1. Real Colegiata Basílica de San Isidoro
La
Real Colegiata Basílica de San Isidoro
o, simplemente,
San Isidoro de León, es un
templo cristiano ubicado en la ciudad de León. Es uno de los
conjuntos arquitectónicos de estilo románico más destacados de
España, por su historia, arquitectura, escultura, y por los objetos
suntuarios románicos que se han podido conservar. Presenta la
particularidad de tener un Panteón Real ubicado a los pies de la
iglesia, con pintura mural románica y capiteles excepcionales, todo
lo cual hace que sea pieza única del mundo románico de la época. El
conjunto fue construido y engrandecido durante los siglos XI y
XII.
Indicé |
En su origen fue un monasterio dedicado a San Pelayo, aunque se
supone que anteriormente se asentaba en sus cimientos un templo
romano. Con el traslado de los restos de San Isidoro, obispo de
Sevilla,
Doctor de las Españas a León,
se cambió la titularidad del templo. El edificio de la iglesia
conserva algunos vestigios románicos de la primera construcción de
Fernando I y Sancha. El Panteón y las dos puertas de su fachada sur,
llamadas Puerta del Cordero y Puerta del Perdón, más la Puerta Norte
o Capitular, son las primeras manifestaciones del arte románico en
los territorios leoneses. Con el transcurso del tiempo se hicieron
modificaciones y añadidos góticos, renacentistas y barrocos. Es
Monumento Histórico Artístico desde el 9 de febrero de 1.910.
2. Contexto histórico-artístico
A comienzos del siglo XI, en el Reino de León y Condado de Castilla
se seguían conservando los edificios con tradición y cultura
hispanas, sin modificar, mientras que en el Condado de Barcelona y
algunas partes de Europa había entrado ya con fuerza el arte
románico, acompañado de las nuevas teorías y tendencias hacia la
liturgia romana, aconsejada desde Roma por la Iglesia. En las
regiones leonesa y castellana la Iglesia católica practicaba una
liturgia que se había gestado y definido en los Concilios de Toledo.
Lo mismo sucedía en los monasterios, cuyos monjes seguían las reglas
de los padres de la Iglesia hispanogoda, aun cuando todos ellos,
clérigos y monjes, reconocían la autoridad del papa en Roma y se
sentían tan cristianos como el resto de Europa. También los
monasterios iban a cambiar pues lo que se pretendía era seguir en
todos ellos la Regla de San Benito.
El hecho de que el Reino de León y más tarde el Reino de Castilla
estuvieran inmersos en las luchas de la Reconquista, condicionaba un
tanto la forma de pensar y de actuar, y esto se extendía de manera
práctica al arte de la construcción y de la ornamentación, que se
mantuvo fiel al pasado y al recuerdo de sus antepasados próximos,
los visigodos.
3. Historia y evolución del edificio
La iglesia y monasterio de lo que hoy se conoce como Basílica de
San Isidoro tuvo sus orígenes hacia el año 956, en el mismo solar
donde se puede ver en la actualidad, solar aledaño a la muralla
romana de la Legión VII Gemina, por la parte del noroeste. Toda la
parte occidental del edificio está adosada y superpuesta a ella.
Se conservan en buen estado por este ángulo del noroeste bastantes
metros de dicha fortaleza. También se han podido detectar bajo los
edificios de la Colegiata, y tras las obras de restauración,
importantes vestigios romanos, gruesos muros de ladrillo,
alcantarillas, cerámica, tégulas, atarjeas de letrinas, conducto
por donde las aguas de la casa van al sumidero, con el sello de la
Legión VII. Del periodo visigodo no queda ni un resto, si es que
lo hubo, y del periodo árabe, tampoco, ni de los primeros tiempos
de la Reconquista. Las primeras referencias en crónicas y
documentos aparecen a mediados del siglo X, dando noticia de las
iglesias de San Juan y San Pelayo, que por estas fechas empiezan a
desarrollarse. El rey Sancho I de León, Sancho el Craso, quiso que
se edificara esta iglesia. A lo largo de los siglos y hasta llegar
al siglo XXI, fue transformándose física y espiritualmente
sufriendo épocas de gran esplendor y épocas de auténtica
decadencia. He aquí las distintas fases por las que pasó, son
fases con mucha carga histórica en las que se hizo notar en gran
medida la influencia de los sucesivos reyes y su entorno
familiar.
4. La iglesia de Sancho I el Craso
Reinando Sancho I llamado el Craso, hijo de Ramiro II, aparecen
en el año 956, las primeras noticias documentadas sobre este
edificio. La intención de este rey fue construir un templo para
albergar las reliquias de Pelayo, el niño martirizado en Córdoba en el
año 925, cuya fama se extendió pronto por toda la cristiandad Europea.
Hizo las gestiones oportunas con la corte cordobesa, de la que
había sido huésped, para el traslado del cuerpo, pero no vio realizado
su empeño porque fue asesinado antes. Su hermana Elvira
Ramírez, monja y regente de su sobrino Ramiro III, junto con
Teresa Ansúrez, la reina madre, viuda de Sancho I, consiguieron
realizar el proyecto, así que los restos de Pelayo fueron trasladados
desde Córdoba a León. Pelayo fue un niño cristiano, prisionero en
Córdoba en tiempos de Abderramán III. Su biografía dice que murió
martirizado defendiendo su virginidad. Su fama y admiración se
extendió pronto por el mundo cristiano de Europa. En Turingia la
monja alemana benedictina Hrotsvita le dedicó un poema.
Incliti Pelagi Martir fortisimi Christi Et bone regnantis miles per secula regis Respice Hrotsvitham miti pietate misellam…
Elvira Ramírez era monja en San Salvador de Palat del Rey, un
monasterio fundado por su padre el rey Ramiro II, construido junto a
su palacio, exclusivo para mujeres de la realeza. Elvira y su
comunidad se mudaron al nuevo templo de San Pelayo, aquel que se
acababa de construir para recibir las reliquias del mártir. Fue
levantado este templo junto a otro pequeño y muy antiguo, conocido
como el antiquísimo, que estaba dedicado a San Juan Bautista.
Elvira y la comunidad trasladada sirvieron tanto en un templo como
en el otro.
La vida de esta comunidad monástica duró tan solo 20 años en este
lugar. En el reinado de Bermudo II el Gotoso (982-999), León sufrió el
ataque y devastación de Almanzor en el año 988, quedando
arrasadas las dos pequeñas iglesias, San Juan Bautista y San Pelayo.
