Tras la exitosa convocatoria Papal y la avalancha de participantes no fue
posible plantear una expedición unitaria, por lo que partieron de Europa
distintas expediciones que habrían de confluir por diferentes rutas en
Constantinopla entre Noviembre de 1.096, y Mayo de 1.097. Acompañando a
los Caballeros Cristianos, había muchos hombres pobres " Pauperes " que
sólo se podían permitir comprar las ropas más básicas, y quizás, algún
arma vieja. Pedro el Ermitaño, que se había unido a la Cruzada de los
Príncipes de Constantinopla, era considerado el responsable de cuidar a
estas personas, a quienes se les permitía organizarse en pequeños grupos,
posiblemente compañías militares afines, y que a menudo iban dirigidos por
algún Caballero empobrecido.
Indicé |
Los distintos grupos de Cruzados llegaron a Constantinopla con pocas
provisiones, esperando recibir ayuda de Alejo I. Alejo I, por su parte, se
encontraba en una situación difícil. Tras la dudosa experiencia vivida con
la anterior Cruzada de los Pobres, y teniendo en cuenta que el Normando
Bohemundo de Tarento era un antiguo enemigo suyo, no sabía hasta qué punto
podía fiarse de los supuestos aliados Cristianos venidos de Occidente. Por
otro lado, Alejo I seguía teniendo esperanzas de conseguir controlar a
este grupo de Cruzados, y parece que incluso contemplaba la posibilidad de
utilizarlos como agentes del Imperio Bizantino para recuperar tierras
perdidas. Dada la situación, Alejo I llegó a un acuerdo con los Cruzados,
en intercambio por la comida y los suministros, Alejo I exigía que los
Cruzados jurasen lealtad, y que prometieron devolver al Imperio Bizantino
todo el terreno que recuperasen de los Turcos. Los Cruzados, sin agua ni
comida, no tuvieron otra opción que aceptar tomar el juramento, aunque no
sin antes haber asumido todas las partes una serie de compromisos, y
después de que casi se hubiese desatado un conflicto militar en la propia
ciudad en un combate abierto con los Akritai del Emperador. Sólo el
Príncipe Raimundo evitó el juramento, ofreciendo a Alejo I que liderará la
Cruzada en persona. Alejo I rechazó la oferta, aunque los dos personajes
se convirtieron en aliados a raíz de la desconfianza que ambos tenían en
Bohemundo.
Alejo I llegó al acuerdo con los Cruzados de enviar un contingente
militar bajo el mando del General Tatikios " de origen Turco, curiosamente
" para acompañar a los Cruzados a lo largo de Asia Menor. Su primer
objetivo sería Nicea, una antigua ciudad del Imperio Bizantino que ahora
era la Capital del Sultanato de Rüm, gobernado en ese momento por Kilij
Arslan I. En ese momento, Arslan estaba en plena campaña militar contra
los Danisméndidas, en Anatolia Central, y había dejado atrás tanto su
tesoro como a su familia, infravalorando la capacidad militar de los
Cruzados. La ciudad sufrió un largo asedio que no tuvo grandes
resultados, puesto que los cruzados no fueron capaces de bloquear el lago
en el que estaba situada la ciudad, que a través de éste podía recibir
provisiones. Cuando Kilij Arslan recibió noticias del asedio,
se apresuró a volver a su capital, y atacó al ejército cruzado el 23
de Mayo de ese año. Sin embargo, en esta ocasión los Turcos fueron
derrotados, si bien ambos bandos sufrieron duras pérdidas. Viendo que no
sería capaz de liberar la ciudad, aconsejó a la guarnición que se
rindiese si la situación llegaba a ser insostenible. Alejo I, temiendo que
los cruzados saqueasen la ciudad y destruyesen su riqueza, llegó a un
acuerdo secreto de rendición con la ciudad, y se preparó para tomarla por
la noche. El 19 de Junio de 1.097, los cruzados se despertaron y
advirtieron que los estandartes Bizantinos ondeaban en los muros de la
ciudad. No sólo se les prohibió saquear la ciudad, sino que los cruzados
tenían prohibido entrar en la ciudad, salvo en pequeños grupos, lo que
causó un gran malestar en el ejército cruzado, y supuso un añadido más a
la tensión ya existente entre Cristianos Orientales y Occidentales.
