado parte del Imperio Romano, tanto de
Oriente como de Occidente - Siria, Egipto, el resto del Norte de África,
Hispania, Chipre y Judea. Por último, la ciudad de Jerusalén, junto con el
resto de tierras que la rodeaban y que incluían los lugares en los que
Cristo había vivido y muerto, eran especialmente Sagradas para los
Cristianos. En cualquier caso, es importante aclarar que la Primera
Cruzada no supuso el primer caso de Guerra Santa entre Cristianos y
Musulmanes, inspirada por el Papado.
Ya durante el pasado de Alejandro II, éste predicó la Guerra contra el
infiel Musulmán en dos ocasiones. La primera ocasión fue durante la Guerra
de los Normandos en su conquista de Sicilia en el año 1.061, y el segundo
caso se enmarca dentro de las Guerras de la Reconquista Española, en la
Cruzada de Barbastro del año 1.064. En ambos casos el Papa ofreció la
Indulgencia a los Cristianos que participaron.
En el año 1.074, el Papa Gregorio VII llamó a los Milites Christi "
Soldados de Cristo ", para que fuesen en ayuda del Imperio Bizantino. Éste
Había sufrido una dura derrota en la Batalla de Mantzikert " 1.071 " a
manos de los Turcos que abrió las puertas de Anatolia a los Turcos, que
establecieron varios Sultanatos en la Península. La conquista de Anatolia
había cerrado las rutas terrestres a los peregrinos que se dirigían a
Jerusalén. Su llamada, si bien fue ampliamente ignorada e incluso recibió
bastante oposición, junto con el gran número de peregrinos que viajaban a
Tierra Santa durante el Siglo XI, sirvió para enfocar gran parte de la
atención de Occidente en los acontecimientos de Oriente. Algunos Monjes
como Pedro de Amiens el Ermitaño o Walter el indigente, que se dedicaron a
predicar los abusos Musulmanes frente a los peregrinos que viajaban a
Jerusalén y otros lugares Sagrados de Oriente, azuzaron todavía más el
fuego de las Cruzadas. Alejo Comneno, que ya había empleado anteriormente
a Mercenarios Normandos y de otros Países Occidente,
escribió una carta al Papa Urbano II, solicitando su apoyo y el envío de
nuevos Mercenarios que luchan por Bizancio contra los Turcos. Finalmente
sería el propio Urbano II, quien extendió entre el público la primera idea
de una Cruzada para capturar la Tierra Santa. Tras su famoso discurso, en
el Concilio de Clermont " 1.095 ", en el que predicó la Primera Cruzada,
los Nobles y el Clero presente comenzaron a gritar las famosas palabras,
Deus Vult " Dios lo Quiere " La predicación de Urbano II provocó un
estallido de fervor religioso tanto en el pueblo llano como en la pequeña
nobleza.
3. Oriente a Finales del Siglo XI
Hacia el este, el vecino más cercano de la Cristiandad Occidental, era la
Cristiandad Oriental, el Imperio Bizantino, un Imperio Cristiano que
desde el Cisma de Oriente de 1.054, había roto explícitamente sus
vínculos con el Papa de Roma, cuya autoridad dejó de reconocerse " de
hecho, nunca se había aceptado más que como la de una Primum Inter Pares
junto a los Patriarcas ". Sutiles diferencias dogmáticas " la cláusula
Filioque y la Eucaristía Acimita o Promocimita ", permitieron definir la
oposición entre la Iglesia Católica Occidental y la Iglesia Ortodoxa
Oriental. Las últimas derrotas militares del Imperio Bizantino frente a
sus vecinos habían provocado una profunda inestabilidad que sólo se
solucionaría con el ascenso al poder del General Alejo I Comneno como
Basileus " Emperador ". Bajo su reinado, el Imperio estaba confinado en
Europa la costa oeste de Anatolia se enfrentaba a muchos enemigos, con los
Normandos al oeste y los Selyúcidas al este. Más hacia el este, Anatolia,
Siria, Palestina y Egipto se encontraban bajo el control Musulmán, aunque
hasta cierto punto fragmentadas por cuestiones culturales en la época de
la Primera Cruzada. Este hecho contribuyó al éxito de esta campaña.