Por entonces la primera abadesa Elvira ya había muerto, sucediéndola
Teresa Ansúrez, la reina viuda que, al tener noticia de las inminentes
aceifas de Almanzor, se ocupó, junto con la comunidad de llevarse el
cuerpo de Pelayo a la ciudad de Oviedo para preservar las
reliquias.
5. Infantado de San Pelayo
El Infantado, fue una célebre institución medieval de mediados del
siglo X, establecida a favor de las infantas solteras que vivían
como religiosas en los monasterios, dichas infantas llegaron a regir
gran cantidad de cenobios aportando como dote poblados y propiedades
varias.
Estas infantas solteras leonesas ostentaron el título de Dominas o
Abadesas.
El Infantado de León tuvo su
comienzo en el monasterio de Palat del Rey, creado por el rey Ramiro
II para su hija Elvira. Al trasladarse la comunidad de Palat del Rey
al monasterio de San Pelayo, todavía no se llamaba San Isidoro, la
institución tomó el nombre de
Infantado de San Pelayo. Una
comunidad de canónigos atendía a las monjas en calidad de capellanes,
siempre bajo la autoridad de la abadesa o domina. También a mediados
del siglo X, se instituyó en Covarrubias el
Infantado o Infantazgo de Covarrubias, para las infantas de la realeza y para las hijas de los condes de
Castilla que ostentaban igualmente el título de Infantas.
6. La iglesia de Alfonso V el Noble
Alfonso V el de los Buenos Fueros, rey leonés desde 999 a 1.028,
tras el paso arrasador de Almanzor por la ciudad de León mandó
reconstruir muchos edificios, entre ellos el monasterio de San
Pelayo y la iglesia de San Juan Bautista. Fue construida esta
iglesia con materiales pobres, según dice el cronista obispo Lucas
de Tuy, ex luto et latere es decir, de tapial y ladrillo, con
planta tradicional, un testero tripartito, recto, y con dos
cementerios para la gente de alto rango, uno a la cabecera para
obispos y algunos reyes que yacían en León, sobre el que construyó
un altar a Martín de Tours, otro a los pies, in occidentali
parte, como un atrio sin cubrir, dedicado a enterramiento regio,
donde puso los cuerpos de sus padres Bermudo II y Elvira García, y
donde él mismo fue enterrado. Sobre su tumba hay un epitafio que
dice que edificó la iglesia de San Juan de barro y ladrillos. Esta
es la iglesia que se conoce como iglesia antigua y que debió ser
de proporciones muy pequeñas. Lucas de Tuy, llamado el Tudense, dice.
Fizo también la iglesia de Sant Juan Baptista en esa çibdad de cal y ladrillo, y cogió todos los huesos de todos los reyes y obispos que eran en essa çibdad y enterroles en esa iglesia.
Se reorganizó de nuevo la comunidad de monjas y la comunidad de
canónigos, todos bajo el mandato de la nueva abadesa Teresa, hermana
de Alfonso V. En el año 1.028, viajó hasta Oviedo para vivir
definitivamente en el monasterio de San Pelayo de esta ciudad
asturiana y estar cerca de las reliquias del mártir. Allí murió y
fue enterrada.
7. La iglesia románica de Fernando I y su esposa Sancha
Sancha de León, hija de Alfonso V, fue abadesa del monasterio de
San Pelayo desde muy joven. Junto con su esposo Fernando fueron
reyes de León desde el año 1.037. Sancha influyó notablemente en el
rey Fernando para llevar a cabo una edificación en piedra de la
iglesia de San Juan Bautista, convenciéndole además para que su
enterramiento tuviera lugar en este templo y no en el Monasterio de
Arlanza, ni en el Monasterio de Oña, dos posibilidades que el rey
barajaba. El proyecto se llevó a cabo mandando derribar la humilde
iglesia anterior de Alfonso V y construyendo en su lugar un templo
con buena piedra labrada, según se hace saber en las
crónicas. No fue un templo grande y abierto a los fieles sino
una pequeña iglesia palatina para uso de sus mecenas Fernando y
Sancha, que vivían en su palacio ubicado junto al monasterio
dúplice, con una comunidad de monjas y otra de canónigos como ya se
ha explicado. Reconstruyeron también el espacio dedicado
al Panteón de Reyes. Así consta en la lápida de consagración y
así lo atestigua el cronista de la época conocido con el nombre de
Silense que fue además clérigo de San Isidoro. En el cementerio de
los pies de la iglesia, el actual Panteón de Reyes, fueron
enterrados estos reyes fundadores, Fernando, Sancha y tres de sus
hijos, Urraca, Elvira y García. Está también el cenotafio del
último conde de Castilla, don García. El epitafio de Fernando I
muerto en el año 1.065, dice así.
Fecit ecclesiam hanc lapideam qui olim fuit lutea.
Para engrandecer la iglesia y según costumbre de la época era
necesario contar con importantes reliquias, por lo que hicieron traer
en el año 1.062, desde Sevilla el cuerpo de San Isidoro, y desde el
monasterio de Arlanza las reliquias de San Vicente de Ávila que se
guardaban allí a raíz de las razias de Almanzor. Contaban también
desde antiguo con la mandíbula que se decía era de San Juan
Bautista.
El 21 de diciembre de 1.063, se consagró esta nueva iglesia bajo la
advocación de San Isidoro, ofreciendo una solemne ceremonia, y los
monarcas dotaron al lugar de un importante ajuar sacro, que desde el
punto de vista del arte constituye una verdadera joya del románico de
aquellos tiempos. Desde esta consagración la dedicación del templo fue
en exclusiva a San Isidoro.
Mantuvieron los reyes una absoluta protección al templo, acudiendo a
él en todas las ocasiones propicias. Los cronistas escriben incluso
sobre las emocionantes escenas de Fernando I acudiendo al templo en
los momentos finales de su vida. La dotaron de reliquias insignes
y de objetos de orfebrería, la enriquecieron con tesoros, así como
enriquecieron al monasterio con un vasto patrimonio.
8. El edificio románico
Esta fue la primera iglesia románica que se levantó en el Reino de
León siguiendo las modernas corrientes de este estilo. El edificio
románico de Fernando I y Sancha era de dimensiones reducidas, 16
metros de largo, con tres naves, la central de tres metros de ancho y
cerca de 2 metros las laterales. De gran altura, 12 metros la central,
7 las laterales. La cabecera era tripartita con testeros rectos y
escalonados cubiertos con bóveda de medio cañón. No tenía
crucero.
