lunes, 9 de febrero de 2015

Fin de Semana en Asturias - Las Rozas "Casa Rural Nivia" - Cangas de Onis.


Hora de salida desde León - 15:30 horas.
Dirección - ( Las Rozas ), Cangas de Onís - Asturias.

Cangas de Onís
La ciudad de Cangas de Onís, fue capital del Reino de Asturias hasta el año 774. En esta población se estableció el rey Don Pelayo, y desde aquí emprendió con sus gentes acciones sobre los territorios del norte de España, como único foco de resistencia al poder musulmán, una vez desaparecido el Reino visigodo. En este término municipal tuvo lugar en el año 722 la Batalla de Covadonga, donde Don Pelayo venció a la fuerzas musulmanas y consolidó un poder y prestigio que le permitió permanecer independiente y fundar el primer reino cristiano posterior a la derrota de los visigodos en la Batalla de Guadalete. Más de 2.000 hectáreas del concejo forman parte del Parque nacional de los Picos de Europa. Dentro del parque se encuentra el conjunto monumental de Covadonga, donde se inició la Reconquista en el año 722. A 12 kilómetros de Covadonga, se encuentran los llamados lagos de Covadonga (son tres: el Enol, el Ercina y el Bricial, aunque éste sólo tiene agua durante el deshielo), de gran relevancia en el ámbito ciclista. 