Finalmente, los cruzados partieron en dirección a Jerusalén. Esteban de
Blois escribió a su mujer Adela estimando un viaje de cinco semanas más
hasta alcanzar la ciudad Santa. De hecho, ese viaje les llevaría dos años.
Los cruzados, todavía acompañados por algunas tropas Bizantinas comandadas
por Tatikios, marcharon hacia Dorilea, en donde Bohemundo sufrió un ataque
por sorpresa de Kilij Arslan, en la Batalla de Dorilea, el 1 de Julio de
ese año, Godofredo fue capaz de atravesar las líneas enemigas, y con ayuda
de las tropas del legado Ademar "atacó a los Turcos desde la retaguardia",
derrotó a los Turcos y saqueó su campamento.
Kilij Arslan se batió en retirada, y los cruzados marcharon casi sin
oposición a lo largo de Asia Menor hasta llegar a Antioquía, salvo por una
Batalla en Septiembre de ese mismo año, en la que también derrotaron a los
Turcos. A lo largo del camino, los cruzados fueron capaces de capturar
varias ciudades, como Sozopolis, Konya y Kayseri, aunque la mayoría de
estas ciudades se perdieron de nuevo frente a los Turcos en 1.101. En
general, la marcha a través de Asia fue muy penosa para el ejército
cruzado. Se encontraban a mediados del verano, y los cruzados tenían muy
poca agua y comida, por lo que muchos hombres y animales murieron durante
la marcha. Al igual que había ocurrido en Europa, los cristianos de Asia
en ocasiones les regalaban comida o dinero, pero en la mayoría de las
ocasiones los cruzados se dedicaban al saqueo y al pillaje si se les
presentaba la oportunidad. Por su parte, los distintos líderes de la
Cruzada continúan disputándose el liderazgo absoluto de la misma, aunque
ninguno era lo suficientemente poderoso como para tomar el mando, si bien
Ademar de Le Puy siempre fue reconocido como líder espiritual. Tras
atravesar las Puertas Cilicias. Balduino se separó del resto de cruzados,
y puso rumbo hacia las tierras Armenias de alrededor del Éufrates. Llegó a
la ciudad de Edesa " hoy Urfa, en Turquía ", que estaba en manos de
cristianos Armenios, y fue adoptado como heredero por el Rey Thoros de
Edesa, un Armenio perteneciente a la Iglesia Ortodoxa de Grecia y que no
contaba con el favor de sus súbditos por culpa de su religión. Thoros fue
asesinado, y Balduino se convirtió en el nuevo gobernante, creando el
Condado de Edesa, que a su vez sería el Imperio de los Estados
Cruzados.
2. Asedio de Antioquía
El ejército cruzado, mientras tanto, marchó hacia Antioquía, ciudad
ubicada a mitad de camino entre Constantinopla y Jerusalén y con un gran
valor religioso también para la cristiandad. El 20 de Octubre de 1.097,
los cruzados sitiaron la ciudad, comenzando un asedio que duraría casi
ocho meses. Durante ese tiempo, los cristianos tuvieron que someterse a
terribles penalidades, y se vieron obligados a enfrentarse a dos
importantes ejércitos de apoyo a los sitiados, enviados por Damasco y
Alepo. Antioquía era una ciudad tan grande que los
cruzados no tenían suficientes tropas como para rodearla completamente,
por lo que tuvo la posibilidad de mantener un cierto nivel de
suministros durante todo ese tiempo. Por otra parte, a medida que el
asedio se alargaba fue quedando cada vez más claro que Bohemundo
pretendía conquistar la ciudad para quedarse como Gobernador.
Yaghi-Siyan, el Gobernador de Antioquía, sólo podía contar con su propio
ejército personal para defenderse. Para prepararse para el asedio,
exilió a muchos de los cristianos pertenecientes a la Iglesia Ortodoxa
Griega y Armenia, a los que consideraba poco fiables.También encerró en
prisión a Juan de Oxite, Patriarca de Antioquía de la Iglesia Ortodoxa
Griega, y convirtió la Catedral de San Pedro en un establo. Los
cristianos Ortodoxos Sirianos fueron por lo general respetados, puesto
que Yaghi-Siyan les consideraba más leales a él que los otros debido a
que también eran enemigos de los griegos y de los armenios. Yaghi-Siyan
y su hijo Shams ad-Dawla solicitaron ayuda a Duqaq " Gobernador de
Damasco ". Mientras tanto lanzaba ataques contra el campamento cristiano
y hostigaba a las partidas de forrageadores del ejército invasor.
