1. Batalla de las Termópilas
La Batalla de las Termópilas, tuvo lugar durante la Segunda Guerra Médica,
donde una alianza de Polis Griegas lideradas por Esparta, por tierra, y
Atenas, por mar, se unieron para detener la invasión del Imperio persa de
Jerjes I. El lapso de la batalla se extendió siete días, siendo tres los
días de los combates. Se desarrolló en el estrecho paso de las
Termópilas en agosto o septiembre del año
480 a. C. Enormemente superados en número, los Griegos
detuvieron el avance persa, situándose estratégicamente en la parte más
angosta del desfiladero, por donde no pasaría la totalidad del poderío
Persa. En esas mismas fechas tenía lugar la Batalla de Artemisio,
donde por mar los Atenienses combatían a la flota de provisiones
Persas.
Indice |
La invasión Persa fue una respuesta tardía a la derrota sufrida en el año
490 a.C. en la Primera Guerra Médica, que había finalizado con la victoria
de Atenas en la Batalla de Maratón. Jerjes reunió un ejército y una
armada inmensa para conquistar la totalidad de Grecia, que conforme a las
estimaciones modernas estaría compuesto por unos 250.000 hombres. Ante la
inminente invasión, el General Ateniense Temístocles, propuso que los
aliados Griegos bloquearan el avance del ejército Persa en el paso de las
Termópilas, a la vez que detenían a la armada Persa en el estrecho de
Artemisio. Un ejército aliado formado por unos 7.000 hombres
aproximadamente, marchó al norte para bloquear el paso en el verano del año
480 a. C. El ejército Persa llegó al paso de las Termópilas a
finales de agosto o a comienzos de septiembre. Durante tres días completos
de combate, la pequeña fuerza comandada por el Rey Leónidas I de Esparta,
bloqueó el único camino que el inmenso ejército Persa podía utilizar para
acceder a Grecia, en un ancho que no superaba los veinte metros. Las bajas
persas fueron considerables, no así el ejército espartano. Al sexto día, un
residente local llamado Efialtes traicionó a los Griegos mostrando a los
invasores un pequeño camino que podían usar para acceder a la retaguardia de
las líneas Griegas. Sabiendo que sus líneas iban a ser sobrepasadas,
Leónidas despidió a la mayoría del Ejército Griego, permaneciendo allí para
proteger su retirada junto con 300 Espartanos, 700 Tespios, 400 Tebanos y
posiblemente algunos cientos de soldados más, la mayoría de los cuales
cayeron en los combates. Tras el enfrentamiento, la armada aliada recibió en
Artemisio las noticias de la derrota en las Termópilas. Dado que su
estrategia requería mantener tanto las Termópilas como Artemisio, y ante la
pérdida del paso, la armada aliada decidió retirarse a Salamina. Los persas
atravesaron Beocia y capturaron la Ciudad de Atenas, que previamente había
sido evacuada. Con el fin de alcanzar una victoria decisiva sobre la flota
Persa, la flota aliada atacó y derrotó a los invasores en la Batalla de
Salamina a finales de año.
Batalla de Salamina
Temiendo quedar atrapado en Europa, Jerjes se retiró con la mayor parte de
su ejército a Asia, dejando al General Mardonio al mando de las tropas
restantes para completar la conquista de Grecia. Al año siguiente, sin
embargo, los aliados consiguieron la victoria decisiva en la Batalla de
Platea, que puso fin a la invasión Persa. La expansión constante de los
Griegos por el Mediterráneo, tanto hacia Oriente como Occidente, llevó a
crear colonias y ciudades importantes como Mileto, Halicarnaso, Pérgamo, en
las costas de Asia Menor hoy Turquía. Estas ciudades pertenecían a la
denominada Jonia Helénica, la cual fue tomada totalmente por los Persas tras
la caída del Reino Griego de Lidia. Tras varias rebeliones de estas ciudades
contra los Persas, se logró un equilibrio, donde finalmente el Imperio
Aqueménida les concedió un grado de autonomía a cambio de duros tributos, a
pesar de lo cual los Colonos Helenos siguieron aspirando a la libertad
absoluta. Se sublevaron contra el poder Imperial y obtuvieron algunas
victorias iniciales, pero conocían su inferioridad ante el coloso asiático,
por lo que pidieron ayuda a los Griegos Continentales. Los Espartanos se
negaron en un principio, pero los Atenienses sí los apoyaron, dando comienzo
a las Guerras Médicas.
2. Revuelta de Jonia (499-494 a. C.)
Las ciudades Estados de Atenas y Eretria apoyaron la Revuelta Jónica contra
el Imperio Persa de Darío I, la cual tuvo lugar entre los años 499 y
494 a. C. Por aquella época, el Imperio Persa era todavía
relativamente joven y, por tanto, más susceptible de sufrir revueltas entre
sus súbditos. Además, Darío no había accedido al trono pacíficamente,
sino tras asesinar a Gaumata, su predecesor, lo que había supuesto la
necesidad de extinguir un serie de levantamientos en su contra. Por todo
ello, la revuelta Jónica no era un tema menor, sino una verdadera amenaza a
la integridad del Imperio, y por ese motivo Darío, juró castigar no sólo a
los Jonios, sino también a todos aquellos que hubiesen estado involucrados
en la rebelión, especialmente a aquellos pueblos que no eran parte del
Imperio. Además, Darío vio la ocasión de expandir su poder hacia el
fraccionado Mundo de la Antigua Grecia. Por ello, envió una expedición
preliminar bajo el mando del General Mardonio en el año 492 a. C.
para asegurar el acercamiento a tierra Griega reconquistando Tracia y
obligando al Reino de Macedonia Cuna de Alejandro Magno, a convertirse en
Vasallo de Persia.