Anatolia y Siria se hallaban bajo dominio de los Selyúcidas Suníes, que
antiguamente habían formado un gran Imperio, pero que en ese momento
estaban divididos en Estados más pequeños. El Sultán Alp Arslan había
derrotado al Imperio Bizantino en la Batalla de Manzikert, en el año
1.071, y había logrado incorporar gran parte de Anatolia al Imperio. Sin
embargo, el Imperio se dividió tras su muerte al año siguiente. Malik Shah
I sucedió a Alp Arslan y continuaría reinando hasta el año 1.092, periodo
en el que el Imperio Selyúcida se enfrentaría a la rebelión interna. En el
Sultanato de Rüm, en Anatolia, Malik Shah I sería sucedido por Kilij
Arslan I, y en Siria por su hermano Tutush I, que murió en el año 1.095.
Los hijos de este último, Radwan y Duqaq, heredaron Alepo y Damasco,
respectivamente, dividiendo Siria todavía más, entre distintos emires
enfrentados entre ellos y enfrentados también con Kerbogha, el atabeg de
Mosul. Todos estos Estados estaban más preocupados en mantener sus propios
territorios y controlar los de sus vecinos que en cooperar entre ellos
para hacer frente a la amenaza Cruzada. En otros lugares de lo que
nominalmente era territorio Selyúdida se había consolidado también la
Dinastía Artúquida. En particular, esta nueva dinastía dominaba el
noroeste de Siria y el norte de Mesopotania, y también controló Jerusalén
hasta el año 1.098. Al este de Anatolia y al norte de Siria se fundó un
nuevo Estado, gobernado por la que se conocería como la Dinastía de los
Danisméndidas, por haber sido fundada por un mercenario Selyúcida conocido
como Danishmend. Los Cruzados no llegaron a tener ningún contacto
significativo con estos grupos hasta después de la Primera Cruzada. Por
último, también hay que tener en cuenta a los Nizaríes, que por entonces
estaban comenzando a tener cierta relevancia en los asuntos Sirios.
Mientras la región de Palestina estuvo bajo dominio Persa y durante la
primera época Islámica, los peregrinos cristianos fueron, en general,
tratados correctamente. Uno de los primeros gobernantes Islámicos, el
Califa Umar Ibn Al -Jattab, permitía a los cristianos llevar a cabo todos
sus rituales salvo cualquier tipo de celebración en público. No obstantes,
a comienzos del Siglo XI, el Califa Fatimí Huséin Al - Hakim Bi - Amrillah
empezó a perseguir a los cristianos en Palestina, persecución que llevaría
en el año 1.009, a la destrucción del Templo más sagrado para ellos, la
Iglesia del Santo Sepulcro. Más adelante suavizo las medidas contra los
cristianos, y en lugar de perseguirles, creó un impuesto para todos los
peregrinos de esa confesión que quisiesen entrar en Jerusalén. Sin
embargo, lo peor estaba todavía por llegar. Un grupo de Turcos Musulmanes,
los Selyúcidas, muy poderosos, agresivos y fundamentalistas en cuanto a la
interpretación y cumplimiento de los preceptos del Islam, comenzó su
ascenso al poder. Los Selyúcidas veían a los peregrinos cristianos como
contaminadores de la fe, por lo que decidieron terminar con ellos. En ese
momento empezaron a surgir historias llenas de barbarie sobre el trato a
los peregrinos, que fueron pasando de boca en boca hasta la cristiandad
Occidental. Estas historias, no obstante, en lugar de disuadir a los
peregrinos, hicieron que el viaje a Tierra Santa se tiñese de un aura
mucho más sagrada de la que ya tenía con anterioridad.
Egipto y buena parte de Palestina Sur se encontraban bajo el control del
Califato Fatimí, de origen Árabe y de la rama Chií del Islam. Su imperio
era significativamente más pequeño desde la llegada de los Selyúcidas, y
Alejo I llegó incluso a aconsejar a los cruzados que trabajasen
conjuntamente con los Fatimíes para enfrentarse a su enemigo común, los
Selyúcidas. Por entonces, el Califato Fatimí era gobernado por el Califa
Al - Musta'li, y tras haber perdido la ciudad de Jerusalén frente a los
Selyúcidas en el año 1.076, la habían recuperado de manos de los
artúquidas en el año 1.098, cuando los cruzados ya estaban en marcha. Los
Fatimíes, en un principio, no consideraron a los cruzados como una
amenaza, puesto que pensaron que habían sido enviados por los Bizantinos,
y que se concentrarían con la captura de Siria y dejarían Palestina
tranquila. No enviaron un ejército contra los cruzados hasta que éstos no
llegaron a Jerusalén.
