1. Casa Botines
La casa Botines o casa Fernández y Andrés, es un edificio de estilo
modernista situado en la ciudad española de León, capital de la provincia
homónima. Originalmente era un almacén comercial y residencia particular.
Construido y diseñado por el arquitecto Antoni Gaudí entre los años 1.891 y
1.892, es una de sus tres obras fuera de Cataluña, junto al Palacio
Episcopal de Astorga también en la provincia de León y El Capricho
de Comillas, en Cantabria.
Se encuentra ubicado junto al palacio de los Guzmanes, sede de la
Diputación de León, y junto a la plaza de Santo Domingo, lugar de
encuentro entre el casco antiguo y el ensanche. Fue restaurado en el
año 1.953, y en 1.969 fue declarado Monumento Histórico de Interés
Cultural. En la actualidad acoge el Museo Gaudí Casa Botines
gestionado por la Fundación España-Duero.
El término casa Botines deriva del apellido del fundador de la
sociedad, Juan Homs y Botines, un empresario y comerciante de origen
catalán asentado en la capital leonesa. Sus socios Mariano Andrés
González-Luna y Simón Fernández Fernández, fueron los responsables del
encargo de la casa a Gaudí.
Indicé |
Esta obra pertenece al período neogótico de Gaudí (1.888-1.898),
etapa en que el arquitecto se inspiró sobre todo en el arte gótico
medieval, el cual asumió de forma libre y personal, intentando mejorar
sus soluciones estructurales. El neogótico fue en aquella época uno de
los estilos historicistas de mayor éxito, sobre todo a raíz de los
estudios teóricos de Viollet-le-Duc. Gaudí estudió con profundidad el
gótico catalán, balear y rosellonés, así como el leonés y el
castellano en sus estancias en León y Burgos, y llegó al
convencimiento de que era un estilo imperfecto, a medio resolver. En
sus obras de esta época eliminó la necesidad de contrafuertes mediante
el empleo de superficies regladas y suprimió cresterías y calados
excesivos.
2. Historia
En la ciudad de León se asentó en el segundo tercio del siglo
XIX, una
prendería regentada por el comerciante catalán Juan Homs y
Botines, dedicada a la compra-venta de valores. Con el tiempo,
dicho comerciante pasó a formar sociedad con uno de sus empleados,
Simón Fernández Fernández, más tarde casado con una cuñada suya.
Fernández se estableció con el mismo negocio de préstamos en la plaza
de Don Gutierre, entonces plazuela de Boteros, y terminó asociándose
con otro antiguo empleado de Botines, Mariano Andrés González-Luna,
con lo que la primitiva firma Homs y Fernández se convirtió en
Fernández y Andrés, con domicilio en la plaza Mayor.
Su labor financiera como casa de banca se conjugó con la de almacén de
tejidos. Sus actividades comerciales los relacionaba con los
fabricantes catalanes Güell, Parellada y Cía, y fue el empresario
Eusebi Güell quien recomendó al arquitecto Gaudí para llevar a cabo la
construcción de una nueva casa para el negocio en la plaza de San
Marcelo. El inmueble tomó el nombre de Botines por el promotor
original de la sociedad, aunque se conoce también como casa Fernández
y Andrés. A la muerte de Simón Fernández en el año 1.891, le
sucedieron en la sociedad sus hijos José y Aquilino Fernández Riu. En
ese momento Gaudí trabajaba en Astorga, en la obra del palacio
episcopal (1.889-1.893), por lo que aceptó el encargo debido a su
cercanía y consonancia estilística.
3. Construcción
La parcela sobre la que se ubicaría el edificio, de
2390,5 m², fue comprada
por Fernández y Andrés al duque de Uceda, Francisco de Borja
Téllez-Girón y Fernández de Velasco, y sus dos hermanas, Rosario y
María de la Piedad, a quienes la Diputación de León ya había adquirido
el contiguo palacio de los Guzmanes en el año 1.882. El precio de
compra fue de
17.000
pesetas. Originalmente el proyecto fue objeto de un enconado
litigio promovido por el ayuntamiento a instancias del vecino de
poniente, Eleuterio González del Palacio, que no veía con agrado la
implantación aprobada, por ser atentado contra el ornato público y
dejar sin lucimiento la fachada del palacio. Este pleito iría ligado a
la cesión del terreno y al dominio de la parte del solar en la plaza
de San Marcelo. La resolución
judicial, de 1.890, reconoció a los propietarios una superficie de
800 m². El arquitecto
mandó los planos en diciembre del año 1.891, y se dedicó el invierno a
la preparación de la obra. Con la llegada del buen tiempo, Gaudí se
trasladó a León con su equipo de maestros y oficiales, donde no había
obreros especializados, pero sí canteros que trabajaban en la
restauración de la catedral. Las obras comenzaron el 4 de enero de
1.892. La construcción estuvo rodeada de intrigas y malos augurios,
que Gaudí zanjó pidiendo por escrito, y firmados todos los informes
técnicos contrarios para, una vez terminada la casa, exponerlos en un
sitio visible del vestíbulo.