Batalla de Maratón
3. Batalla de Maratón (490 a. C.)
En el año 491 a. C. Darío, envió emisarios a todas las Polis de
Grecia, solicitando la entrega del agua y la tierra, como símbolo de
sumisión hacia él y tras la demostración del poder Persa del año anterior,
la mayoría de las ciudades Griegas se sometieron. Sin embargo, Atenas juzgó
a los Embajadores Persas y los ejecutó lanzándoles a un foso. En Esparta,
simplemente fueron arrojados a un pozo. Esto provocó que Esparta también
estuviera, oficialmente, en guerra con Persia. Darío comenzó a preparar en
el año 490 a. C. una misión anfibia bajo el mando de Datis y de
Artafernes, la cual comenzó con un ataque sobre Naxos y la posterior
sumisión de las Cícladas. La fuerza invasora se trasladó luego a Eretria,
Ciudad de la Isla de Eubea, que asedió y destruyó. Finalmente, se dirigió
hacia Atenas y desembarcó en la Bahía de Maratón, en donde se encontró con
un ejército Ateniense al que superaba en número. Sin embargo, en el
enfrentamiento de los dos ejércitos en la Batalla de Maratón, los Atenienses
obtuvieron una victoria decisiva que supuso la retirada del ejército Persa
de Europa y su retorno a Asia. Para esa ocasión, los Persas habrían contado
con un ejército que triplicaba al Ateniense, pero sufrió un duro revés.
Esparta no participó en la Batalla contra los Persas. Atenas, con la
finalidad de hacer frente a la invasión, solicitó ayuda a los Espartanos
para luchar pero, como se ha dicho, el origen del problema residía en las
Colonias Griegas en Asia, y Esparta no había fundado ninguna ni tampoco las
había ayudado en la rebelión. Por tanto, los Lacedemonios no se sentían
implicados. Tanto es así que no acudieron a la Batalla de Maratón, por estar
celebrando las fiestas de Apolo Carneo, llamadas Carneas. En cualquier caso, y tras la derrota, Darío reaccionó comenzando a reclutar
un nuevo ejército de inmenso tamaño, que doblara o quintuplicara al que fue
derrotado en Maratón, para poder invadir Grecia. Sin embargo, sus planes se
vieron interrumpidos cuando, en el año 486 a. C., se produjo una
revuelta en Egipto que obligó a posponer la expedición. Darío murió durante
los preparativos contra Egipto y el Trono de Persia pasó a su hijo, Jerjes
I, quien aplastó la Rebelión Egipcia.
4. Preludio
Jerjes, rápidamente retomó los preparativos para la invasión de Grecia
que, al tratarse de una invasión a gran escala, necesitaba una larga
planificación que permitiese acumular las provisiones necesarias y para
reclutar, equipar y entrenar a los soldados.
5. Alianza Esparta - Atenas
Los Atenienses, por su parte, también se habían estado preparando para
afrontar una Guerra contra Persia, desde mediados de la década de los
años 480 a. C. Finalmente, en el año 482 a. C. se
tomó la decisión, bajo la guía del estadista Ateniense Temístocles, de
construir una masiva flota de Trirremes, imprescindible para que los
Griegos pudiesen enfrentarse a los Persas. Sin embargo, los
Atenienses carecían de la capacidad y la población suficiente para
enfrentarse al enemigo a un mismo tiempo en tierra y en el mar, por lo
que para combatir a los persas necesitaban llegar a una alianza con
otras Polis de Grecia. En el año 481 a. C. el Emperador
Jerjes envió embajadores por toda Grecia solicitando de nuevo la
tierra y el agua, pero omitiendo deliberadamente a Atenas y a
Esparta. Sin embargo, algunas ciudades fueron alineándose con estos
dos Estados líderes, para lo cual se celebró un Congreso de Polis
Griegas en Corinto a finales del otoño del año 481 a. C.,
del que surgió una confederación aliada de Ciudades Estado. Esta
Confederación tenía el poder de enviar emisarios solicitando ayuda y
de enviar tropas desde los Estados Miembros hasta los puntos de
defensa tras haberlo consultado conjuntamente. Este hecho en sí mismo
era de gran trascendencia en atención a la desunión que había existido
históricamente entre las Ciudades Estado, y en especial si se tiene en
cuenta que muchas de ellas estaban todavía técnicamente en guerra unas
con otras.
6. El Oráculo de Delfos
La leyenda de las Termópilas, tal y como la cuenta Heródoto, dice que
los Espartanos consultaron al Oráculo de Delfos, ese mismo año sobre el
resultado de la guerra. Se dice que el Oráculo dictaminó que, o bien la
ciudad de Esparta sería saqueada por los Persas, o bien debían sufrir la
pérdida de un Rey descendiente de Heracles. Heródoto dice que Leónidas,
en línea con la profecía, estaba convencido que se dirigía a una muerte
segura, y que por eso eligió como soldados solo a Espartanos que
contaran con hijos vivos.