En Marzo de 1.095, Alejo I Comneno envió mensajeros al Concilio de
Piacenza para solicitar al Papa Urbano II ayuda frente a los Turcos. La
solicitud del Emperador se encontró con una respuesta favorable de Urbano
II, que esperaba reparar el Cisma de Oriente y Occidente, que había
ocurrido cuarenta años antes, y reunificar a la Iglesia bajo el mando del
Papado como " Obispo Jefe y Prelado en todo el Mundo " mediante la ayuda a
las Iglesias Orientales en un momento de necesidad.
Al Concilio de Piacenza, que permitió asentar la autoridad Papal en
Italia en un periodo de crisis, asistieron unos 3.000 Clérigos
aproximadamente, treinta mil Laicos, así como Embajadores Bizantinos que
imploraban toda " la ayuda de la cristiandad contra los no creyentes ".
Habiendo asegurado su autoridad en Italia, el Papa se encontraba libre
para concentrarse en la preparación de la Cruzada que le habían pedido los
Embajadores Orientales. Urbano II también sabía que Italia no iba a ser
tierra que " se despertase a una explosión de entusiasmo religioso " a las
convocatorias de un Papa que, además tenía un título discutido. Sus
intenciones de persuadir " a muchos para prometer, mediante juramento,
ayudar al Emperador lo más fielmente posible y tan lejos como pudieran
contra los paganos " no llegaron a muchos. La invitación a una Cruzada
masiva contra los Turcos arribaría en forma de embajadas Francesas e
Inglesas a las Cortes de los reinos medievales más importantes, Francia,
Inglaterra, Alemania y Hungría, que no habría podido en listarse en las
Primeras Cruzadas por el luto que se guardaba tras la muerte del Rey San
Ladislao I de Hungría " 1.046 - 1.095 ", que duraría cerca de tres años.
El Papa Urbano II eventualmente consideró a Ladislao I como un candidato
apropiado para comandar la Primera Cruzada, puesto que el Rey Húngaro era
ampliamente conocido por su porte Caballeresco y sus luchas contra los
invasores Rumanos, sin embargo, éste falleció escasos meses antes,
mientras llevaba a cabo una campiña militar contra el reino de Bohemia en
el año 1.095. El anuncio formal sería en el Concilio de Clermont, que se
reunió en el corazón de Francia el 27 de Noviembre de 1.095, el Papa
Urbano II pronunció un inspirado sermón frente a una gran audiencia de
Nobles y Clérigos Franceses. Hizo un llamamiento a su audiencia para que
arrebatasen el control de Jerusalén de las manos de los
Musulmanes, y para enfatizar su llamamiento, explicó que Francia sufría
sobrepoblación, y que la Tierra de Canaán se encontraba a su disposición
rebosante de leche y de miel. Habló de los problemas de la violencia entre
Nobles y que la solución era girarse para ofrecer la espada al servicio de
Dios " Haced que los ladrones se vuelvan Caballeros " Habló de las
recompensas tanto terrenales como espirituales, ofreciendo el perdón de
los pecados a todo aquel que muriese en la misión divina. Urbano II hizo
esta promesa investido de la legitimidad espiritual que le daba el cargo
Papal, y la multitud se dejó llevar en el frenesí religioso y en el
entusiasmo por la misión interrumpiendo su discurso con gritos de ¡ Deus
Vult ! " Dios lo Quiere " que habría de convertirse en el lema de la
Primera Cruzada. El sermón pronunciado por Urbano II se encuentra entre
los discursos más importantes de la Historia Europea. Existen cinco
versiones de su discurso en distintos escritos, pero es difícil saber con
exactitud sus verdaderas palabras puesto que todos esos escritos proceden
de épocas en las que Jerusalén ya había sido capturada. Por ese motivo, no
es posible distinguir con claridad entre los hechos verídicos y aquellos
que fueron recreados a la luz del resultado exitoso de la Cruzada. En
cualquier caso, lo que sí está claro es que la respuesta al discurso fue
mucho más amplia de la que se esperaba. Durante los años 1.095 y 1.096,
Urbano II extendió el mensaje a lo largo y ancho de Francia, mientras que
urgía a sus Obispos y legados para que extendiesen sus palabras por
cualquier otro rincón de Francia, así como de Alemania y de Italia. Urbano
II intentó prohibir a ciertas personas " incluyendo a mujeres, monjes y
enfermos " que se unieran a la cruzada, pero se encontró con que esto era
imposible.