Que me envíen estos informes técnicos por escrito y yo los colocaré
en unos marcos del vestíbulo de la casa cuando esta esté
terminada.
En cualquier caso, Gaudí no disponía de mucho tiempo para enfrentarse
a las discrepancias suscitadas, por tenerlo absorbido en Barcelona el
estudio de la nueva estructura que pensaba dar a la Sagrada Familia y
al colegio de las Teresianas. Estas atenciones le obligaron a espaciar
sus visitas a la obra, que suplía con eficacia las más frecuentes de
su encargado Claudi Alsina, portador de sus instrucciones. En el
equipo figuraban además Antonio Cantó, encargado de la cantería,
Mariano Padró, albañilería, y Juan Coll, carpintería. Por otro lado,
la carpintería de taller fue encargada a la firma barcelonesa Casas,
Planas y Cía posteriormente Casas y Bardés, las columnas de fundición
se encargaron a Hijos de Ignacio Damians, también barcelonesa, la
puerta principal de hierro forjado fue elaborada por los talleres de
Joan Oñós, también de la Ciudad Condal, la verja del sótano, las
barandillas y el montacargas fueron confeccionados por Nessler,
Raviada y Cía, de Gijón, los techos decorados eran de Hermanos
Vila, y las rejas de las ventanas del sótano de Bernardo Valero, de
León.
La construcción se concluyó tras diez meses en noviembre del año
1.892, un hecho notable por el grado de elaboración artesanal que
presenta en la mayoría de sus elementos y que sorprendió a los
leoneses de la época. La imagen de San Jorge y el dragón fue
colocada con posterioridad al fin de las obras, el 15 de noviembre del
año 1.893.
San Jorge y el dragón, obra de Llorenç Matamala
4. Evolución posterior
A comienzos del siglo XX, Mariano Andrés compró la parte del
negocio de su socio a sus descendientes, José y Aquilino Fernández
Riu. A su fallecimiento en el año 1.911, la propiedad de la casa pasó
una mitad a su viuda, Leonarda Lescún Lubén, y la otra mitad a sus
hijos, Mariano y Rogelia Andrés Lescún. En el año 1.929, el edificio
fue adquirido por la Caja de Ahorros y Monte de Piedad de León. La
compra a los herederos de Mariano Andrés se hizo por 750.000
pesetas. En el año 1.931, esta entidad hizo una pequeña
remodelación, en que se suprimió el altillo de madera del centro de la
planta baja y la escalera central, al tiempo que se sustituyeron los
mostradores de madera por otros de mármol y cristal. Hubo una nueva
reforma en el año 1.953, que fue polémica porque rompió con el diseño
original, pues eliminó siete de los 28 pilares del sótano. Se encargó
la remodelación al arquitecto Luis Aparicio Guisasola, quien para
proporcionar más espacio a la planta noble suprimió las columnas por
vigas metálicas horizontales, en el semisótano se forraron las
columnas con placas rectangulares de madera, frente al anterior fuste
cilíndrico metálico, y en la planta noble se forraron las columnas con
mármol blanco y se ocultaron los capiteles bajo un falso techo de
escayola. El 24 de agosto de 1.969 la casa Botines fue declarada por
el Decreto 1.794/1.969 del Consejo de Ministros como monumento
histórico-artístico de carácter nacional, junto a otras dieciséis
obras de Gaudí. El edificio fue propiedad de Caja León hasta que esta
absorbió en el año 1.990, a otras cuatro cajas de ahorros y se
convirtió en Caja España, entidad que seis años después acometería
nuevamente obras de restauración en el edificio para devolverlo a su
estado original. Después de estas obras, que le valieron el
premio Europa Nostra en el año 1.998, el edificio Botines se
convirtió en la sede de la caja de ahorros. En la nueva
rehabilitación, realizada por los arquitectos Félix Compadre Díez y
Mariano Díez Sáenz de Miera, se procuró respetar al máximo el opus
gaudiniano, al tiempo que se buscaba conjugar en la medida de lo
posible los valores físicos del edificio con la utilidad y la
funcionalidad. Así, se recuperaron los diversos elementos originales
suprimidos o transformados en la anterior reforma, a través de su
reconstrucción o de su recuperación.
Tras la fusión de Caja España y Caja Duero se creó en el año 2.016, la
Fundación España-Duero, y la casa Botines fue reconvertida en museo,
el Museo Gaudí Casa Botines, cuya inauguración se produjo el 23 de
abril de 2.017. El nuevo museo permite una visita al edificio
gaudiniano abierto al público por primera vez, y en sus salas se
exponen diversos objetos y obras de arte de la Fundación, entre ellos
pinturas de Casas, Sorolla, Madrazo, Tàpies, etc.
5. Descripción
El proyecto de Gaudí fue un edificio a cuatro vientos de estilo
neogótico, resuelto con su inconfundible sello modernista. El edificio
sirvió para albergar en sus plantas bajas, semisótano y bajos, los
despachos y almacenes del negocio de tejidos, y disponía al mismo
tiempo de viviendas en las plantas superiores, en la primera los dos
pisos de los propietarios y en las dos superiores pisos de alquiler,
cuatro por piso, por último, se ubica un desván donde había la
vivienda del conserje, con cubierta a cuatro vertientes. Se trata de
una doble cubierta, ya que su altura equivale a dos plantas, pensada
como aislamiento del edificio y al mismo tiempo, gracias a sus
lucernarios, como entrada de aire y luz en el interior.