7. La Estrategia Griega
La Confederación volvió a reunirse en la primavera del año
480 a. C. Una delegación Tesalia sugirió que los aliados se
reunieran en el angosto Valle de Tempe, en las fronteras de Tesalia,
para bloquear el avance de Jerjes. Se envió una fuerza compuesta por
10.000 Hoplitas al Valle, considerando que el ejército Persa iba a
verse obligado a atravesarlo. Sin embargo, una vez ahí fueron avisados
por Alejandro I de Macedonia de que el Valle podía ser atravesado y
rodeado por el paso Sarantoporo, y de que el ejército Persa era de un
tamaño inmenso, por lo que los griegos se retiraron. Poco después
recibieron la noticia de que Jerjes había atravesado el Helesponto. Temístocles sugirió entonces una segunda estrategia a los aliados. La
ruta hacia el sur de Grecia, Beocia, Ática y el Peloponeso, exigía que
el ejército de Jerjes atravesase el estrechísimo paso de las
Termópilas. Este paso podía bloquearse fácilmente con los Hoplitas
Griegos a pesar del abrumador número de soldados Persas. Además, y
para evitar que los Persas superaran la posición Griega por mar, los
navíos Atenienses y aliados podrían bloquear el estrecho de Artemisio.
Esta estrategia dual fue finalmente aceptada por la Confederación.
Sin embargo, las ciudades del Peloponeso prepararon planes de
emergencia para defender el Istmo de Corinto en el caso de que fuera
necesario, a la vez que las mujeres y niños de Atenas fueron evacuados
en masa hacia la ciudad Peloponesia de Trecén.
Temístocles
8. Persia Cruza el Helesponto
Jerjes, decidió construir puentes sobre el Helesponto para
permitir a su ejército atravesar desde Asia hasta Europa, y
cavar un canal a través del Istmo del Monte Athos, Canal de
Jerjes, para que lo atravesasen sus naves, una flota Persa había
sido destruida en el año492 a. C. mientras rodeaba ese
cabo. Estas obras de ingeniería eran operaciones de una gran
ambición que estaban fuera del alcance de cualquier otro estado
contemporáneo. Finalmente, a comienzos del año
480 a. C., se completaron los preparativos para la
invasión, el ejército que Jerjes había reunido en Sardes, marchó
en dirección a Europa, cruzando el Helesponto sobre dos Puentes
Flotantes. El Ejército Persa se desplazó a través de Tracia y
Macedonia, llegando en agosto a Grecia, las noticias de la
inminente invasión de los Persas.
9. Preparativos de Esparta
En aquella época los Espartanos, líderes Militares de Facto de la
alianza, estaban celebrando la festividad religiosa de las Carneas.
Durante ese festival la actividad militar estaba prohibida por la Ley
Espartana y, de hecho, los Espartanos no llegaron a tiempo a la Batalla
de Maratón por estar celebrando el festival. También se estaban
celebrando los Juegos Olímpicos, por lo que debido a la tregua imperante
durante su celebración habría sido doblemente sacrílego para los
Espartanos si marchasen en su totalidad a la guerra. En esta ocasión,
sin embargo, los Éforos decidieron que la urgencia era lo
suficientemente importante como para justificar el envío de una
expedición avanzada para bloquear el paso, expedición que estaría
comandada por uno de los dos Reyes Espartanos, Leónidas I. Leónidas
llevó consigo a 300 hombres, de la Guardia Real, los Hippeis, así como a
un número mayor de tropas de apoyo procedentes de otros lugares de
Lacedemonia, incluyendo Ilotas. La expedición debería intentar
agrupar el mayor número posible de aliados sobre la marcha y esperar a
la llegada del Ejército Espartano principal. En el camino hacia las
Termópilas el Ejército Espartano fue reforzado por contingentes
procedentes de diversas ciudades, llegando a alcanzar una cifra superior
a los 5.000 soldados, en el momento en que llegaron a su destino.
Leónidas eligió acampar y defender la parte más estrecha del paso de las
Termópilas, en un lugar en el que los habitantes de Fócida habían
levantado una muralla defensiva algún tiempo atrás. También le
llegaron noticias a Leónidas, desde la cercana ciudad de Traquinia, de
la existencia de un camino montañoso que podía ser utilizado para rodear
el paso de las Termópilas. En respuesta, Leónidas envió a 1.000 soldados
Focidios para que se estacionaran en las alturas y evitasen esa
maniobra. Finalmente el ejército Persa fue avistado atravesando el Golfo
Maliaco y acercándose a las Termópilas a mediados de agosto, y ante
este hecho los aliados mantuvieron un Consejo de Guerra en el que
algunos Peloponesios sugirieron retirarse hasta el Istmo de Corinto para
bloquear el paso al Peloponeso. Sin embargo, los habitantes de
Fócida y Lócrida, regiones cercanas a las Termópilas, se indignaron por
la sugerencia, y aconsejaron defender el paso a la vez que enviaban
emisarios a pedir más ayuda. Leónidas se mostró de acuerdo con defender
las Termópilas.