Para atender el éxito de la convocatoria a la Primera Cruzada, debe
tenerse en cuenta también la situación en la que se encontraban por aquel
entonces los miembros de la Nobleza Europea. Su estilo de vida, guerreando
continuamente unos contra otros, y enfrentados de forma más o menos
habitual con diversas instituciones eclesiásticas " con las que por otra
parte estaban estrechamente vinculados, dada la común condición
privilegiada de ambos estamentos y la identidad familiar entre alto Clero
y Nobleza ", suponía para ellos una amenaza espiritual muy seria, pues
todos se veían en mayor o menor medida incursos en comportamientos que la
Iglesia calificaba de pecados castigados con las penas eternas del
infierno, y que en ocasiones acarreaban la más inmediata y visible pena
terrenal de la excomunión, equivalente a la muerte civil. La Cruzada
significaba para ellos una vía de salvación a través de una actividad que
conocían y dominaban, la guerra. En ese sentido, el historiador Pierre
Tucoo - Chala escribe lo siguiente.
Que algunos Señores hayan tenido el pensamiento de a la vez asegurarse la
salvación en el más allá y de obtener en estas tierras lejanas una suerte
más envidiable que la que tenían antes de partir es una evidencia. No fue
seguramente el caso del Vizconde de Bear. Es probable que su fe profunda
haya sido confortada por la ocasión que se presentaba por fin por vez
primera a los milites " Caballeros " de poner su estilo de vida al
servicio de sus convicciones religiosas. Los eclesiásticos no tenían
palabras suficientemente fuertes para condenar la vida practicada por
estos guerreros. Para ellos milites, militia, implicaba malitia, maldad. A
mediados del Siglo XV, los potentes " poderosos " se han convertido en
dueños de castillos especializados en el combate a caballo y persiguen
asegurarse los ingresos necesarios para dedicarse únicamente al arte de la
guerra. Para ello oprimen a sus campesinos y acaparan los bienes del
clero, que denuncia su violencia incontrolada. Para intentar limitarla, la
iglesia había desarrollado la Paz de Dios y después la Tregua de Dios. A
pesar de estas iniciativas el clérigo manifestaba aun una gran
desconfianza hacia su estilo de vida. Finalmente. la mayoría de los que
contestaron a su llamada no eran caballeros, sino campesinos sin riquezas
y con muy poca preparación militar. Por otra parte, era en este público en
el que más calaba un mensaje que no sólo les ofrecía la redención de sus
pecados, sino que también les aportaba una forma de escapar a una vida
llena de privaciones, en lo que acabaría siendo una explosión de fe que no
fue fácilmente manejable para aristocracia. De resultas de esta explosión
de fe, muchos abandonaron sus posesiones y se pusieron en marcha hacia
Oriente. A los Nobles, la Iglesia les prometía que sus bienes serían
respetados hasta su vuelta, si bien, para armar un ejército, muchos de los
cruzados poderosos " así llamados por la cruz que se tejían en sus
vestiduras " tuvieron efectivamente que liquidar sus bienes y prepararse
para un viaje sin retorno. Mucha gente humilde, en cambio, se limitó a
ponerse en marcha, llevando consigo a sus familias y todas sus escasas
posesiones. Éstos fueron los primeros en partir.
4. La Cruzada de los Pobres, La Convocatoria
Simultáneamente a Urbano II, varios predicadores, entre los que destaca
Pedro el Ermitaño, consiguieron inflamar a una gran multitud de gente
humilde, " entre ellos campesinos y artesanos, además de siervos " que
aunque el Papa Urbano II había planeado la partida de la Cruzada para el
15 de Agosto de 1.096, coincidiendo con la festividad de la Asunción de
María, se puso en marcha antes de dicha fecha formando un ejército
desorganizado y mal provisto formado por campesinos y pequeños Nobles bajo
la dirección de Pedro el Ermitaño con la intención de conquistar Jerusalén
por su cuenta. Dirigidos por los predicadores, la respuesta de la
población superó todas las expectativas. Si bien Urbano II había contado
con la adhesión a la Cruzada de unos pocos miles de Caballeros, se
encontró con una verdadera migración de unos cuarenta mil Cruzados, si
bien dichas cifras estaban compuestas en su mayor parte por soldados sin
experiencia, mujeres y niños.