En la capital de Cangas de Onís, se halla el conocido como "Puente Romano", aunque su construcción data en realidad de la Edad Media. La población de Cangas de Onís está asentada en el entronque de los ríos Sella y Güeña, siendo este último tributario del anterior. En el valle situado entre ambos ríos se encuentra la capilla de la Santa Cruz, que fue un templo de época romana, reconstruido durante el reinado de Favila de Asturias. El Puente. Aunque es conocido como el puente romano, su construcción fue durante el reinado de Alfonso XI con su famoso arco peraltado y otros dos arcos menores que son desiguales, este puente bien pudiera ser una reconstrucción de otro anterior, ya que esta zona sufrió una gran romanización. Esta construcción es conocida como el puentón. Es Monumento Histórico Artístico. De su arco central cuelga una reproducción de la Cruz de la Victoria. Según cuentan las leyendas, cuando Pelayo acaudilló a los refugiados en Cangas de Onís, se echó en falta una bandera, ya que el pendón rojo de los godos había sido preso en Jerez. En ese momento San Antonio Anacoreta se acercó a Pelayo ofreciéndole una tosca cruz de roble y diciéndole: «He aquí esforzado campeón, la señal de la victoria». Pelayo besó la cruz y la enarboló con la diestra diciendo «Esta será desde hoy mi divisa y mi bandera»
La Cruz de la Victoria, es una reliquia donada por Alfonso III, en el año 908, a la Iglesia de San Salvador de Oviedo, aunque previamente permaneció en la Iglesia de la Santa Cruz de Cangas de Onís, edificada bajo su advocación. Fue forjada en el Castillo de Gozón poco antes de que Oviedo dejase de ser la capital del reino para ceder su lugar a León. Sus dimensiones son de 92 centímetros de alto y 72 de ancho. El alma de la cruz está formada por dos maderos de roble que se unen en el centro a un disco redondo, donde se ha excavado un hueco cuadrado para contener reliquias. La Cruz está recubierta con láminas de oro y guarnecida por piedras preciosas. El medallón central lo ocupaba un cristal de roca transparente que facilitaba la admiración de una reliquia de la Vera Cruz.
El Valle de Covadonga
El valle de Covadonga, se encuentra situado al Norte de los Picos de Europa, o sea entre estos y el mar Cantábrico y enclavado dentro del Principado de Asturias. 
Al recoger los vientos húmedos procedentes del mar recoge una gran cantidad de humedad por cuyo motivo el valle es de un verde intenso, recubierto de praderas y bosques de hoja caduca. El hecho de estar encajado entre altas montañas y el mar propicia la aparición de nieblas matutinas que se disuelven con el calor del sol, el juego de las nieblas entre el bosque le confiere al valle un aspecto de misterio o quizás de encantamiento como si habitaran en dicho valle las brujas, las meigas o los duendes. La historia nos cuenta que el ejército musulmán llego hasta estas tierras donde se habían refugiado un puñado de hombres que se negaban a vivir subyugados por el guerrero invasor. Dicen que un puñado de montañeses y cristianos refugiados en estas montañas y capitaneados por Don Pelayo se enfrentó al ejército invasor enviado para aplastar la rebeldía de ese reducido grupo de astures. Las tropas musulmanas que avanzaban por el valle de Covadonga fueron atacadas desde las laderas y las alturas que dominan el valle. En la cabecera del valle y en mitad de una roca vertical hay una cueva donde dicen estaba refugiado Pelayo, desde allí ataco a las tropas sarracenas derrotándolas. 
Dicen que las tropas en su retirada se internaron en los Picos de Europa a través de los Lagos de Covadonga, llegando al Cares, siendo diezmados poco a poco perdidos en esas abruptas montañas. En la cueva donde cuenta la leyenda que se refugió Don Pelayo hay una pequeña ermita que acoje a la Virgen de Covadonga, La imagen de la virgen está al fondo pero antes de llegar a ella, se pasa al lado de una tumba que tiene inscrito: “Aquí yace el rey Don Pelayo, electo el año de 716 que en esta milagrosa cueva comenzó la restauración de España. Vencidos los moros falleció en el año 737, y le acompaña su mujer y hermana“ una cascada surge de dicha cueva y cae directamente en una gran poza. Se puede acceder a la cueva por dos vías, una a través de la explanada de la basílica y otra por unas escaleras que hay en la base del monte que alberga la cueva. Estas últimas son frecuentemente utilizadas por peregrinos que las suben de rodillas cumpliendo una promesa o haciendo una petición a la virgen. Muy cerca de la Santa Cueva está La Basílica de Covadonga. Construida entre los años 1877 - 1901.
Junto a la ermita y sobre una pequeña colina que preside el valle se alza el Santuario de Covadonga, construido con una vistosa piedra rojiza que contrasta con el verde de sus praderas y bosques. Por las mañanas, cuando la niebla cubre el valle de Covadonga y los duendes juegan en el bosque, es fácil ver el Santuario de Covadonga flotando sobre la niebla, como si estuviera construido sobre el aire. Para su construcción se utilizó piedra de la misma montaña de Covadonga, de ahí obtiene su característico color rosáceo. Fue el rey Alfonso XII, quien en un acto inaugural de las obras disparó el primer barreno utilizado para volar el monte Cueto sobre donde se encuentra actualmente la basílica. La espectacular campana conocida como “La Campanona” mide tres metros de altura y pesa cuatro toneladas. Para rememorar aquella historia el Parque Nacional de los Picos de Europa ha señalizado un sendero que enlaza los Lagos de Covadonga con el Desfiladero del río Cares, parece que sigue el recorrido original que hizo el grueso del ejercito musulman en su retirada y atraviesa bellos parajes saliendo a medio camino entre Poncebos y Cain.  