Leonidas
10. La Batalla -Primer Día
A su llegada a las Termópilas, los persas enviaron a un explorador
a caballo para reconocer la zona. Los Griegos, que habían acampado a
orillas de las termas, le permitieron llegar hasta el campamento,
observarles, y partir. Cuando el explorador reportó a Jerjes el
diminuto tamaño del ejército Griego y que los Espartanos, en lugar
de estar entrenando rigurosamente, por el contrario realizaban
ejercicios de Calistenia, relajación, y peinando sus largos
cabellos, Jerjes consideró el informe digno de risa. Buscando el
consejo de Demarato, un Rey Espartano exiliado que pretendía
territorios en Lacedemonia, este le indicó que los Espartanos
estaban preparándose para la Batalla, y que era su costumbre adornar
su pelo cuando estaban a punto de arriesgar sus vidas. Demarato les
calificó como los hombres más valientes de Grecia y avisó al Rey
Persa de que pretendían disputarles el paso. Enfatizó que había
intentado advertir a Jerjes anteriormente en la campaña, pero que el
Rey se había negado a creerle, y añadió que si Jerjes lograba
sojuzgar a los Espartanos, no hay ninguna otra nación en el mundo
que se atreva a levantar la mano en su defensa. Jerjes envió un
emisario para negociar con Leónidas. Ofreció a los aliados su
libertad y el título de Amigos del Pueblo Persa, indicándoles que
serían asentados en tierras más fértiles que las que ocupaban en ese
momento. Cuando Leónidas rechazó los términos, el Embajador le
volvió a solicitar que depusiera las armas, a lo que Leónidas
respondió con la famosa frase. Ven a buscarlas tú mismo,
literalmente significa ven y cógelas. Heródoto, cuenta de la Batalla, a propósito del gran tamaño del
ejército persa, es famosa la anécdota según la cual, en palabras del
autor, el más valiente de los Griegos fue el Espartano Dienekes,
pues antes de entablarse el combate dijo a los suyos que le habían
dado buenas noticias, que le habían dicho que los arqueros de los
Persas eran tantos que sus flechas cubrían el sol y volvían el día
en noche, teniendo entonces que luchar a la sombra. Dienekes, y los
Espartanos en general, consideraban el arco como un arma poco
honorable, ya que evadía el enfrentamiento cuerpo a cuerpo. El
enfrentamiento se vio prolongado por una milagrosa lluvia
torrencial. Y al fracasar la negociación con los Espartanos, la
Batalla se volvió inevitable. Sin embargo, Jerjes retrasó el ataque
durante cuatro días, esperando que los aliados se dispersasen ante
la gran diferencia de tamaño entre los dos ejércitos, hasta que se
decidió finalmente a avanzar.
11. Quinto Día
En el quinto día a partir de la llegada de los Persas a las
Termópilas, Jerjes finalmente decidió lanzar un ataque sobre los
aliados Griegos. Primero envió a los soldados de Media y a los del
Juzestán contra los aliados, con instrucciones de capturarlos y
llevarlos ante él. Estos contingentes lanzaron un ataque
frontal contra la posición Griega, que se había situado delante
de la muralla focidia, en la parte más estrecha del paso. Sin
embargo, se trataba de tropas de infantería ligera, numerosas pero
en franca desventaja de armamento y armadura frente a los Hoplitas
Griegos. Al parecer iban armados con escudos de mimbre, espadas
cortas y lanzas arrojadizas, poco efectivas contra la muralla de
escudos y lanzas largas de los Espartanos. La táctica normal del
Imperio Aqueménida era lanzar una primera oleada que abrumara al
enemigo por su número y, si no funcionaba, lanzar a los
Inmortales, esta táctica era efectiva en las Batallas en
Medio y Lejano Oriente, pero no funcionaba igual de bien contra
los Griegos, cuyas tácticas, técnicas y armamento eran muy
diferentes. Los detalles sobre las tácticas empleadas son escasos. Diodoro
comenta que los hombres se mantuvieron hombro con hombro, y que los
Griegos fueron superiores en valor y en el gran tamaño de sus
escudos, lo cual probablemente describe el funcionamiento de la
Falange Griega estándar, en la que los hombres formaban una muralla de
escudos y de puntas de lanza y que habría sido altamente efectiva si
era capaz de cubrir toda la anchura del paso. Los escudos más
débiles y las lanzas más cortas de los Persas les impidieron
enfrentarse cuerpo a cuerpo y en igualdad de condiciones con los
Hoplitas Griegos. Heródoto afirma también que las unidades de cada
ciudad se mantuvieron juntas, y que rotaban hacia el frente de la
Batalla y hacia la retaguardia buscando con ello prevenir la fatiga,
lo cual implica que los Griegos contaban con más hombres de los que
eran estrictamente necesarios para bloquear el paso. Según Heródoto,
los Griegos mataron a tantos Persas que se dice que Jerjes se levantó
del asiento desde el que observaba la Batalla hasta en tres
ocasiones. Según Ctesias, la primera oleada fue hecha pedazos con
tan sólo dos o tres bajas entre los Espartanos. Según Heródoto y Diodoro, el Rey Persa, tras haber tomado la medida
del enemigo, envió a sus mejores tropas en un segundo asalto ese mismo
día, los Inmortales, un cuerpo de soldados de élite formado por 10.000
hombres. Sin embargo, los Inmortales no lograron más de lo que habían
hecho los soldados enviados con anterioridad, fracasando en abrir una
brecha en las líneas de los aliados. Los Espartanos parece que
emplearon una táctica de fingir una retirada para después darse la
vuelta y matar a los desorganizados soldados Persas que corrían en su
persecución.
12. Sexto Día
En el sexto día, Jerjes envió de nuevo a su
infantería para atacar el paso, suponiendo que sus
enemigos, siendo tan pocos, estaban ya incapacitados
por las heridas recibidas y no podrían resistir
más. Sin embargo, los Persas no lograron ningún
progreso y el Rey Persa finalmente detuvo el
asalto y se retiró a su campamento, totalmente
perplejo. A finales del segundo día de Batalla, y
mientras el Rey Persa estaba valorando qué hacer,
recibió la visita de un traidor Griego de Tesalia,
llamado Efialtes, que le informó de la existencia del paso montañoso que rodeaba las
Termópilas, ofreciéndose a guiarles.