Puerta de entrada desde el templo al espacio del Panteón que fue
cegada a comienzos del XII con motivo de las nuevas obras de
ampliación.
Edificaron el panteón regio a los pies, al que se accedía desde el
interior de la iglesia a través de una puerta que todavía existe y que
está condenada. Sus muros, según consta por las excavaciones, estaban
alineados con los de las naves de la iglesia. Fue un espacio cerrado,
con dos alturas, la de abajo para enterramiento y la de arriba
dedicada a tribuna real. De esta fase de construcción pervive en la
actualidad, el Panteón, una portada o puerta con capiteles esculpidos
que está en la planta superior del Panteón, entre los actuales Archivo
y Tesoro, la Tribuna real, los dos pórticos adosados y los dos
primeros cuerpos de la torre. También los muros norte y occidental,
que fueron incorporados a la siguiente edificación de Urraca la
Zamorana. En el año 1908, el conservador y arquitecto Juan Nepomuceno
Torbado, al hacer unas restauraciones, puso al descubierto la planta
antigua y los cimientos de esta iglesia, años más tarde, en los
trabajos de solado de 1971, pudo contemplarse de nuevo el trazado de
dicha planta y su estudio corrió a cargo del Instituto Arqueológico
Alemán de Madrid, cuyas excavaciones fueron dirigidas por el profesor
Williams.
9. Restauración y ampliación de la infanta Urraca
La iglesia de Urraca la Zamorana, es el edificio del siglo XII, que
se puede ver en la actualidad. Las tres puertas del románico pleno,
puerta del Cordero, Puerta del Perdón y Puerta Norte, fueron hechas
en este espacio de tiempo. También hizo cambios en el Panteón real,
una estancia que ya existía cerrada y como cementerio en tiempos de
sus padres. La infanta Urraca Fernández de Zamora, soltera, era
también dómina del Infantado de San Pelayo, y ostentaba el señorío
de los monasterios del reino cuya cabeza era el de San Isidoro de
León. A la muerte de su madre Sancha en el año 1.067, heredó el
patrocinio y mantenimiento del templo. Mandó hacer muchas obras de
ampliación y así consta en su epitafio de 1.101.
Ordenó agrandar su iglesia y la enriqueció con numerosos presentes. Ampliavit ecclesiam Istam.
A partir de estas reformas empezó a conocerse el templo como iglesia
nueva. La infanta Urraca mandó hacer la decoración pictórica del
Panteón y donó muchos más tesoros entre los que se conserva el célebre
Cáliz.
No logró ver terminadas las obras que por el contrario concluyeron
Alfonso VII y la hermana de este, Sancha, también dómina del
Infantado.
Se desconoce el nombre del arquitecto que realizó estas obras. La
ampliación fue hecha sobre todo por la parte meridional y oriental,
doblando las dimensiones y añadiendo el brazo del crucero. Se inició
con la construcción de una nueva cabecera, unos metros más hacia el
este sin destruir la obra de Fernando y Sancha, avanzando hacia los
pies donde se encontraban con el límite del panteón y las galerías al
oeste y al norte. Al llegar a la cabecera de la iglesia antigua y al
proyectar su destrucción, respetaron los muros norte y occidente, lo
que condicionó la anchura de las naves laterales que tuvieron que ser
más estrechas que la extensión de los nuevos ábsides. Se pararon las
obras durante unos años a la altura de las ventanas de la nave mayor,
sin que se conozcan muy bien las razones. Entrado el siglo XII, se
reanudaron las obras dirigidas esta vez por el arquitecto Pedro
Deustamben, que también había trabajado antes de la muerte de la
Infanta Urraca. Es de suponer que las naves se iban a cubrir con
techumbre de madera, pero este nuevo arquitecto optó por rematar la
nave central, elevada a gran altura, con una bóveda de cañón y le
proporcionó luz directa con ventanales.
En general las obras realizadas por este arquitecto fueron de una
gran audacia sin resultados demasiados satisfactorios, cuyas
consecuencias fueron, la deformación de todo lo construido, hendidura
a lo largo de la bóveda alta, inclinación de los muros hacia fuera y
amenaza de ruina. Todos estos defectos no se manifestaron desde el
principio sino que fueron acentuándose y corrigiéndose a través de los
siglos, hasta llegar a las obras del siglo XXI, en que tuvo lugar una
importante y definitiva restauración.
10. Alfonso VII y su hermana Sancha. Fin de las obras.
Alfonso VII y su hermana Sancha Raimúndez, dómina del Infantado de
San Pelayo, ambos hijos de Urraca y Raimundo de Borgoña, concluyeron
las obras iniciadas por su tía abuela Urraca y consagraron la
iglesia solemnemente el seis de marzo de 1.149. La infanta Sancha
restauró la vida monástica y ella misma profesó en el monasterio. En
la localidad leonesa de Carbajal de la Legua existía una comunidad
de canónigos regulares de san Agustín. La infanta Sancha en el año
1.148, quiso que dicha comunidad se trasladara a León para ponerse
al frente del monasterio al mismo tiempo que la comunidad de monjas
era enviada a Carbajal, es decir, se hizo una permuta. Fue en esta
nueva etapa cuando el monasterio se elevó a la categoría de abadía
dependiente directamente de Roma.
11. La iglesia en tiempos de Fernando II
Fernando II, rey desde el año 1.157 a 1.188, segundo hijo de
Alfonso VII, fundador de las órdenes militares de Santiago y
Alcántara, consiguió del papa Alejandro III que se nombrase al
monasterio y su iglesia como dignidad de abadía, con una serie de
privilegios entre los que se encontraba la exención de toda
jurisdicción episcopal bajo el título de
Hija predilecta de la Iglesia Romana. En esta nueva categoría tuvo como primer abad a Menendo que la
dirigió desde el año 1.156 a 1.167. En total pasaron por la abadía
66 abades, hasta su final en marzo de 2.003.
12. Reformas de los siglos XV y XVI
Además de las grandes reformas hechas durante el periodo románico, el
complejo arquitectónico de San Isidoro sufrió obras parciales,
modificaciones mandadas hacer por diversos personajes para su propia
gloria y conveniencia en unos casos o para la mejora general en otros.