Inicio de la Rebelión Asturiana
Asturias era gobernada y controlada por Munuza desde Gijón. Al principio los astures fueron vasallos, pero poco a poco se fueron convirtiendo en rebeldes populares hasta que dejaron de pagar tributos al gobernador musulmán. En el 718, los nobles astures a las órdenes del caudillo Pelayo, decidieron recuperar su legitimidad y el territorio perdido. Recuperar Hispania para los Cristianos, su lucha se iba a convertir también en una guerra de religión: la cruz contra la media luna. Pelayo se niega a seguir pagando tributo, ya no es vasallo de los musulmanes. Se inicia la sublevación con hombres vascos, astures, gallegos, todos ellos dispuestos a levantar su espada contra el invasor musulmán.
La crónica musulmana de Córdoba, habla de unos “asnos salvajes” que se han levantado en el norte de Hispania. Les consideran salvajes, sin educación, bárbaros. Entonces, desde Córdoba se envía un ejército al mando de Alqama para rendir a los “asnos salvajes”. Alqama era uno de los mejores generales de Muza, había que rendirlos lo antes posibles, no se debía correr riesgos de nuevas sublevaciones. Entre tanto, Pelayo ampliaba su control sobre la zona desde el valle de Cangas y a inquietar a las guarniciones de Munuza de la comarca. Los nobles se fueron, poco a poco sumando a la rebelión. Pelayo , Rey de Asturias (718-737), fue la primera de las ondas de la expansión cristiana. Era hijo del duque Fáfila o Favila, que era portaestandarte de las huestes del último rey visigodo, Don Rodrigo, en cuya corte, es decir, en Toledo, ostentó su hijo Pelayo la dignidad de espatario. Pelayo se casó con Gaudiosa o Geodosia, con quien tuvo dos hijos, Fáfila y Ermesinda. Tras la derrota de su rey, Pelayo fue enviado a Córdoba por el gobernador musulmán Munuza, que era prefecto de toda esta parte norte y que residía en León, quien parece aspiraba a casarse con su hermana. Pelayo, sin embargo, logró escaparse y regresar a Asturias, refugiándose en las montañas de Cangas de Onís y organizar desde allí el primer núcleo de resistencia, por lo que fue elegido Rey en 718. Los musulmanes, al tener conocimiento de este nuevo reino mandaron un ejército, quizá una simple patrulla, pero en la Crónica de Alfonso III, se habla de 187.000 soldados, que fueron reclutados en toda España a cuyo mando estaba el militar musulmán Alkama, con la intención de combatirlo y cobrar impuestos. El Rey moro quiso también que el obispo visigodo de Toledo, Oppas, un traidor a la causa cristiana y un chaquetero, que de todo hay en todo tiempo, acompañara al ejército musulmán y mediara con los cabecillas rebeldes asturianos y otros de procedencias distintas que fueron reculando y refugiándose allí. Pero los montañeses de Asturias, reforzados por nobles visigodos orgullosos y, en todo caso, dirigidos por Pelayo, consiguieron derrotarlos en las altas cumbres de los Picos de Europa y más concretamente en las montañas de Covadonga y en las laderas del monte Auseba. Por esa misma Crónica de Alfonso III, sabemos que en los momentos preliminares a la batalla Pelayo estaba con sus compañeros en el monte Auseba y que el ejército de Alkama llegó hasta él y alzó innumerables tiendas frente a la entrada de una cueva. El obispo Oppas subió a un montículo situado frente a la cueva y habló así a Pelayo: «Pelayo, Pelayo, ¿dónde estás?» El interpelado se asomó a una ventana y respondió: «Aquí estoy.» El obispo dijo entonces: «Juzgo, hermano e hijo, que no se te oculta cómo hace poco se hallaba toda España unida bajo el gobierno de los Godos y brillaba más que los otros países por su doctrina y ciencia, y que, sin embargo, reunido todo el ejército de los godos, no pudo sostener el ímpetu de los Ismaelitas, ¿podrás tú defenderte en la cima de este monte? Me parece difícil. Escucha mi consejo: vuelve a tu acuerdo, gozarás de muchos bienes y disfrutarás de la amistad de los Caldeos.» Pelayo respondió entonces: «¿No leíste en las Sagradas Escrituras que la iglesia del Señor llegará a ser como el grano de la mostaza y de nuevo crecerá por la misericordia de Dios?» El obispo contestó: «Verdaderamente, así está escrito.» Pelayo dijo: «Cristo es nuestra esperanza; que por este pequeño montículo que ves sea España salvada y reparado el ejército de los Godos. Confío en que se cumplirá en nosotros la promesa del Señor, porque David ha dicho: 'Castigaré con mi vara sus inquietudes y con azotes sus pecados, pero no les faltará mi misericordia.' Así, pues, confiando en la misericordia de Jesucristo, desprecio esa multitud y no temo el combate con que nos amenazas. Tenemos por abogado cerca del Padre a nuestro señor Jesucristo, que puede librarnos de estos paganos.» El obispo se volvió entonces hacia el ejército y dijo: «Acercaos y pelead. Ya habéis oído cómo me ha respondido; a lo que adivino de su intención, no tendréis paz con él, sino por la venganza de la espada.» La batalla tuvo lugar (depende de las fuentes), entre los años 718 y 725, probablemente sucedió en el año 722. La victoria cristiana fue una victoria poco relevante y hasta casi ignorada por los musulmanes, más atentos a narrar los éxitos propios y, en todo caso, aquellos episodios más importantes de los que tampoco carecían por entonces, que preocuparse por cosas de poca monta. Pero para los cristianos significó una importante inyección anímica en su resistencia tribal y montaraz contra el invasor Islámico. La batalla de Covadonga tuvo lugar el 28 de mayo del 722 en Covadonga (España), un lugar próximo a Cangas de Onís (Asturias), entre el ejército cristiano de don Pelayo y tropas musulmana. Las tropas de don Pelayo, un pequeño grupo de unos 300 guerreros astures, vascos y gallegos, derrotaron a un ejército regular musulmán capitaneado por Alqama. Esta refriega o batalla es considera por los historiadores como el inicio del largo proyecto denominado Reconquista, que concluyó el 2 de enero de 1492, cuando Boabdil entregó las llaves de Granada a los Reyes Católicos.
Pelayo, no contaba con muchos medios, entre 200 y 300 soldados estaban a sus órdenes en las montañas de los Picos de Europa. Su cuartel general o corte lo establece en Cangas de Onís, desde donde va a iniciar las acciones de castigo a las tropas musulmanas. Pelayo guió a sus hombres a una montaña mágica, el monte Auseva que será su refugio de Pelayo y sus irreductibles. Cuenta la tradición histórica, que el moro Munuza, gobernador musulmán de la zona, quiso conseguir a la hermana de Pelayo, para lo cual envió a éste a Córdoba como rehén, pero en el verano de 717, Pelayo pudo escaparse y retornar a su querida tierra. Pelayo se opuso al enlace de su hermana con el gobernador y se echó al monte, para buscar refugio en el macizo de los Picos de Europa. Pelayo no era el bandido de la versión musulmana, sino un vengador.