Efialtes actuó motivado por el deseo de una
recompensa. El nombre Efialtes, tras los hechos
relatados, quedó estigmatizado durante muchos años.
El nombre se tradujo por pesadilla, y se convirtió
en el arquetipo de traidor en Grecia, al igual que
ocurre con Judas en el caso de los Cristianos.
Heródoto comenta que Jerjes envió a su comandante
Hidarnes, esa misma noche junto con los hombres bajo
su mando, los Inmortales, para que rodeasen a los
aliados a través del paso, partiendo de noche. Sin
embargo, no dice nada más sobre los hombres que
comandaba. Los Inmortales habían sufrido duras
bajas durante el primer día de Batalla, por lo que
es posible que Hidarnes recibiera el mando sobre una
fuerza incrementada, en la que estuvieran los
Inmortales supervivientes y otros soldados. Según
Diodoro, Hidarnes contó con una fuerza de 20.000
hombres para esta misión. El paso, dirigía desde el
este del campamento Persa a lo largo de la Colina
del Monte Anopea, lindante al Eta, por detrás de los
acantilados que flanqueaban el paso y tenía una
ramificación que dirigía a Fócida, y otra que bajaba
hasta el Golfo Maliaco en Alpeno, la primera ciudad
de Lócrida. Diodoro añade que Tirrastíadas, un
hombre de Cime, escapó de noche del campamento Persa
y reveló a Leónidas la trama del traquinio. Dicho
personaje no es mencionado por Heródoto, para quien
los Griegos fueron advertidos de la maniobra
envolvente de los Persas por desertores y por sus
propios vigías. Relata Diodoro que los soldados
Griegos se lanzaron a un ataque nocturno sobre el
campamento Persa, en el que causaron una matanza y
que Jerjes habría encontrado la muerte de haber
estado en su tienda. Heródoto no menciona ese
episodio. La fuente de Diodoro tal vez fue Éforo de
Cime.
13. Séptimo Día
Al amanecer del séptimo día, tercer día de batalla, los Focidios
que guardaban el paso sobre las Termópilas se dieron cuenta de la
llegada de la columna persa por el crujido de sus pisadas sobre
las hojas de los robles. Heródoto dice que se incorporaron de un
salto y ciñeron sus armas. Los Persas quedaron sorprendidos
al verles correr rápidamente para armarse, pues no esperaban
encontrarse con ningún ejército en ese lugar. Hidarnes temió
que se tratase de los Espartanos, pero fue informado por Efialtes
de que no lo eran. Los Focidios se retiraron a una colina
próxima para preparar su defensa asumiendo que los Persas habían
venido a atacarles, pero los Persas, que no querían
retrasarse, les acosaron con flechas mientras continuaban su
camino, buscando su principal objetivo de rodear al ejército
aliado. Cuando un mensajero comunicó a Leónidas que los Focidios
no habían podido defender el paso, convocó un Consejo de Guerra al
amanecer. Algunos aliados defendieron la retirada, pero el
Monarca Espartano decidió permanecer en el paso con sus
guerreros. Muchos de los contingentes aliados eligieron en ese
momento retirarse o fueron ordenados a hacerlo por Leónidas. El
contingente de 700 soldados de Tespias, liderados por Demófilo, se
negó a retirarse con los demás Griegos, y se quedaron para
luchar. También permanecieron los 400 Tebanos, así como
probablemente los Ilotas que acompañaban a los Espartanos. Las
acciones de Leónidas han sido objeto de muchas discusiones. Una
afirmación habitual es la que indica que los Espartanos estaban
obedeciendo las leyes de Esparta al no retirarse, pero parece que
fue precisamente la no retirada en las Termópilas lo que hizo
nacer la creencia de que los Espartanos no se retiraban
nunca. También es posible que, recordando las palabras del
Oráculo de Delfos, Leónidas estuviese decidido a sacrificar su
vida para salvar a Esparta. La respuesta que recibieron de labios
de la Pitia fue que Lacedemón sería devastada por los bárbaros o
que su Rey moriría.
Mirad, habitantes de la Extensa Esparta, o bien vuestra
poderosa y eximia ciudad es arrasada por los descendientes
de Perseo, o no lo es, pero, en ese caso, la tierra de
Lacedemón llorará la muerte de un Rey de la estirpe de
Heracles. Pues al invasor no lo detendrá, la fuerza de los
toros o de los leones, ya que posee la fuerza de Zeus.
Proclamo, en fin, que no se detendrá hasta haber devorado a
una u otro hasta los huesos.