Yaghi-Siyan sabía gracias a sus informadores que existían divisiones
entre los cristianos debido a que tanto Raimundo IV de Tolosa como
Bohemundo de Tarento querían la ciudad para ellos. En una ocasión,
mientras Bohemundo estaba buscando alimento, Raimundo atacó la ciudad en
solitario, pero fue repelido por las tropas de Yaghi-Siyan. El 30 de
Diciembre, llegaron los esperados refuerzos de Duqaq, pero fueron
derrotados por la partida de aprovisionamiento de Bohemundo, por lo que
se retiraron a Homs. Yaghi-Siyan acudió entonces a Radwan " Gobernador
de Alepo ", en busca de ayuda. Sin embargo, en Febrero de ese año, el
ejército enviado por Radwan fue también derrotado y Yaghi-Siyan
aprovechó la marcha temporal del ejército invasor para hacer una salida
contra su campamento, pero también tuvo que retirarse cuando los
cruzados retornaron victoriosos. En Marzo, de ese año,Yaghi-Siyan logró
emboscar a una partida de cruzados que traían madera y otros materiales
desde el Puerto de San Simeón. Llegaron noticias al campamento cruzado
de que Raimundo y Bohemundo habían muerto en esa Batalla, y se produjo
una gran confusión que Yaghi-Siyan aprovechó para atacar al ejército
comandado por Godofredo de Bouillón. Sin embargo, Yaghi-Siyan volvió a
ser repelido cuando Bohemundo y Raimundo volvieron al campamento.
En esta ocasión el Gobernador acudió a Kerbogha, atabeg de Mosul, en
busca de ayuda. Los cruzados sabían que debían tomar la ciudad antes de
que llegasen los refuerzos de Kerbogha, y Bohemundo negoció en secreto con
uno de los guardias de Yaghi-Siyan, un armenio llamado Firuz, que accedió
a traicionar a la ciudad. El 2 de Junio de 1.098, los cruzados entraron en
la ciudad, matando a casi todos sus habitantes antes de que Kerbogha
pudiera acudir en su auxilio. La guarnición se replegó al interior de la
ciudadela. Sólo unos pocos días más tarde llegó el ejército Musulmán, que
inició un nuevo asedio, esta vez con los cristianos en el interior de la
ciudad. Justo entonces, un monje llamado Pedro Bartolomé aseguró haber
descubierto la Lanza Sagrada en la ciudad, y si bien algunos eran
escépticos en cuanto al hallazgo, el acontecimiento se consideró un
milagro que presagiaba que obtendrían la victoria frente a los infieles.
El 28 de Junio de ese año, los cruzados derrotaron a Kerbogha en batalla
campal, victoria que en parte se atribuye al hecho de que Kerbogha no fue
capaz de organizar a las distintas facciones que componían su ejército.
Mientras que los cruzados marcharon contra los musulmanes, la sección
fatimí desertó del contingente Turco temiendo que Kerbogha se volviera
demasiado poderoso si lograba derrotar a los cruzados. Por otra parte, y
según la leyenda cristiana asociada al descubrimiento de la Lanza Sagrada,
un ejército de santos cristianos habría acudido en ayuda de los cruzados
en la batalla, haciendo pedazos al ejército de Kerbogha.
Bohemundo de Tarento, tras la retirada de los ejércitos Bizantinos que
les habían acompañado en la expedición, alegó deserción por parte de
éstos, y argumentó que dicha deserción invalidaba todos los juramentos que
habían hecho frente a Alejo I. Bohemundo, gracias a la ruptura del
juramento, retuvo la ciudad para sí, si bien no todos los cruzados estaban
de acuerdo, y en especial Raimundo de Tolosa. Las discusiones entre los
líderes supusieron un nuevo retraso en la marcha de la cruzada, que quedó
estancada durante todo el resto del año. Por otro lado, la toma de
Antioquía implicó el nacimiento del Segundo Estado Cruzado.