Las Rozas
Las Rozas. Bonito pueblo bañado por el río Sella; en ambos lados se levantan pequeñas montañas de fácil acceso y bellas vistas. Por el centro, la carretera N-625 a su paso para Cangas de Onís a 3 km. En la otra dirección a unos 25 km. llegamos a la costa donde podemos encontrar numerosas y atractivas playas (Ribadesella, Llanes, etc.).Tanto en el mismo pueblo (Las Rozas), como en Cangas de Onís  se puede disfrutar de toda clase de Servicios de Turismo Activo con monitores, así como nuestra magnífica gastronomía. La casa es de nueva restauración respetando todo su encanto de piedra y madera. 








Herias
Un pueblo medieval en una encrucijada de caminos a media ladera, sobre un monasterio benedictino (Santolaya). Herías (en realidad, tendría que ser sin H-, pues viene de eras de cereales, sembrados), es lugar de la parroquia con el mismo nombre (en el conceyu Lena), que dista 8 kms. de la capital municipal y se sitúa a unos 560 ms. de altitud. Tiene 16 habitantes censados. Llegó a tener 264 personas allá por los años veinte.
El poblado de Herías (antiguas tierras sembradas de escanda), se levantó en un rellano a media ladera entre el valle del Güerna y del Payares, en la intersección del camino que procede casi horizontal por Munistiriu y San Miguel d'Heros, con el que desciende de Bendueños por Castro. Se conservan algunos tramos de este camino medieval, muy deteriorado en cambio en otros tramos (cementos, confusiones en el trazado...).



Impresionantes vistas desde el Puerto de Pajares

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