En el siglo XV, el abad Simón Álvarez mandó empotrar la tribuna gótica
entre las tres primeras arcadas de la nave.
El padre Juan de Cusanza, alias Juan de León, mandó construir la
capilla gótica de San Martín y mandó derribar la capilla mayor
románica para construir la actual, cuyos trabajos comenzaron en el año
1.513, a cargo del arquitecto Juan de Badajoz el Viejo. Pedro Suárez
de Quiñones, comendador de San Isidoro y gobernador de la provincia
transformó la sala capitular para construir su propia capilla fúnebre.
En el año 1.534, el propio Capítulo de la colegiata transformó la
tribuna real adornándola con pinturas murales para convertirla en
nueva sala capitular. Ese mismo año Juan de Badajoz el Mozo, demolió
los palacios reales románicos y en su lugar construyó la biblioteca
con la primera bóveda elíptica del Renacimiento español, para cuyo
acceso diseñó una puerta renacentista que comunicó con la antigua
tribuna románica transformada en sala capitular.
El arzobispo Fonseca, Juan Rodríguez, que fue abad de San Isidoro
desde el año 1.519 a 1.524, mandó construir el claustro gótico ,que
fue llamado claustro de Fonseca, emparedando tras un muro la antigua
galería románica del siglo XI. En el año 1.574, el arquitecto Juan
Ribero de Rada, hizo la escalera prioral del claustro, uno de los
mejores ejemplos del clasicismo español.
13. Siglos XIX y XX
El siglo XIX, fue el peor en la historia de este edificio. En los
primeros años sufrió la ocupación de las tropas francesas con la
subsiguiente expoliación. Las estancias y capillas se convirtieron en
cuartel, pajar y cuadras. Cuando llegó la hora de la retirada, las
tropas incendiaron la iglesia. Años después llegó la desamortización
de Mendizábal año 1.835, y como consecuencia hubo nuevos expolios
y saqueos. Se suprimió la comunidad, que fue restablecida el 25 de
mayo de 1.851, por el concordato y la bula Inter
Plurima del papa Pío IX. Pero la
restauración y la puesta en marcha no tuvieron lugar hasta el año
1.894, con los arquitectos Lazar y Torbado, cuyo trabajo duró hasta el
año 1.920. En el año 1.936, el complejo volvió a albergar tropas
militares. Pasada la Guerra Civil Española, obtuvo en el año 1.942, el
título de Basílica menor concedido por Pío XII.
En el año 1.956, no solo había un serio deterioro físico sino también
en lo que respecta a la comunidad religiosa. La decadencia del Cabildo
Regular a mediados del siglo XX, fue tal que la institución estuvo a
punto de desaparecer. Solo quedaban el abad y tres canónigos ancianos,
en estado de pobreza total y sin esperanza de renovación con nuevas
vocaciones. El obispo de León, Luis Almarcha se hizo cargo de la
situación enviando una delegación a Roma ante el papa Pío XII, para
explicar los hechos y recibir alguna solución. Tras un concienzudo
estudio de las condiciones expuestas, surgió la propuesta de
secularizar el Cabildo Regular de San Isidoro, transformándolo en
Instituto Secular y así se hizo el 6 de marzo de 1.956, separando
además los cargos de abad y prior. El cargo de abad se quedaría como
presidente del Cabildo secularizado y el cargo de prior como superior
trienal de la Comunidad. Al mismo tiempo, el obispo de la diócesis
asumió cargos especiales siendo nombrado Superior Mayor del Cabildo
Regular. Otros canónigos serían los encargados de restaurar y mantener
el culto en la Basílica de San Isidoro, interrumpido desde hacía
años.
14. Descripción del edificio
El edificio actual tiene tres naves y planta de cruz latina. El
ábside central es del siglo XVI, hispano-flamenco, sustituyó al
románico, cuya planta puede verse porque, a raíz de las
excavaciones, se dejó una marca trazada en el suelo de la capilla
mayor. Los ábsides laterales son románicos con bóveda de horno. A
pesar de las ampliaciones y reconstrucciones de la época de la
infanta Urraca y el arquitecto Deustamben, el resultado final es
armonioso. Las modificaciones tuvieron que adaptarse al anterior
edificio de Fernando y Sancha, por lo que sus ábsides no tienen la
misma anchura ni el mismo eje que las naves.
La nave central es de gran altura y está cubierta con bóveda de
cañón, como el tramo recto del ábside y el crucero, mientras
que las laterales tienen bóveda de arista. Los arcos de separación
de las naves tienen un peralte muy acusado, los del crucero son
polilobulados, detalle de supervivencia de la época mozárabe.
15. Exterior del edificio
Solo se pueden ver desde fuera la fachada meridional y el ábside
meridional. El resto del edificio está rodeado por otras
construcciones y la parte de poniente está oculta por la muralla, a
excepción de la torre. Desde el exterior se aprecian las tres alturas
de las naves. La cornisa de la nave central es ajedrezada, y se apoya
en modillones de influencia mozárabe. Las dos portadas románicas
corresponden a esta fachada. La más antigua es la del Cordero y la más
moderna, la del Perdón. Son dos ejemplos del románico pleno, lo más
antiguo que se construyó en el reino de León.
16. Puerta del Cordero
Está dividida en dos cuerpos, el superior compuesto por peineta
barroca y rematado con
San Isidoro a
caballo. En la portada
propiamente dicha hay dos arquivoltas de medio punto con molduras de
baquetón sobre columnas. Una tercera arquivolta dovelada descansa
sobre jambas, rodeada de moldura ajedrezada. Entre las arquivoltas hay
tres molduras con roleos y palmetas. Las columnas están acodilladas y
tienen basas áticas sobre plintos muy altos, que no son los
originales. Los capiteles presentan figuras humanas con garras en
lugar de pies y manos, personajes alados, en cuclillas y entre
vegetales.