La planta del edificio es trapezoidal, debido a la forma del
solar. Tiene cuatro fachadas,
norte de
35,5 m, sur de
28,5 m, este de
25 m y oeste de
20 m. Cada acceso tenía
una finalidad, la puerta principal en la plaza de San Marcelo, daba a
la tienda y las oficinas, la posterior al almacén y las laterales a
los pisos.
Estatua de Gaudí frente al edificio, obra de José Luis Fernández
6. Exterior
La construcción se realizó con muros de sólida cantería caliza,
dispuesta en forma de almohadillado. La talla basta de la piedra da
al edificio un aspecto de rusticidad, lo que acentúa su apariencia
historicista. El edificio está flanqueado por cuatro torres
cilíndricas sobre ménsulas, rematadas con chapiteles de forma cónica
hechos de pizarra, que culminan en una veleta, la más alta con
forma de cruz de Malta. El techo es también de pizarra. La casa está
rodeada de un foso con reja de forja, con un entramado de espirales
dispuestas en forma de losange. Las ventanas son de guillotina, con voladizos inclinados para retener
la nieve, muy frecuente en el invierno leonés. Todos los ventanales
son lobulados, excepto los de la crestería y los torreones
superiores.
Gaudí realizó el foso en unas zanjas corridas rellenas de mampostería
hormigonada, como era costumbre en Cataluña, por lo que recibió la
crítica de varios ingenieros que alegaban que ese sistema no era
válido para ese terreno, por lo que la cimentación corría grave
peligro. Fue por estas críticas por las que expresó su famoso
comentario de enmarcar los informes técnicos recibidos.
La fachada es de estilo gótico, ya que Gaudí procuró que se adaptase a
su entorno, especialmente a la catedral y al palacio de los Guzmanes.
Así, diseñó las puertas y ventanas con arcos lobulados, y acentuó la
horizontalidad de la fachada con cornisas bien marcadas. La
puerta principal es de hierro forjado, con un dovelaje
heptalobulado, donde destaca la figura de un león, como homenaje
a la ciudad. Antiguamente tenía la inscripción Fernández y Andrés en
el tímpano, que desapareció tras ser adquirida por Caja
León. Sobre esta puerta se encuentra una escultura de San Jorge y
el dragón, diseñada en Barcelona por Llorenç Matamala y ejecutada in
situ por el picapedrero Antonio Cantó, de
2,9 m de altura y
realizada con piedra de Gerona. El modelo para el santo fue el propio
Matamala y para el dragón una de las gárgolas del ábside de la Sagrada
Familia. Encima de esta estatua hay un reloj. Del resto de portales,
cabe destacar en los dos laterales unos remates de hierro forjado con
las iniciales del propietario y del fundador de la empresa, M-A
Mariano Andrés y J-H Joan Homs.
En el año 1.953, durante unas obras en las que se pretendía sustituir
la estatua de san Jorge por una de la Virgen del Camino, patrona del
Reino de León, se encontró detrás de la estatua un tubo de plomo que
contenía una serie de documentos relativos a la obra, como los planos
del edificio firmados por Gaudí, el contrato de propiedad del solar,
el acta de conclusión de las obras y unos periódicos locales. La
estatua original fue sustituida en el año 1.956, por una réplica
tallada por Andrés Seoane sobre un vaciado de Rafael García
Morales.
7. Interior
El interior del edificio presenta un original concepto técnico
ajeno a cualquier sistema de la época, ya que Gaudí ensayó unas
técnicas innovadoras que aplicaría posteriormente en su obra. En la
planta baja y en el semisótano desarrolló una planta libre, al
sustituir los tradicionales muros de carga por un conjunto de 28
pilares de fundición de
20 cm de diámetro,
que hacen de estos dos niveles unos espacios diáfanos con los que
consigue la máxima utilidad espacial, al tiempo que consigue una
mejor iluminación natural y renovación del aire. Todo ello le
permitiría aplicar la misma fórmula en la casa Milà, aunque esta vez
con pilares de piedra Para una mayor racionalidad en el uso del
espacio, Gaudí dividió las plantas interiores en 96 módulos, 12 en
las fachadas largas y 8 en las cortas, con lo que creó una retícula
que le permitía alinear las paredes, colocar los pilares y situar
los huecos de escalera y los patios de luces.
Frente al estilo gótico de la fachada, en el interior diseñó unos
acabados del más puro estilo modernista, donde destacan los trabajos
en ebanistería, las vidrieras, los esgrafiados y los componentes de
forja de hierro, como barandillas, tiradores y mirillas, los cuales
aúnan funcionalidad y estética. En la planta noble hay unas
vidrieras que representan los Partidos Judiciales de León, el Ahorro,
la Industria, el Comercio, el Trabajo y la Agricultura, así como el
escudo de León repetido once veces, obra original de David López
Merille restaurada en el año 1.996, por Luis García Zurdo.
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