Mientras tanto, irrumpió en escena el estallido de una plaga "
posiblemente tifus ", que mató a muchos de los cruzados, incluyendo al
legado Pontificio Ademar de Le Puy. Los soldados contaban cada vez con
menos caballos, y los campesinos musulmanes se negaban a proveerles de
comida. En Diciembre de ese año, la ciudad de Ma'arrat al-Numan fue
capturada tras un asedio en el que además de finalizar con el asesinato de
toda la población, se llegaron a producir casos de canibalismo entre los
cruzados. Los Caballeros de menor rango se fueron impacientando, y
amenazaron con continuar hacia Jerusalén dejando atrás a sus líderes y sus
disputas internas. Finalmente, a comienzos de 1.099, se renovó la marcha
hacia la Ciudad Santa, dejando a Bohemundo atrás como nuevo Príncipe de
Antioquía.
3. Asedio y Conquista de Jerusalén
Desde Antioquía los cruzados marcharon hacia Jerusalén. La ciudad en
aquel momento se encontraba disputada entre los fatimíes de Egipto y los
Turcos de Siria. Por el camino, conquistaron diversas plazas árabes "
entre ellas el futuro Castillo Krak des Chevaliers, que fue abandonado
", y firmaron acuerdos con otras, deseosas de mantener su independencia
y de facilitar que los cruzados atacaron a los Turcos. A medida que se
dirigían al sur por la costa del Mar Mediterráneo, los cruzados no se
encontraron demasiada resistencia, puesto que los líderes locales
preferían llegar a acuerdos de paz con ellos y darles suministros sin
llegar al conflicto armado. Jerusalén, mientras tanto, había cambiado de
manos varias veces, en los últimos tiempos y desde 1.098, se encontraba
en manos de los Fatimíes de Egipto. Los cruzados llegaron ante las
murallas de la ciudad en Junio de 1.099, y al igual que hicieron con
Antioquía, desplegaron sus tropas para someterla a un largo asedio,
durante el cual los cruzados sufrieron también un gran número de bajas
por culpa de la falta de comida y agua en los alrededores de Jerusalén.
Cuando el ejército cruzado llegó a Jerusalén, del ejército inicial sólo
quedaban doce mil hombres, incluyendo a mil quinientos soldados de
caballería. Enfrentados a lo que parecía una tarea imposible, los
cruzados llevaron a cabo diversos ataques contra las murallas de la
ciudad, pero todos fueron repelidos. Los relatos de la época indican que
la moral del ejército se vio mejorada cuando un sacerdote llamado Pedro
Desiderio aseguró haber tenido una visión divina en la cual se le daba
instrucciones de marchar descalzos en procesión alrededor de las
murallas de la ciudad, tras lo cual la ciudad caería en nueve días,
siguiendo el ejemplo bíblico de la caída de Jericó. El 8 de Julio los
cruzados realizaron esa procesión. Finalmente la ciudad caería en manos
cristianas el 15 de Julio de 1.099, gracias a una ayuda inesperada. Las
tropas Genovesas dirigidas por Guillermo Embriaco, se habían dirigido a
Tierra Santa en una expedición privada. Se dirigían en primer lugar a
Ascalón, pero un ejército Fatimí de Egipto les obligó a marchar tierra
adentro hacia Jerusalén, ciudad que se encontraba en ese momento sitiada
por los cruzados. Los Genoveses habían desmantelado previamente las
naves en las cuales habían navegado hasta Tierra Santa, y utilizaron esa
madera para construir torres de asedio. Estas torres fueron enviadas
hacia las murallas de la ciudad la noche del 14 de Julio entre la
sorpresa y la preocupación de la guarnición defensora. A la mañana del
día 15, la torre de Godofredo llegó a su sección de las murallas cercana
a la esquina noroeste de la ciudad, y
según la Gesta, dos caballeros procedentes de Tournai llamados Letaldo
y Engelberto fueron los primeros en acceder a la ciudad, seguidos por
Godofredo, su hermano Eustaquio, Tancredo y sus hombres. La torre de
Raimundo quedó frenada por una zanja pero, dado que los cruzados ya
habían entrado por la otra vía, los guardias se rindieron a Raimundo. A
lo largo de esa misma tarde, la noche y la mañana del día siguiente, los
cruzados desencadenaron una terrible matanza de hombres, mujeres y
niños, musulmanes, judíos o incluso los escasos cristianos del este que
habían permanecido en la ciudad. Aunque muchos musulmanes buscaron
cobijo en la Mezquita de Al-Aqsa y los judíos en sus sinagogas cercanas
al Muro de las Lamentaciones, pocos cruzados se apiadaron de las vidas
de los habitantes. Según la obra anónima Gesta Francorum "la carnicería
fue tan grande que nuestros hombres andaban con la sangre a la altura de
sus tobillos". Otros relatos que hablan de la sangre llegando a la
altura de las riendas de los caballos son reminiscencias de pasajes del
Apocalipsis.