17. Tímpano del Cordero
Es el primer tímpano conocido del Reino de León, conteniendo diversas
escenas. Pertenece al románico pleno del siglo XI. Está esculpido en
mármol blanco y se apoya en jambas que están rematadas por cabezas de
carnero. Se representa el Sacrificio de Isaac con el cordero místico
sujeto por dos ángeles, y a ambos lados otros dos ángeles portadores
de los símbolos de la Pasión de Cristo. En la Hispania mozárabe era
muy común representar la escena del sacrificio de Isaac en lugar de
Cristo crucificado. A la derecha se ve a Sara en la puerta de la
tienda y los dos sirvientes que tomó Abraham como compañía, uno
montado a caballo y otro que se descalza respetuosamente porque va a
pisar un lugar sagrado. Isaac está también descalzo y pueden verse sus
sandalias en el suelo. Abraham, también descalzo, escucha la voz que
llega desde el cielo, simbolizada en la Dextera Domini. El cordero del
sacrificio está en un matorral y detrás de él hay un ángel que habla.
Es una representación que concuerda con el texto del Génesis,
exceptuando la figura de Sara. En el lado de la izquierda hay otras
dos figuras del Génesis, Ismael y su madre Agar. Ismael está
representado como tirador de arco. Y Dios estaba con el muchacho; y creció, y habitó en el desierto, y fue tirador de arco.
Génesis 21:20. Estas representaciones de
Ismael con Agar solo se dan en la Hispania del siglo XI. Todo el
relieve está ejecutado en piedra procedente de la región. En las
enjutas del arco hay relieves y figuras en mármol reutilizadas que tal
vez procedan de la iglesia de Fernando y Sancha. No corresponden al
espacio en que están colocadas y hay en ellas incoherencia y desorden.
Se cree que estuvieron dispuestas de otra manera y que al restaurar la
puerta se movieron olvidando su primitivo lugar. Por eso la estatua
del mártir Pelayo tiene un libro que correspondería a la estatua de
San Isidoro, a cuyo costado se implantó un verdugo con el cuchillo,
correspondiente en realidad a Pelayo. San Isidoro tiene junto a la
cabeza la inscripción Isidorus.
En el museo de San Marcos hay otra estatua compañera de esta que
corresponde a San Vicente de Ávila, cuyas reliquias se trajeron
también en el año 1.063. Por encima de San Isidoro se ven los
relieves de David y cinco músicos, más un violinista dentro de
círculos concéntricos. Sobre Pelayo hay otro violinista igual, más un
tamborilero. Por encima de estos personajes hay un friso interrumpido
por la rosca externa de la arquivolta que representa los símbolos del
zodiaco, ordenado de derecha a izquierda. Fueron identificados con sus
nombres, unas inscripciones con caracteres de la segunda mitad del
siglo XI, de las que aún quedan algunas fuera de lugar. También estos
relieves fueron aprovechados de la iglesia anterior. Esta portada
tiene un segundo cuerpo a modo de peineta levantado en el siglo XVIII,
obra de los artistas de apellido Valladolid. Contiene el escudo real y
lo remata San Isidoro a caballo,
siguiendo la leyenda del estandarte real de Baeza o pendón de
Baeza que se exhibe en el museo.
18. Puerta del Perdón
Se llama así porque era la puerta por donde entraban los peregrinos
que iban haciendo el Camino de Santiago, para conseguir en esta
iglesia las indulgencias correspondientes y el perdón de los pecados.
Se abre en la fachada sur del crucero. Pertenece a la época del
románico pleno, y sus relieves están atribuidos al maestro Esteban,
que trabajó en las catedrales de Pamplona y de Santiago de Compostela.
Su ejecución es posterior a la Puerta del Cordero. El maestro Esteban
esculpió por primera vez una serie de temas evangélicos que serían
reproducidos después en la portada de la catedral de Compostela, en la
Catedral de Santa María de Pamplona y en la de Toulouse. Una cornisa
ajedrezada divide esta fachada en dos cuerpos. En el cuerpo superior
hay tres grandes arcos de medio punto, siendo ciegos los dos
laterales. Las columnas del centro son geminadas y sus basas son
áticas, de garras. El ventanal central está cerrado por una reja
románica. El cuerpo inferior está ocupado por la portada propiamente
dicha.
19. Tímpano del Perdón
El tímpano está dividido en tres dovelas que muestran tres relieves
diferentes con temas que ya están lejos de toda influencia mozárabe y
que artistas anteriores nunca se atrevieron a tratar. Sin embargo
en las enjutas sí se muestra una reminiscencia mozárabe, no por el
tema sino por la posición que se da a las esculturas de San Pedro y
San Pablo, a San Pablo se le concede el lugar de la derecha, izquierda
del espectador, derecha de la puerta, el preferente, costumbre muy
hispánica que también puede verse en Silos. San Pablo en aquella época
era muy venerado en España donde todavía se seguía la liturgia
hispánica o mozárabe. Las tres escenas son, Ascensión, Descendimiento y Sepulcro vacío que
contemplan las tres Marías. Las
arquivoltas son de moldura en bocel, muy peraltadas, con columnas
acodilladas. Todo está rodeado de una moldura ajedrezada. El dintel se
apoya sobre cabezas de león y de perro.
La escena de la izquierda, la
Ascensión de Cristo, llama mucho
la atención por la forma en que está tratado el tema, ya que parece
que Cristo es ayudado o empujado hacia los cielos por los dos
Apóstoles. Por el nimbo de Cristo se ve la inscripción. Ascendo ad patrem mevm et patrem vestrvm. En el centro se representa la escena del
Descendimiento, de gran realismo,
acompañada por dos ángeles turiferarios, sobre el brazo horizontal de la cruz. A la derecha se ven a las
tres Marías ante el sepulcro vacío cobijado en un arco románico
peraltado. Un ángel desarrolla grandes alas que resguardan todo el
conjunto. Estos temas expresados por el maestro Esteban fueron muy
extendidos por los escultores del Camino de Santiago, que a su regreso
lo llevaron a Francia en una cronología posterior.
20. Puerta norte o Capitular
Se hizo en la parte septentrional del crucero. En el siglo XII, daba
paso a la sala capitular en el claustro. Más tarde al convertirse esta
sala en capilla de los Quiñones se clausuró por la parte de la iglesia
y se dejó la puerta sin uso y solo visible desde dicha capilla. Es
semejante a la del Cordero pero con el tímpano liso, que en otro
tiempo estuvo pintado y que en su origen estaría esculpido como las
otras dos puertas. Consta de dos arquivoltas de medio punto cuyos
arcos tienen moldura de baquetón, que descansan sobre columnas de
fuste monolítico. Tanto en la rosca exterior como en la interior lleva
ornamentación de ajedrezado al estilo de Jaca y de Frómista. Son muy
interesantes los capiteles, en especial el que representa a una mujer
desnuda, agachada seguida por otra mujer también desnuda que lleva una
serpiente en la mano. En el mismo capitel hay otra serpiente
mordisqueando a un hombre vestido. Además de llamar la atención por el
simbolismo que encierra, se trata de un perfecto trabajo de escultor
clasicista y naturalista que puede verse en algunos capiteles de Jaca
y de Frómista. Se atribuye el trabajo al escultor Leodegarius,
conocido como el
maestro de las serpientes.