Sin tener ningún tipo de disciplina militar, y cunado se encontraban en
lo que a los cruzados probablemente les parecía una tierra extraña "
Europa del Este ", pronto se vieron en problemas, todavía en territorio
cristiano. El problema principal era el del aprovisionamiento, así como
una gran cantidad de gente sin escrúpulos que vio en la cruzada una
oportunidad para saquear otros territorios. De esta forma, los ejércitos
cruzados cometieron numerosos robos y matanzas a mediados del año 1.096,
cuando entraron en el Reino de Hungría. Primeramente, en Marzo de 1.096,
se adentraron los Caballeros Franceses de Valter Gauthier, quienes
azotaron la región de Zimony, y rápidamente fueron repelidos por las
fuerzas del Rey Colomán de Húngria " sobrino del fallecido San Ladislao I
de Hungría quien había aceptado el llamamiento a las cruzadas antes
de morir en Junio de 1.095 ". Hungría guardó un luto de tres años por San
Ladislao, esto, además de la débil posición inicial del recién coronado
Rey Colomán, fue lo que impidió que el reino Húngaro se sumase a las
primeras cruzadas " fue en la quinta cruzada cuando Andrés II de Hungría
llevaría el ejército más grande de la historia de los cruzados ". Tras los
estragos de los Caballeros Franceses de Gauthier, entraría el
ejército de Pedro de Amiens, el cual sería escoltado a través del reino
por la fuerzas Húngaras de Colomán. Sin embargo, después que los cruzados
de Amiens atacasen a los soldados escoltas y matasen a cerca de cuatro mil
Húngaros, el Rey Colomán mantuvo una posición hostil contra los cruzados
que atravesasen el reino en dirección a Constantinopla. Por otra parte,
considerando la situación, el Rey Húngaro Colomán permitió la entrada a
los ejércitos cruzados de Volkmar y Gottschalk, a quienes eventualmente
también tuvo que enfrentarse y derrotarlos cerca de Nitra y Zimony, ya que
igual que los otros grupos anteriores causaron incalculables estragos y
asesinatos en Hungría. Seguidamente, los húngaros detuvieron las fuerzas
del Conde Emiko cerca de la ciudad de Mosony, y al poco tiempo, el Rey
Húngaro forzó a Godofredo de Bouillón a firmar un tratado en la Abadía de
Pannonhalma, donde los cruzados se comprometían a pasar por el territorio
húngaro con un buen comportamiento. Tras esto, las fuerzas salieron de los
territorios húngaros escoltados por los ejércitos de Colomán y continuaron
hacia Constantinopla.
6. Arribo a Asia Menor
En el difícil trayecto murieron unas diez mil personas, cerca de un
cuarto de las tropas iniciales de Pedro, si bien el resto llegó a
Constantinopla en Agosto en relativas buenas condiciones. Una vez ahí
volvieron a surgir tensiones debidas a las diferencias Culturales y
Religiosas y a las reticencias a repartir provisiones entre un número tan
grande de personas. Para complicar aún más las cosas, los seguidores de
Pedro se unieron a otros Cruzados provenientes de Francia e Italia.
Finalmente, el Emperador Alejo Comneno decidió embarcar rápidamente a los
treinta mil cruzados para que cruzaran el Bósforo, quitándose cuando antes
ese problema de encima. Tras cruzar a Asia Menor, los Cruzados comenzaron
a discutir entre ellos y el ejército se dividió en dos partidas separadas.
Desde allí, la multitud se internó en territorio Turco, consiguiendo una
victoria inicial, pero descuidando absolutamente la retaguardia. La
experiencia Militar de los Turcos era demasiado para el inexperto Ejército
Cruzado, sin conocimientos prácticos en el arte de la Guerra. Finalmente,
fueron masacrados y esclavizados fácilmente, poco después de haberse
internado en territorio Selyúcida. Pedro el Ermitaño consiguió volver a
Bizancio y unirse a la Cruzada de los Príncipes. Otro Ejército de Bohemios
y Sajones, no logró atravesar Hungría antes de desbandarse.