Sin embargo, dado que la profecía no hacía mención
específica a Leónidas, parece una débil razón como
para justificar que cerca de 1500 hombres luchasen
también hasta la muerte. La teoría que quizá ofrece
más credibilidad es aquella que afirma que Leónidas
eligió formar una retaguardia con el fin de proteger
la retirada del resto de los contingentes
aliados. Si todas las tropas se hubiesen retirado
al mismo tiempo, los Persas habrían podido atravesar
el paso de las Termópilas rápidamente con su
caballería para luego dar caza a los soldados en
retirada. Por otro lado, si todos hubieran permanecido
en el paso habrían sido rodeados y eventualmente
habrían muerto todos. Con la decisión de una retirada
parcial, Leónidas podría salvar a más de 3000 hombres,
que podrían continuar la lucha más adelante. También
ha sido objeto de discusión la decisión de los
Tebanos. Heródoto sugiere que fueron llevados a la
Batalla en calidad de rehenes para asegurar el buen
comportamiento de Tebas en la guerra. Sin
embargo, y como ya Plutarco apuntó, eso no explicaría
por qué no se les envió de vuelta con el resto de los
aliados. Lo más probable es que se tratase de
Tebanos leales que, contrariamente a la mayoría de
Tebanos, se opusiesen a la dominación Persa. Es
probable que, por ello, acudieran a las Termópilas por
su propia voluntad y permanecieron hasta el final
porque no podían volver a Tebas si los persas
conquistaban Beocia. Los Tespios, por su parte, que no
estaban dispuestos a someterse a Jerjes, se
enfrentaban a la destrucción de su ciudad si los
Persas tomaban Beocia, aunque este hecho por sí
solo tampoco explica que permanecieran ahí, teniendo
en cuenta que Tespias había sido evacuada con éxito
antes de que los Persas llegaran. Parece que los
Tespios se ofrecieron voluntarios como un simple acto
de sacrificio, lo cual es todavía más asombroso si se
tiene en cuenta que su contingente representaba a
todos los soldados Hoplitas que su ciudad podía
reunir. Esto parece un rasgo de los Tespios, en al
menos otras dos ocasiones en la historia un ejército
Tespio se sacrificaría en una lucha a muerte.
14. Final
Al amanecer Jerjes realizó una Libación Religiosa, esperó para dar a los Inmortales tiempo suficiente para
finalizar el descenso por la montaña, y luego comenzó su
avance. Los aliados en esta ocasión avanzaron más allá de la
muralla para hacer frente a los Persas en la zona más ancha
del paso, intentando con ello incrementar las bajas que
pudieran infligir al ejército Persa. Lucharon con sus lanzas hasta que todas ellas
estuvieron rotas por el uso y luego utilizaron sus Xifos, espadas cortas. Heródoto cuenta que en la lucha cayeron dos hermanos de
Jerjes, Abrocomes
e Hiperantes. Leónidas también murió en la lucha y los dos bandos
pelearon por hacerse con su cuerpo, consiguiéndolo finalmente
los Griegos. A medida que se aproximaban los Inmortales, los aliados
se retiraron y se hicieron fuertes en una colina tras la
muralla. Los tebanos, se alejaron de sus compañeros, y con las
manos levantadas, avanzaron hacia los bárbaros, pero todavía
mataron a algunos antes de aceptar su rendición. El Rey persa más tarde haría que los prisioneros Tebanos
recibieran la marca Real. Del resto de defensores, Heródoto dice.
Aquí se mantuvieron hasta el final, aquellos que todavía
tenían espadas usándolas, y los otros resistiendo con sus
manos y sus dientes.
Derribando parte del muro, Jerjes ordenó rodear la colina y
los Persas hicieron llover flechas sobre los defensores
hasta que todos los Griegos estuvieron muertos. Cuando los Persas se hicieron con el cuerpo de
Leónidas, Jerjes, furioso, ordenó que se cortase la cabeza
al cadáver y que su cuerpo fuese Crucificado. Heródoto hace la observación de que este trato era muy
poco común entre los Persas, que tenían el hábito de tratar
con gran honor a los soldados valientes. Tras la partida de los Persas, los aliados
recuperaron los cadáveres de sus soldados y los enterraron
en la colina. Casi dos años después cuando finalizó la
invasión Persa, se erigió una estatua en forma de león en
las Termópilas, para conmemorar a Leónidas. Cuarenta años después de la Batalla los huesos de Leónidas
fueron llevados de vuelta a Esparta, en donde fue enterrado
de nuevo con todos los honores. Se celebraron Juegos
Funerarios anuales en su memoria.
En el año 1939, el arqueólogo Spyridon Marinatos
descubrió excavando en las Termópilas un gran número
de puntas de flecha de bronce de estilo Persa en la
colina Kolonos, lo que hizo que se modificaran las
teorías acerca de la colina en la que habían muerto
los aliados, puesto que antes de la excavación se
creía que se trataba de otra más pequeña y cercana a
la muralla. Finalmente, el paso de las Termópilas
quedó abierto para el ejército Persa.
15. Consideraciones Estratégicas y Tácticas
Desde un punto de vista estratégico, la defensa de las
Termópilas suponía para los aliados la mejor forma posible de
emplear sus fuerzas. Si lograban evitar que el ejército
persa se internara dentro de Grecia, no tendrían necesidad de
buscar una Batalla decisiva, y podrían simplemente permanecer a
la defensiva. Además, y con la defensa de dos pasos estrechos
como las Termópilas y Artemisio, la inferioridad numérica de los
aliados era menos problemática. Por su parte, los Persas se
enfrentaban al problema de aprovisionamiento de un ejército tan
grande, lo que significaba que no podían permanecer en un mismo
lugar durante mucho tiempo. Los Persas, por tanto, se veían
obligados a retirarse o avanzar, y avanzar implicaba atravesar
las Termópilas por la fuerza. Tácticamente, el paso de las
Termópilas era ideal para el tipo de lucha del Ejército Griego,
la estrechez del paso anulaba la diferencia numérica, y la
formación de Falange Hoplita de los Helenos podría ser
capaz de bloquear el estrecho paso con facilidad, y al tener los
flancos cubiertos, no se veía amenazada por la caballería
enemiga. En esas circunstancias la falange supondría un enemigo
muy difícil de superar para la infantería ligera Persa, equipada
con una Panoplia mucho más ligera y por tanto menos protectora.