21. Interior del edificio
El interior sorprende al visitante por su intensa luminosidad debido a
la gran cantidad de amplios ventanales de la nave central y del
crucero sur. Posee una rica decoración en impostas de ajedrezado,
motivo que se ve tanto en paramentos rectos como curvos. También los
capiteles son ricos y numerosos.
22. Capilla Mayor
La Capilla Mayor data del siglo XVI, y su arquitectura se atribuye
a Juan de Badajoz el Viejo. El padre Juan de Cusanza, alias Juan de
León, encargó las obras en el año 1.513, sustituyendo la antigua
capilla románica de la infanta Urraca por la actual gótica. En el
año 1.971, se hizo una labor de limpieza y de restauración del
suelo, que se hallaba muy deteriorado. Con ese motivo salieron otra
vez a la vista los cimientos de la planta románica que el arquitecto
Torbado había descubierto en su labor de excavación, y siguiendo su
trazado se hizo un dibujo en el suelo para que se pudiese ver
fácilmente. La capilla está cubierta por bóveda de crucería con
terceletes. El retablo de
factura aún gótica procede de la parroquia de Pozuelo de la
Orden, Valladolid, y fue trasladado a San Isidoro en el año
1.920, año en que esta localidad pertenecía al obispado de León. Fue
labrado entre el año 1.525 y 1.530, contando con la participación en
las labores de talla y ensamblado de un maestro llamado Giralte,
quizá Giralte de Bruselas, y consta de veinticuatro tablas de
pintura, atribuidas por Chandler R. Post a un Maestro de Pozuelo,
cabeza de serie de un amplio número de obras cuyo centro geográfico
se sitúa en la ciudad zamorana de Toro. La documentación hallada
posteriormente ha permitido precisar que los trabajos de pintura se
repartieron entre Lorenzo de Ávila, seguidor de Juan de Borgoña y
afincado en Toro, a quien se podría identificar con el Maestro de
Pozuelo creado por Post, y dos pintores vecinos de
Valladolid. Antonio Vázquez, también seguidor de Borgoña, y
Andrés de Melgar, oficial de Alonso Berruguete, a quien por tal
motivo se atribuyen algunas de las tablas más avanzadas
estilísticamente. La custodia es de plata, del artista M. García
Crespo, y guarda la hostia consagrada expuesta día y noche por
privilegio papal muy antiguo, que comparte con la catedral de Lugo.
Bajo la custodia y en lugar preferente se halla la urna neoclásica
que conserva los restos de San Isidoro, obra que el platero leonés
Antonio Rebollo realizó en 1.847.
23. Capilla de la Trinidad o de Santo Martino
El canónigo isidoriano Santo Martino mandó construir hacia el año
1.191, detrás del ábside norte una capilla destinada a guardar el
depósito de reliquias acumuladas a lo largo de sus viajes y que
sirviera también como cementerio común de los canónigos. La capilla
era pequeña, de planta rectangular y cabecera semicircular, y
construida con unos materiales muy pobres con aparejo de
ladrillo. Se llamó capilla de la Santísima Trinidad. Se hizo una
portada de medio punto en el muro norte. En el siglo XVI, se
transformó esta capilla en estilo hispano-flamenco, pasando a llamarse
capilla de Santo Martino. El retablo es del siglo XVII, del tracista y
ensamblador Pedro Margotedo, y lleva la imagen del titular. Allí se
encuentra la urna con los restos del santo.
24. Coro
El coro alto a los pies es de la primera mitad del siglo XV, estilo
gótico, de tiempos del abad Simón Álvarez, cuyo escudo de armas está
en una de las claves.
Panteón Real. El tema pictórico corresponde a la segunda mitad del
siglo XII.
25. El Panteón Real
El origen data de los tiempos del rey Alfonso V el Noble, que tras el
paso de Almanzor hizo levantar de nuevo la iglesia con pobres
materiales y la dotó de dos cementerios, uno en la cabecera y otro en
los pies, in occidentali parte,
como un atrio sin cubrir, dedicándolo a enterramiento regio, allí
depositó los cuerpos de sus padres Bermudo II y Elvira. Fernando I y
Sancha reconstruyeron también este panteón, siendo ellos mismos
enterrados en él. Así consta en la lápida de consagración y así lo
atestigua el cronista de la época conocido con el nombre de Silense,
que fue además clérigo de San Isidoro. La historiografía moderna
atribuye el resultado final, que se contempla en el presente, a la
infanta Urraca la Zamorana, hija de Fernando I y Sancha. Fue un
espacio cuadrado delimitado por el muro occidental de la iglesia que
tenía una puerta de entrada al templo que fue cegada a comienzos del
XII, con motivo de las nuevas obras de ampliación. Se abrió en
compensación otra puerta en el ángulo sur oriental. Este espacio
estuvo cerrado por el sur con un muro medianero con los palacios
reales. La cámara tiene poca altura lo que le da un falso aspecto de
cripta sin serlo. Cuando se cerró la primitiva puerta de acceso al
templo quedó una zona que se convirtió en altar dedicado a Santa
Catalina de Alejandría y toda la estancia tomó el nombre de capilla de
Santa Catalina. En la documentación de la época puede verse este
nombre, alternando con Capilla de los Reyes. Es un cuadrilátero
dividido en seis tramos mediante columnas centrales. La estructura es
abovedada y está recubierta de pinturas. El tema pictórico corresponde
a la segunda mitad del siglo XII, sobre fondo blanco se recorta en
trazos negros toda la temática y se rellenan los fondos con ocres,
amarillos, rojos y grisáceos. Son muy importantes los capiteles. Los
hay con tema vegetal de tradición hispánica mientras que los
historiados de tema simbólico parecen de influencia foránea. Son
significativos los temas bíblicos pues fueron una primicia del
románico.