7. Persecución de los Judíos
La Primera Cruzada fue la chispa que inició una tradición de violencia
organizada contra el pueblo Judío en Europa desde hacía Siglos. En
Alemania, ciertos líderes interpretaron que esta lucha contra el Infiel
debía ser llevada no sólo contra los Musulmanes ubicados en Tierra Santa,
sino también contra los Judíos que habitaban en sus propias tierras. Los
sermones que predicaban la Cruzada inspiraron un antisemitismo todavía
mayor, Según algunos predicadores, los Judíos y los Musulmanes eran
enemigos de Cristo, y era deber de la cristiandad enfrentarse a esos
enemigos o convertirles a la fe cristiana. El público en general entendió
que el " enfrentamiento " al que hacían mención los predicadores era
sinónimo de luchar a muerte o darles muerte. La conquista cristiana de
Jerusalén y el establecimiento de un Imperio cristiano supuestamente
instigaría el " Fin de los Tiempos ", durante el cual los Judíos deberían
supuestamente convertirse al cristianismo. Por otro lado, en algunos
lugares de Francia y Alemania se consideró a los Judíos como culpables de
la Crucifixión de Jesús, y se trataba de un colectivo mucho más visible y
cercano que el de los Musulmanes. Muchas personas se preguntaron por qué
debían viajar miles de Kilómetros para luchar contra los infieles si ya
había no creyentes cerca de sus casas. Partiendo a comienzos del verano de
1.096, un ejército Alemán compuesto por unos diez mil cruzados y dirigido
por los Nobles Gottschalk, Volkmar y Emicho se dirigió hacia el norte,
siguiendo el Rin, en dirección opuesta a Jerusalén, para comenzar una
serie de pogromos que algunos historiadores han llegado a llamar " el
primer holocausto ". Los Cruzados viajaron al norte a través del Valle del
Rin en busca de las comunidades Judías más conocidas como Colonia, para
luego dirigirse al sur. A las comunidades Judías se les daba la opción de
convertirse o ser masacradas. Muchas se negaron a la conversión, y a
medida que se extendían las noticias de las masacres, se dieron algunos
casos de suicidios en masa. Esta interpretación de la Cruzada como Guerra
contra todo tipo de infiel, sin embargo, no fue algo universal, y existe
constancia de que los Judíos encontraron refugio en algunos Santuarios
Cristianos. Uno de esos casos fue el del Arzobispo de Colonia, que se
esforzó por proteger a los Judíos de la ciudad de la matanza llevada a
cabo por la propia población. En cualquier caso, miles de Judíos fueron
asesinados a pesar de los intentos de algunas autoridades Eclesiásticas y
Seculares de protegerles. Todas estas masacres se justificaron a través
del argumento de que los discursos del Papa Urbano habían prometido la
recompensa divina a los que matasen a infieles, sin importar qué tipo de
no Cristianos fuesen. En ese sentido, el llamamiento no se dirigía
exclusivamente a la Guerra Santa contra los Musulmanes. Aunque el Papado
aborreció y predicó en contra de estas acciones locales contra Judíos y
Musulmanes, estos actos se repitieron en todos los Movimientos Cruzados
posteriores.
8. La Primera Cruzada, Cruzada de los Barones
El fracaso de la Cruzada de los pobres no sería más que el preámbulo de
lo que se identifica habitualmente como Primera Cruzada, que es conocida
también como la Cruzada de los Barones. Mucho más organizada que la
anterior, la Cruzada de los Barones estaba compuesta por miembros de la
Nobleza Feudal, y se dividieron en cuatro grupos principales, según su
origen utilizaron distintas rutas para llegar a Constantinopla.
* El primer grupo, compuesto por Caballeros de origen Lorenés y
Flamenco, estaba comandado por Godofredo de Bouillón junto con sus
hermanos Balduino y Eustaquio, se dirigió a Constantinopla a través de
Alemania y Hungría.
* El segundo grupo estaba compuesto por Caballeros Normandos
septentrionales comandados por Hugo de Vermandois, hermano del Rey Felipe
I de Francia y que llevaba el estandarte Papal, Esteban II de Blois,
cuñado del Rey Guillermo II de Inglaterra, por el Conde Roberto II de
Flandes y por Roberto II de Normandía, se dirigió a Constantinopla vía
marítima partiendo desde Bari.
* El tercer grupo lo componían los Caballeros Normandos
meridionales a cuyo frente se encontraba Bohemundo de Tarento junto con su
sobrino Tancredo que tras reunirse con los Normandos septentrionales
partieron juntos hacia Constantinopla.
* El cuarto grupo estaba compuesto por Caballeros Occitanos
dirigidos por Raimundo de Tolosa y a quien acompañaba Ademar de Le Puy,
legado Pontificio y jefe espiritual de la excepción. Este contingente se
dirigió a Constantinopla atravesando Eslovenia y Dalmacia.
En total, el Ejército Cruzado estaba compuesto por entre treinta y
treinta y cinco mil Cruzados, incluyendo a unos cinco mil Caballeros.
Raimundo de Tolosa era el líder del contingente más numeroso, compuesto
por unos ocho mil quinientos hombres de Infantería y mil doscientos de
Caballería.
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