Dos mil judíos fueron encerrados en la sinagoga principal, a la que se
prendió fuego. Uno de los hombres que participó en aquella carnicería,
Raimundo de Aguilers, Canónigo de Puy, dejó una descripción para la
posteridad que habla por sí sola:
<< Maravillosos espectáculos alegraban nuestra vista. Algunos de
nosotros, los más piadosos, cortaron las cabezas de los musulmanes, otros
los hicieron blancos de sus flechas, otros fueron más lejos y los
arrastraron a las hogueras. En las calles y plazas de Jerusalén no se
venían más que montones de cabezas, manos y pies. Se derramó tanta sangre
en la Mezquita edificada sobre el Templo de Salomón, que los cadáveres
flotaban en ella y en muchos lugares la sangre nos llegaba hasta la
rodilla. Cuando no hubo más musulmanes que matar, los jefes del ejército
se dirigieron en procesión a la Iglesia del Santo Sepulcro para la
ceremonia de acción de gracias >>
Tancredo por su parte, reclamó el control del Templo de Jerusalén, y
ofreció protección a algunos de los musulmanes que se habían refugiado ahí
con ayuda de Segismundo Gozzer, un tridentino a cargo de la cruzada
lombarda. Sin embargo, fueron incapaces de evitar su muerte a manos de sus
compañeros cruzados.
<< En verdad, si hubieseis estado allí habrías visto nuestros pies
coloreados hasta los tobillos con la sangre de la masacre. Pero, ¿ qué más
os puedo contar ? Ninguno fue dejado con vida, no hubo piedad ni de
mujeres ni de niños >>
Algunos jefes cruzados, como por ejemplo Gastón de Bearn, trató de
proteger a los civiles refugiados en el Templo dándoles sus estandartes,
pero fue en vano, porque al día siguiente un grupo de caballeros exaltados
los asesinó también. Solo se salvó una parte de la guarnición, protegida
por el juramento de Raimundo de Tolosa. Por otra parte, la Gesta Francorum
establece que algunas personas lograron escapar a la toma de Jerusalén
vivas. Su autor escribió:
<< cuando los paganos habían sido vencidos, nuestros hombres
capturaron a muchos, tanto mujeres como hombres, y o bien les daban muerte
o les mantenían cautivos >>
4. Más tarde se dice
<< Nuestros jefes también ordenaron que todos los sarracenos
muertos fuesen enviados fuera de la ciudad debido al hedor, puesto que
toda la ciudad estaba llena de cadáveres, y por ello los sarracenos vivos
arrastraron a los muertos hasta las salidas de las murallas y los
colocaron en piezas como si fuesen casas. Nunca nadie pudo ver u oír de
una matanza como esa de paganos, puesto que las piezas funerarias se
alzaban como pirámides, y nadie sabe su número salvo el mismo Dios
>>
5. Fin de la Cruzada
En primer lugar los cruzados ofrecieron a Raimundo de Tolosa el título
del Rey de Jerusalén, pero lo rechazó. Después se le ofreció a Godofredo
de Buillón, que aceptó gobernar la ciudad pero rechazó ser coronado como
Rey, diciendo que no llevaría una "Corona de Oro" en el lugar que Cristo
había portado "una Corona de Espinas". En su lugar, tomó el título de
Advocatus Sancti Sepulchri "Protector del Santo Sepulcro" o, simplemente,
el de "Príncipe". En la última acción de la cruzada, encabezó un ejército
que derrotó a un ejército fatimí invasor en la Batalla de Ascalón.