26. Tribuna
Según la tradición, la tribuna real era un palco para uso exclusivo de
la reina Sancha, esposa del rey Fernando. En el siglo XII, fue
reformada, convirtiéndose en dependencia del palacio de la infanta
Sancha Raimúndez, y más tarde, a finales de ese mismo siglo, el
canónigo isidoriano Santo Martino la convirtió en capilla de Santa
Cruz, y allí tuvo su propio escritorio de trabajo. En el siglo XVI,
pasó a ser sala capitular, y desde el año 1.962, alberga el museo de
orfebrería, siendo también conocida como Cámara de doña Sancha. El
espacio está situado sobre el Panteón más el pórtico occidental,
compartiendo sus muros y comunicado con ellos por una escalera de
caracol. Consta de dos cuerpos rectangulares cubiertos por bóveda de
cañón. En el muro oriental, que es el occidental de la iglesia, hay
una portada de arco de medio punto doblado y ligeramente peraltado,
que se apea sobre parejas de columnas con capiteles historiados. Su
vano está cerrado en la actualidad, y en su lugar se erigió un altar.
En el siglo XVI, fue convertida esta estancia en sala capitular,
cuando en la sala capitular antigua se estableció la capilla de la
familia Quiñones. Las pinturas murales que todavía quedan son de esta
época. Desde el año 1.982, es sede del museo o Tesoro Capitular, con
piezas románicas muy valiosas.
27. Museo
El museo llamado también tesoro está situado en la
tribuna descrita anteriormente. También se exhiben objetos en las
distintas capillas del claustro procesional. Algunos de estos tesoros
fueron encargos de los reyes Fernando y Sancha para engrandecer la
iglesia que ellos habían mandado construir. La dotaron de un
importante ajuar litúrgico, aunque muchas de estas obras de arte se
perdieron en los avatares sufridos a través de los siglos y otras se
encuentran custodiadas en museos ajenos a la Colegiata. Se puede
hacer una selección con las piezas consideradas muy
interesantes:
- Arqueta de San Isidoro. Forrada con chapas de plata y realizada hacia el año 1.065. Durante 900 años guardó el cuerpo del santo. Fue muy deteriorada en el año 1808.
- Arca de los marfiles. Allí se guardaron los restos de Pelayo y de San Juan Bautista. Datada del año 1.059. En madera, con 25 marfiles incrustados.
- Portapaz de marfil.
- Marfil escandinavo. Representa un dragón replegado sobre sí mismo. Obra del siglo X.
- Cáliz de doña Urraca de 1.100.
- Arca de los esmaltes con representación de la crucifixión y pantocrátor.
- Interesante colección de telas. Dos estolas del siglo XII, año 1.197 y 1.198, tejidas por Leonor de Plantagenet. Fragmentos de telas persas y árabes. Ternos renacentistas.
- Lignum Crucis, ostensorios y relicarios.
- Cruz de altar de Enrique de Arfe.
- Tríptico renacentista con la representación de la Anunciación, Visitación, Adoración de los Reyes y Calvario. En los batientes está el tema de las Once Mil Vírgenes, y el de la aparición de la Virgen a San Bernardo. Obra atribuida a Rodríguez Solís.
- Pendón de Baeza, del siglo XIV. Es una de las piezas más importantes del museo. La tradición cuenta que fue bordado en el propio campo del sitio de la batalla de Baeza, aunque tal batalla no existió, pues la plaza se rindió por capitulación pactada. Representa a San Isidoro a caballo con espada y cruz, como se apareció en el campo de batalla. Tema relacionado con las representaciones de esta época de Santiago y San Millán. Fondo carmesí, con las armas de León y Castilla. Tiene honores de Capitán General.
28. Galería
También se conoce este espacio como atrio o porche. Esta galería
corresponde a la época de Fernando y Sancha, siglo XI, y fue añadida
por el norte y por occidente del Panteón, de manera que el ala
occidental quedó empotrada entre el espacio del Panteón y la
muralla, mientras que el ala norte se extendió a lo largo del
Panteón por su muro norte y siguió hasta el primer tramo de la
iglesia, formando así un ángulo. En el siglo XII, se amplió hasta
encontrarse con el saliente del crucero. Los antecedentes de una
galería semejante se encuentran en Valdediós y
Escalada, finales del siglo IX y primeros del X. Se puede
considerar este espacio como el primer ejemplo románico de cuantas
galerías de este tipo fueron construidas después, sobre todo en
tierras sorianas y segovianas aun cuando existen dos diferencias
importantes entre la galería en ele L de San Isidoro de
León y las que fueron construidas después a lo largo de la geografía
románica, en donde se puede apreciar que en la mayoría de los casos
se dispusieron en el muro sur de la iglesia y no se cubrieron con
bóvedas, sino con techumbre de madera.
Cuando en el primer cuarto del siglo XVI, el abad Fonseca mandó
construir el claustro de ladrillo, el llamado
claustro de Fonseca o claustro procesional
o claustro principal, esta
galería fue tabicada y ocultada por su parte norte con un muro de
ladrillo bastante grueso en el que se abrieron unos vanos a la altura
de lo que podría ser un segundo piso. Este muro se elevaba de manera
que tapaba también la fachada norte de la iglesia, con sus modillones
correspondientes. Hacia los años 20 del siglo XX, la galería fue
descubierta por el arquitecto Torbado y en el año 1.960, el arquitecto
Luis Menéndez-Pidal la recuperó. Al mismo tiempo, la parte occidental
de la galería fue también tabicada dando paso a un espacio llamado
Capilla de los Arcos. En la actualidad este espacio se llama Panteón
de Infantes, y a él fueron trasladados algunos enterramientos de
infantes reales y miembros de la nobleza leonesa. En las obras de
restauración de los años 60 del siglo XX, se derribó el muro de
ladrillo quedando al descubierto bastantes elementos románicos, entre
otros la cornisa de canecillos figurando cabezas de lobos, fustes
varios y capiteles.
Hubo elementos encontrados formando parte del relleno del muro. En el
Museo Arqueológico de León se habían guardado en algún momento seis
capiteles que fueron devueltos para colocarlos en su sitio original.
Otros capiteles se labraron de nueva factura, imitando a los románicos
y se señalaron con una R. Otra
restauración importante fue la bóveda que se rehízo con piedra de
toba, como había sido hecha la original.
La cúpula central es ovalada y en sus pechinas hay cuatro medallones con las figuras de los
evangelistas.