Además, las largas Dory de la falange, lanzas de falange, no tan
largas como las Sarissas utilizadas por el ejército de Alejandro
Magno, podrían ensartar a los enemigos antes incluso de que
estos pudieran tocarlos, tal y como había sucedido en la
confrontación de la Batalla de Maratón. Por consiguiente,
la lucha no tenía inicialmente por qué ser suicida, dado que
había posibilidades reales de aguantar la posición. Por otro
lado, el principal punto débil que ofrecía el Campo de Batalla
elegido por los aliados era el pequeño paso montañoso que
transcurría en paralelo a las Termópilas, y que permitía que el
ejército fuese sobrepasado por el flanco, y por lo tanto,
rodeado. Aunque probablemente este flanco no era practicable
para la caballería, la infantería Persa podría atravesarlo con
facilidad, y más cuando buena parte de los soldados Persas
estaban familiarizados con la lucha en terreno montañoso.
Leónidas, era consciente de la existencia de este paso gracias
al aviso de los habitantes de Traquinia, por lo que posicionó a
un destacamento de soldados Focenses para que lo
bloquearan.
16. Topografía del Campo de Batalla
En la época en la que tuvo lugar la Batalla, el paso de las
Termópilas consistía en un desfiladero a lo largo de la costa del
Golfo Maliaco tan estrecho que no podían atravesarlo dos carros al
mismo tiempo. Al sur el paso lindaba con unos grandes
acantilados, mientras que al norte se encontraba el propio Golfo
Maliaco. A lo largo del paso había tres pasos más estrechos o
puertas, y en la puerta central se erigía una muralla que había
sido construida por los Focidios en el Siglo anterior para
defenderse de las invasiones procedentes de Tesalia. El lugar
recibía el nombre de Puertas Calientes, debido a los manantiales
de agua caliente que se podían encontrar en ese lugar. Hoy en día
el paso ya no se encuentra cerca del mar, sino varios kilómetros
tierra adentro, lo cual se debe a la sedimentación que se ha ido
produciendo en el Golfo Maliaco. El viejo camino se encuentra al
pie de las colinas que rodean la llanura, flanqueada por una
carretera moderna. No obstante, se han tomado muestras de la
composición del terreno que indican que en la época en la que
tuvieron lugar los hechos el paso sólo tenía unos 100 metros de
ancho y que el agua alcanzaba el nivel de las puertas. Por otro
lado, el paso ha seguido siendo utilizado como posición defensiva
natural por ejércitos modernos, como por ejemplo durante la
Batalla de las Termópilas de 1.941.
17. Después de Termópilas: Bloqueo Griego en
Corinto
Con las Termópilas abiertas al paso del
ejército Persa, resultó ya innecesario
continuar el bloqueo de Artemisio. Por lo
tanto, finalizó la Batalla Naval que
transcurría ahí de forma simultánea y que se
había quedado en tablas, y la flota aliada
pudo retirarse en orden hasta el Golfo
Sarónico, en donde ayudaron a transportar a
la población ateniense que quedaba hasta la
Isla de Salamina. Tras atravesar las
Termópilas, el Ejército Persa prosiguió su
avance, saqueando e incendiando Platea y
Tespias, ciudades de Beocia que no se habían
sometido a los Persas, para luego marchar
sobre la ciudad de Atenas, que ya había sido
evacuada por aquel entonces. Mientras
tanto, los aliados, en su mayoría del
Peloponeso, prepararon la defensa del Istmo
de Corinto, demoliendo la única carretera
que lo atravesaba y construyendo una muralla
que lo cruzaba. Corinto era el último
bastión estratégico para resistir, y allí
estaban los aliados de todas las Ciudades
Griegas del Peloponeso y ciudades evacuadas,
arrasadas por los Persas. Como en el caso de
las Termópilas, para que esta estrategia
fuese efectiva se requería que la armada
aliada bloquease simultáneamente a la flota
Persa, impidiéndole el paso a través del
Golfo Sarónico, para evitar que las tropas
Persas simplemente desembarcaran pasado el
Istmo, en el Peloponeso. Sin embargo,
en lugar de un mero bloqueo, Temístocles
persuadió a los aliados para que buscaran
una victoria decisiva contra la flota Persa.
Engañaron a los Persas para que llevasen su
armada hacia los estrechos de Salamina, en
donde los aliados consiguieron destruir gran
parte de sus naves en la Batalla de
Salamina, que acabó con la amenaza sobre el
Peloponeso. Jerjes, temiendo que los
Griegos atacasen los Puentes del Helesponto
y que pudieran dejar atrapado a su ejército
en Europa, se retiró con gran parte del
mismo de vuelta a Asia. Dejó un
ejército de unos 150.000 hombres de fuerzas
escogidas al mando de Mardonio, para que
completaran la conquista a lo largo del año
siguiente. Los Persas tomaron
estratégicamente el principal abastecimiento
de agua de los Griegos. Y ofrecieron
propuestas de negociación, utilizando al
macedonio Alejandro I, como Rehén
Diplomático, quien algunas fuentes coinciden
que informó a los Griegos el momento justo
para atacar en Platea. La negativa de
rendición era absoluta, y los Griegos
rechazaron todo tipo de propuestas, los
aliados finalmente llevaron a Mardonio a una
Batalla, por lo que marcharon sobre el
Ática. Mardonio se retiró a Beocia para
llevar a los Griegos a terreno abierto y los
dos bandos se acabaron enfrentando cerca de
la Ciudad de Platea. Allí tuvo lugar la
Batalla de Platea, en la que los Griegos
obtuvieron una victoria decisiva, matando a
Mardonio, y destruyendo al ejército Persa,
finalizando con esto la invasión de Grecia.