Godofredo murió en Julio de 1.100 y fue sucedido por su hermano, entonces
Balduino de Edesa, que sí que aceptaría el título de Rey de Jerusalén y
sería Coronado bajo el nombre de Balduino I de Jerusalén. Con esta
conquista finalizó la Primera Cruzada, la única exitosa. Tras la toma de
Jerusalén, muchos cruzados volvieron a sus lugares de origen, aunque otros
se quedaron a defender las tierras recién conquistadas. Entre ellos,
Raimundo de Tolosa, disgustado por no ser el Rey de Jerusalén, se
independizó y se dirigió a Trípoli "en el actual Líbano", donde fundó el
condado del mismo nombre.
6. Las expediciones de 1.101 y el establecimiento de un nuevo Reino
Habiendo capturado Jerusalén y la Iglesia del Santo Sepulcro, el
juramento cruzado había quedado cumplido. Sin embargo, había muchos
caballeros que habían vuelto a casa antes de alcanzar Jerusalén, así como
otros muchos que no habían llegado a abandonar Europa. Cuando llegaron
noticias del éxito de la cruzada, estos hombres fueron ridiculizados por
sus familias y recibieron amenazas de excomunión por parte del clero. Por
otro lado, otros muchos cruzados que habían permanecido en la Cruzada
hasta su final también volvieron a sus casas, por lo que, según Fulquerio
de Chartres, en el año 1.100, ya sólo quedaban unos pocos cientos de
caballeros en el nuevo reino. En 1.101 comenzó una nueva cruzada, a la que
se sumaron Esteban de Blois y Hugo de Vermandois, que habían regresado a
casa antes de alcanzar Jerusalén. Esta cruzada fue casi aniquilada en Asia
Menor por los Turcos Selyúcidas, pero los supervivientes sirvieron para
reforzar el nuevo reino a su llegada a Jerusalén. En los años siguientes,
el reino también recibió ayuda de los mercaderes Italianos que se
establecieron en Puertos Sirios y de las órdenes religiosas y militares de
los Caballeros Templarios y los Caballeros Hospitalarios, que fueron
creadas durante el reinado de Balduino I.
7. Participantes en la Primera CruzadaPeregrinación Armada
Aunque se denomina Primera Cruzada, en realidad ninguno de los que
participaron en ella se veía a sí mismo como " cruzado ", que es un
término de acuñación posterior a los hechos. La referencia a los cruzados
apareció a comienzos del Siglo XIII, más de 100 años después de la Primera
Cruzada. Tampoco los cruzados se veían a sí mismo como los primeros,
puesto que no sabían que habría cruzadas posteriores a la suya. En
realidad, se veían como meros peregrinos
"peregrinatores"en un viaje "iter", con la particularidad de una
peregrinación armada, a la que se hace referencia en los relatos
contemporáneos. Los participantes en el peregrinaje debían prestar
juramento ante la Iglesia de que completarán el viaje, y se enfrentaban al
castigo de la excomunión si fallaban en el intento, lo cual dotaba a la
cruzada de un carácter oficial. Los cruzados debían jurar que su viaje no
estaría completo hasta que hubiesen puesto el pie dentro del Santo
Sepulcro de Jerusalén. Por otra parte, y dado que los peregrinajes eran
eventos abiertos a cualquiera que quisiese participar en ellos, también se
podían unir candidatos no del todo deseables para una expedición militar.
Mujeres, viejos y enfermos, a pesar de que se les desaconseja la
participación, se podían unir sin que nadie pudiese prohibírselo.
8. Popularidad de la Cruzada
La Primera Cruzada atrajo al mayor número de campesinos, lo cual supuso
que lo que comenzó como una llamada menor para asistencia de carácter
militar se convierte en una migración de población de gran envergadura.