29. Archivo - Biblioteca
Es un edificio independiente construido a finales del siglo XVI, por
Juan de Badajoz el Mozo, que consta de dos plantas, ubicadas sobre el
techo del recinto que ocupa el vestíbulo de entrada. En la actualidad
se puede acceder a este espacio desde la escalera de caracol,
construida a un costado del Panteón o desde el claustro alto. La
planta primera es rectangular, dividida en tres tramos, con bóvedas
estrelladas y con altorrelieves y ventanales renacentistas. La cúpula
central es ovalada y en sus pechinas hay cuatro medallones con las
figuras de los evangelistas. Por debajo del arranque de la bóveda se
ve una imposta donde se escribió con letras doradas una serie de
elogios destinados a San Isidoro. El archivo contiene volúmenes muy
interesantes entre los que puede destacarse 300 incunables, libros
raros, 800 documentos en pergamino, 150 códices y tesoros de
documentos hispánicos. Entre todas estas obras pueden destacarse
algunas de las más curiosas o importantes:
- Biblia del siglo X, del 960 mozárabe, del presbítero Sancho con excelentes miniaturas de Florencio, escrita en el Monasterio de Valeránica Burgos.
- Códice Morales de Job, nº 1 de su Catálogo, escrito por el monje Baltario en el año 951.
- Tres tomos de una Biblia románica del siglo XII.
- Dos tomos de la obra del Santo Martino, siglo XII donde se recogen los tratados para la edificación moral de los canónigos. Son ediciones con ornamentación muy rica cuyas miniaturas se distinguen por los colores y perfección del dibujo.
- Chronicon Mundi, del Tudense, siglo XV.
La segunda planta está dedicada a taller de restauración bibliográfica
y laboratorio fotográfico, además de tener la vivienda para el
archivero y el secretario.
30. Restauración de 1.960
La sala se encontraba bastante ruinosa después del paso de las tropas
de Napoleón más los destrozos a raíz de la Desamortización. Se habían
perdido las estanterías y los remates que eran estatuillas de
alabastro con cartelas donde estaba escrita la
letanía isidoriana. Doctor de las Españas, Espejo de la iglesia, Estrella
esplendente, Doctor fiel, Legislador de los hispanos, Padre de los
clérigos, Lirio de la Iglesia, Esplendor de los sacerdotes, Lucero
rutilante, Fulgor de la justicia. Estas figuras perdidas fueron
sustituidas por tallas de madera de nogal, añadiendo la letanía. Se
hicieron estanterías de acero forradas de nogal y con rejillas
doradas. Se puso suelo nuevo de mármol rojo, vigas nuevas,
restauración de ventanales y vidrieras y se doró la imposta que
recorre los muros. Se separó el vestíbulo de entrada con una verja del
rejero toledano Julio Pascual. En el exterior se restauró la
balaustrada gótica de piedra que rodea el edificio añadiendo elementos
para el desagüe.
31. El Claustro
El claustro principal se construyó en el siglo XI, aprovechando el
pórtico o galería del Panteón alargándola hasta dar con el crucero.
Fue el claustro románico más antiguo conocido en España del que solo
se conserva la parte descrita de la galería. El resto del patio son
crujías con bóvedas de nervios del siglo XVI, mandado hacer por el
abad Fonseca. En aquella reforma quedó cegada la galería con un muro
de ladrillo que fue demolido a mediados del siglo XX, en las reformas
llevadas a cabo por el arquitecto Luis Menéndez Pidal. Fue entonces
cuando quedó la galería románica al descubierto, con sus canecillos,
arcos y capiteles. A partir del siglo XVI, las distintas capillas del
claustro se dedicaron a capillas mortuorias de las familias que
tomaban el patronazgo. Después ocurrieron muchos avatares e incluso
hubo destrucción pero con la restauración y restablecimiento de los
últimos tiempos esas estancias han vuelto a tomar relevancia y han
recuperado el título con el que se las conocía. Muchas de ellas
albergan parte del museo de la Basílica y otras están dedicadas a
otros servicios intelectuales como el antiguo refectorio que es hoy
sede de la Cátedra de San Isidoro. La segunda planta es obra barroca
realizada por los arquitectos Compostizo, Pablo de Valladolid y
Santiago Velasco.
Existe un segundo claustro, barroco del año 1.735, mandado
construir por el abad Manuel Rubio Salinas.
32. Torre Románica
La llamada Torre del Gallo, situada a los pies de la iglesia,
obra del siglo XII. Es de planta cuadrada y eje oblicuo respecto
al eje de la iglesia, forma parte de la muralla romana de manera
que el primer cuerpo rodea un cubo de la misma. En época de
Fernando I, los dos primeros cuerpos tuvieron misión defensiva. En
el segundo cuerpo hay una estancia con bóveda de cañón y un arco
fajón que se apoya sobre columnas. Se accede a este cuerpo por la
ronda de la muralla. Tiene claridad gracias a unos pequeños vanos
en aspillera. El tercer piso se eleva a partir de una imposta
biselada. Tiene una sala abovedada con tres ventanas en cada cara
de las cuales solo está abierta la del medio. El cuarto cuerpo es
el de campanas, con dos vanos en cada cara, de triple arco de
medio punto sobre dos parejas de columnas. Una de las campanas
antiguas con fecha del año 1.086, se conserva en el museo. Se
corona la torre con chapitel de pizarra moderno y una veleta que
es el gallo famoso, símbolo de la ciudad de León. Es pieza muy
antigua que estudiaron hace poco profesionales arqueólogos,
palinólogos, entomólogos y paleógrafos. La torre tuvo que ser
restaurada en la segunda mitad del siglo XX, bajo la dirección del
arquitecto Menéndez Pidal y reparada y consolidada con nuevas
técnicas a principios del siglo XXI.
Torre románica.
33. Tesoro. El gallo-veleta
El gallo-veleta de la torre de San Isidoro fue durante siglos el
símbolo más preciado de la ciudad de León. Hizo siempre las funciones
de veleta sin presentar ningún problema. Se le miraba a distancia y no
se conocía su historia ni el por qué ni cuándo llegó a la torre. En
los primeros años del siglo XXI, al hacer la profunda restauración de
la torre se desmontó esta pieza con la intención de llevar a cabo una
limpieza, pero al observar lo sorprendente que era el objeto se
reservó para poderlo a estudiar bien a fondo. En su lugar se subió una
copia que en la actualidad es la que prevalece.
Gallo-veleta de la basílica de San Isidoro de León
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