Mientras tanto, en la casi simultánea
Batalla Naval de Mícala, los Griegos
destruyeron también lo que quedaba de la
flota Persa, reduciendo con ello la amenaza
de futuras invasiones. No obstante, durante
el transcurso de la invasión los ejércitos
de Jerjes causaron serios daños a las
ciudades Griegas y muchas de ellas fueron
quemadas y arrasadas, como le sucedió a la
propia Atenas, que fue pasto de las llamas,
incluyendo los principales templos de su
Acrópolis.
Batalla de Platea
18. Significación Histórica
Desde el punto de vista militar, aunque la Batalla no fue
demasiado significativa en el contexto de la invasión Persa,
sí que tiene algún significado especial, basándose en lo
acontecido durante los dos primeros días de lucha. En
efecto, la capacidad de los defensores se usa como ejemplo
de las ventajas que aporta el entrenamiento, el equipamiento y
el buen uso del terreno como multiplicadores de la fuerza
militar de un ejército. La Batalla de las Termópilas, es una de las Batallas más
famosas de la antigüedad, referida repetidamente tanto en la
cultura antigua, como en la reciente y contemporánea. En
Occidente, al menos, son los Griegos los que reciben las
alabanzas por su actitud en la Batalla. Sin embargo, y dentro del contexto de la invasión Persa,
las Termópilas fue sin ningún género de dudas una grave
derrota para los aliados, que supuso desastrosas
consecuencias para los Griegos. Cualquiera que hubiese sido el objetivo de los aliados, es
presumible que su estrategia no fuese la rendición de toda
Beocia y Ática a los Persas. Por ello, probablemente no se puedan sostener las
lecturas de la Batalla de las Termópilas en las que se
considera un intento exitoso de retrasar la acción Persa,
dando tiempo suficiente a los aliados para prepararse para
la Batalla de Salamina, ni aquellas que sugieren que las bajas Persas fueron
tantas que supuso un gran golpe moral para ellos, sugiriendo
que los Persas obtuvieron una victoria pírrica. La teoría según la cual la Batalla de las Termópilas, dio
tiempo suficiente a los aliados para prepararse para
Salamina, ignora el hecho de que la armada aliada se
encontraba al mismo tiempo luchando y sufriendo bajas en la
Batalla de Artemisio. Es más, comparado con el tiempo probable que transcurrió
entre las Termópilas y Salamina, que el tiempo durante el
cual los aliados fueron capaces de mantener la posición en
las Termópilas frente a los persas, no es particularmente
significativo. Parece claro que la estrategia aliada era mantener
bloqueados a los Persas en las Termópilas y en Artemisio, y
que al fallar en su objetivo, sufrieron una dura
derrota. La posición Griega en las Termópilas, a pesar de
encontrarse en una gran inferioridad numérica, era casi
inexpugnable. Si hubiesen sido capaces de mantener la posición durante
más tiempo, es posible que los Persas hubiesen tenido que
retirarse por falta de agua y comida. Por ello, y a pesar de las bajas, forzar el paso por las
Termópilas, fue una clara victoria Persa, tanto desde el
punto de vista táctico como estratégico. La retirada con éxito de la mayor parte de las tropas
Griegas, pese a ser una inyección de moral, no fue de ningún
modo una victoria, aunque redujo un poco la magnitud de la
derrota. La fama de las Termópilas deriva por lo tanto no de su
efecto en el resultado final de la guerra, sino en el
ejemplo inspirador que supuso. La Batalla es famosa por causa del heroísmo de los
soldados que se quedaron en la retaguardia pese a saber que
su posición estaba perdida y que se enfrentaban a una muerte
segura. Desde entonces, los eventos que tuvieron lugar en las
Termópilas han sido objeto de alabanzas desde multitud de
fuentes. Una segunda razón que sirvió como un ejemplo
histórico de un grupo de hombres libres luchando por su País
y su Libertad.
Por ello, casi inmediatamente, los
Griegos contemporáneos vieron las
Termópilas como una lección moral y
cultural crítica. En términos universales,
un pequeño grupo de hombres libres habían
luchado contra un inmenso número de
enemigos Imperiales que luchaban bajo el
látigo. Más especialmente, la idea
Occidental de que los soldados decidían
dónde, cómo y contra quién luchaban
contrastaba con la noción Oriental del
despotismo y la monarquía, probándose la
libertad como la idea más fuerte ante la
mayor valentía mostrada por los Griegos en
las Termópilas, atestiguada por las
posteriores victorias en Salamina y
Platea
19. Consecuencias
Luego de la expulsión de los Persas, las ciudades
Griegas tuvieron un arduo y costoso trabajo de
reconstrucción. Y pese a la lección del trabajo militar en
conjunto, a los pocos años volvieron a estar enfrentadas
entre sí Atenas y Esparta. Después de 130 años de esta
Batalla, las Polis Griegas consideraron retomar la idea de
un plan de acción para liberar a las ciudades en Jonia y
varias islas, en manos de Persia. la Liga de Corinto año 337
a. C.. Como continuación de las Guerras Médicas, fue una
venganza de los Griegos por la destrucción sufrida, bajo el
liderazgo de Macedonia, donde emergió Alejandro Magno, para
poner en marcha este plan, no solo liberando a Jonia, sino
también Egipto, arrebatándole la totalidad del Imperio a la
poderosa Persia hasta los confines de la India año 334
al 323 a. C.. Así fue como Persia dejó de existir como
Imperio definitivamente en manos de los Griegos, sus
antiguos vasallos. Este es el período llamado Helenístico.
No hay comentarios:
Publicar un comentario