La llamada para acudir a la cruzada era muy popular, entre otras cosas,
porque era capaz de fundir en uno solo las figuras del guerrero medieval
y del peregrino. Al igual que un guerrero Santo en una Guerra Santa, el
participante en la cruzada portaba su arma para luchar por la Iglesia,
obteniendo a cambio todos los beneficios espirituales como la
Indulgencia o el Martirio si el participante moría en batalla. Al
igual
que un peregrino en su peregrinaje, un cruzado tendría el derecho a
recibir hospitalidad y protección personal de la Iglesia, protección que
abarca tanto a su persona como de sus bienes. Los beneficios de la
indulgencia tenían una doble fuente, tanto participando como guerreros
sagrados de la Iglesia como peregrinos, por lo que les sería concedida
tanto si morían en batalla como si sobrevivían a la cruzada. Por otro
lado, no se trataba de una indulgencia en el sentido medieval, pues las
indulgencias de aquel entonces eran objeto de comparativa, sino que se
basaba más en un sistema de penitencia autoimpuesta de forma voluntaria
para conseguir la absolución. Esta diferencia crucial es lo que separa
la indulgencia medieval de la idea original de la cruzada. Por último,
existían participantes que acudían obligados por su Señor Feudal. Las
clases más pobres acudían a la Nobleza local para que les sirvieran de
guía, y eso hacía que un aristócrata lo suficientemente poderoso pudiese
motivar a otros para unirse a la también causa. La conexión con un líder
adinerado permitía al campesino medio poder contribuir a la cruzada bajo
una cierta protección en el viaje, al contrario de los que acudían por
su cuenta. También había obligaciones familiares, que hacían que algunos
soldados acudieron para apoyar a algún familiar que también había jurado
participar en la cruzada. Todos estos factores motivaron a distintas
personas por distintos motivos a participar en la cruzada. Algunos
Nobles, como ciertos Reyes y algunos de sus herederos, tenían prohibido
participar por culpa de su posición dinástica.
9. Recompensas Espirituales y Terrenales
La llamada a la cruzada tuvo lugar en una época en la que, tras una serie
de años de buenas cosechas, se había incrementado la población de Europa
Occidental, incrementando también con ello el tamaño de los ejércitos de
la cristiandad. Esto permitió asumir una serie de campañas como
Reconquista y la Cruzada. Además, el atractivo de comenzar una nueva vida
en un Oriente más rico y próspero incentivo a muchas personas para dejar
sus tierras. La expansión de la población supuso una disminución de las
oportunidades de enriquecimiento en Europa, y las posibles recompensas
espirituales, políticas y económicas de la cruzada tentaban a numerosos
participantes. La visión tradicional sobre los motivos de los cruzados
para participar en la expedición explican que la mayor parte de los
participantes eran jóvenes hijos de Nobles que no tenían posibilidad de
heredar tierras debido a la práctica del Mayorazgo y la Primogenitura y
Nobles desposeídos que partían en busca de una nueva vida en el rico
Oriente. Los
rumores sobre tesoros descubiertos en tierras
musulmanas de Al-Andalus eran muy atractivos, y hacían que la gente
evaluase que si había habido esos tesoros en España, debería haber muchos
más en Jerusalén. En cualquier caso, y si bien estos motivos fueron reales
hasta cierto punto, no fueron la única motivación para la mayoría. Por el
contrario, estudios más recientes sugieren que aunque el Papa Urbano II
prometiese a los cruzados tanto ganancias espirituales como materiales, el
objetivo principal de los cruzados era más espiritual que material. En ese
sentido, los estudios realizados por Jonathan Riley-Smith muestran que la
cruzada era una campaña inmensamente costosa, que sólo estaba al alcance
de aquellos caballeros que ya tenían una considerable riqueza, como Hugo I
de Vermandois o Roberto II de Normandía, que eran parientes de las
familias reales Francesa e Inglesa, o Raimundo IV de Tolosa, que gobernaba
gran parte del sur de Francia. Incluso en esos casos, estos caballeros
debían vender gran parte de sus tierras a familiares o a la Iglesia antes
de poder participar en la cruzada, y sus parientes también tuvieron que
aportar en muchas ocasiones parte del dinero necesario para la campaña.
Riley-Smith afirma, por tanto, que no hay evidencia real que apoye la
suposición de que la cruzada fuese una oportunidad para que los hijos
pequeños buscasen la riqueza que, a su vez, les hiciese dejar de ser una
carga para sus familias. Como ejemplo de motivación espiritual por encima
de la terrenal, Godofredo de Bouillón y su hermano Balduino dejaron
cerradas una serie de disputas con la Iglesia legando su tierra al clero
local. Los documentos que recogen estas transacciones fueron escritos por
los Clérigos, y no por los caballeros, y parecen idealizar a estos Nobles
y presentarles como hombres píos que sólo buscaban cumplir con un voto de
peregrinaje. Por otro lado, los caballeros más pobres " minores " sólo
podían plantearse acudir a la cruzada si esperan sobrevivir mediante
limosnas, o si eran capaces de entrar al servicio de un Noble adinerado.
