1. Mirador de la Corza
El Valle de la Corza, tiene un origen cuaternario
que puede identificarse por el elevado número de circos glaciares y
morreras a la vista desde este mirador. Sobre el relieve original,
la acción del río Ibias, en el fondo del valle, dio lugar a procesos
erosivos y sedimentarios. De este modo surgieron los depósitos
aluviales sobre los que se asientan las tierras de cultivo, más
notables en la vertiente solana, por haber sufrido esta mayor
erosión debido a la escasez de arbolado. Entremezcladas con la
historia geológica, desde este balcón abierto a la naturaleza se
pueden observar las huellas dejadas por los antiguos pobladores del
territorio. Las cicatrices curtidas por el "Ruina Montium" en tiempos de Roma (80-300 d.C.), aun son visibles sobre las laderas de las montañas. A lo lejos
se desdibuja la silueta del Castro de Degaña y su zona de
explotación aurifera ( más de 5 km. de extensión siguiendo el curso
del río Ibias), mientras que el Camino Real, transitado desde el
medievo, serpentea entre la vegetación de ribera.