Este último caso era, por ejemplo, el de Tancredo de Galilea, que aceptó
servir a las órdenes de su tío Bohemundo. Las cruzadas posteriores serían
organizadas por Reyes o Emperadores, y estarían financiadas con impuestos
especiales.
10. Hechos Posteriores
El resultado de la Primera Cruzada tuvo un gran impacto en la Historia
de los dos bandos en conflicto. La nueva estabilidad adquirida en el
oeste creó una aristocracia guerrera en busca de nuevas conquistas y
patrimonio, y la prosperidad de las principales ciudades significó la
capacidad económica para equipar las expediciones. Las ciudades Estado
Marítimas Italianas, en particular Venecia y Génova, estaban también
interesadas en extender el comercio. Por su parte, el Papado vio las
cruzadas como su forma de imponer la influencia católica como fuerza de
unificación, convirtiendo la guerra en una misión religiosa. Esto supuso
una nueva actitud frente a la religión que hizo posible que la
disciplina religiosa, antes aplicable solamente a los monjes, se
extendiese también al campo de batalla, con la creación del concepto del
guerrero religioso y del sentimiento de caballería. La Primera Cruzada
tuvo éxito en la creación, en territorio de Palestina y Siria, de los
llamados Estados Cruzados - El Condado de Edesa, el Principado de
Antioquía, el Reino de Jerusalén y el Condado de Trípoli. También creó
aliados a lo largo de la Ruta de los Cruzados, como el Reino Armenio de
Cilicia. De vuelta en Europa Occidental, los que habían logrado
sobrevivir hasta alcanzar Jerusalén fueron recibidos como héroes.
Roberto II de Flandes, por ejemplo, recibió el sobrenombre de
Hierosolymitanus gracias a sus logros. La vida de Godofredo de Bouillón,
por su parte, se convirtió en objeto de leyendas a los pocos años de su
muerte. Sin embargo, en algunos casos la situación política en los
lugares de origen se vio muy afectada por las ausencias de los cruzados.
Mientras Roberto II de Normandía estaba ausente, el control de
Inglaterra pasó a su hermano, Enrique I, y el conflicto a su vuelta
terminó desencadenando la Batalla de Tinchebray en 1.106.
Mientras tanto, la creación de los Estados Cruzados supuso un alivio para
el Imperio Bizantino, al que ayudó a contener la presión de los
Selyúcidas, y al que permitió recuperar varios de sus territorios en
Anatolia. El Imperio atravesó posteriormente, a lo largo del Siglo XII, un
periodo de relativa paz y prosperidad. No obstante, si bien esta Primera
Cruzada puede considerarse como un apoyo, al hacer frente a la creciente
amenaza Selyúcida y estableciendo pequeños reinos fronterizos, las
Cruzadas posteriores, muy poco eficaces contra los musulmanes, sólo
consiguieron debilitar cada vez más al Imperio Bizantino, en cuyos asuntos
internos intervinieron. El efecto en las Dinastías Musulmanas Orientales
fue más gradual, pero importante. La inestabilidad política y la división
del Gran Imperio Selyúcida tras la muerte de Malik Shah I impidió una
defensa coherente ante la invasión de los Estados Latinos. Esa misma
cooperación continuó siendo difícil durante muchas décadas, aunque desde
Egipto hasta Siria y Bagdad comenzaron a haber llamamientos para la
expulsión de los cruzados. Finalmente esto culmina con la reconquista de
Jerusalén por Saladino, después de que la Dinastía Ayubí hubiese logrado
unificar las áreas circundantes. El Papa Urbano II, al haber un
llamamiento para organizar una Cruzada a Tierra Santa, buscaba reforzar su
autoridad espiritual suprema sobre la cristiandad latina a la vez que
expandía su área de poder. No tuvo éxito en unir de nuevo el cisma
existente entre el este y el oeste, y sin darse cuenta, contribuyó a
solidificar el cisma, sobre todo tras el saqueo de Constantinopla de las
últimas cruzadas.
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